Ayano es una chica fría y rota, incapaz de sentir emociones, totalmente vacía, caminando por la vida sin rumbo o propósito propio, a excepción de una pequeña cosa...encontrar el amor.
Un día simplemente así es, en un momento fugaz del destino lo log...
La vergüenza me consumía, mi cara estaba totalmente enrojecida, podía saberlo por lo caliente que se sentía, me aferraba más y más a mi hermana para no tener que mirarla a la cara...
—¿Qué es lo que había hecho?—.
A pesar de su reacción anterior ambos nos manteníamos en silencio, supongo que tratando de procesar el asunto.
Pude sentir como ella aflojaba su agarre, parecía estar dispuesta a mirarme al rostro, no me resistí.
Nuestras miradas se conectaron, sus ojos de alguna manera, parecían brillar, ¿a caso está recuperando la esperanza?...
—Entonces, ¿ambos somos perdedores rechazados?—me preguntó—¿eh?—creo que ella no está en su mejor estado hoy...
—Digo, en teoría, somos iguales, ¿no?—replanteó su pregunta, yo aún seguía increíblemente apenado—pues sí, somos prácticamente gemelos, jajaja—le respondí de manera juguetona tratando de encubrir mi vergüenza.
Pude observar como su algo sonriente expresión se deformaba formando una ligera mueca de enojo, comenzó a picarme las mejillas mientras parecía comenzar a sermonearme—¡no juegues!, hermano, estamos igual, se un poco consciente—sí, ya no entendía a que se refería.
Creo que notó mi expresión de confusión porque dejó mis mejillas en paz, y su semblante cambió a uno más preocupado—escucha, si en teoría, lograras que Yan-chan correspondiera tus sentimientos—oh, ya sabía por donde iba esto—entonces..—la detuve en seco colocando la palma de mi mano frente a ella...
—Escucha, lo siento...eso no va a pasar—eso ultimo me había deprimido un poco, me abracé a mi mismo en una pose autocompasión, ¿por qué no funcionaría?, eso era obvio, yo ya era totalmente consciente de lo que ella sería capaz de hacer, sabía que limites lograría cruzar, el como caminaría hasta el final del mundo, o caminaría sobre fuego...por él...no por...
—¿eh?, ¿por qué?, no te rindas hermanito, eres un chico genial, ¡ella tiene que verl..!—trataba de darme ánimos pero se detuvo en seco, supongo que pudo observar mi expresión...
—oh...—fue todo lo que soltó, y se retiró de mi habitación...
Lo siento tu solo tratabas de traer un poco de esperanza.
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¿Pero que es lo que acabo de oír?...Amao..él...
Normalmente no me importaría, pero, ¿por qué ahora parece hacerlo?...
Ya no soy igual que antes..
Me recuesto recargándome en la puerta donde antes me encontraba espiándolos—fuuf—suelto un pesado suspiro mientras mis ojos se relajan en una mueca de...¿tristeza?...ya ni siquiera necesito preguntármelo...
