—Trató de ¿matarte? ¿lo viste haciendo qué? —Pregunto asombrado, pareciera como si sus ojos saldrían de su cuerpo.
—Justin, ambos sabemos que hacía tu padre a aquellas horas de la noche —Me toqué la cabeza. No se como sigo viva, tampoco se como sigo hablando contigo, si tu padre casi me mata, todos dicen que me tengo que alejar de ti y de que eres un problema más para mi, vete por favor —No lo quería ver, se que si lo miro a sus ojos de color miel, aquella tez blanca perfecta me rendiría a sus pies y le suplicaría que se quedara.
—¿Por que te prohíben estar contigo?, se supone que tu elijes con quien estar o no, vaya menudo lío —Caminó hacía mi frunciendo el ceño y moviendo ambos brazos a la ves.
—No lo sé, tiene que ver algo de familia, además tu padre es un asesino ¡Casi me mata!, aún recuerdo cuando me apuntó y si no fuera por, oh basta ¡Mi cabeza! —La empecé a tocar con cuidado y una máquina empezó a sonar, el sonido era bastante molestoso.
Dos doctores entraron a la habitación, echaron a Justin y ahí me encontraba yo, rodeada de tubos, máquinas para revisar mi estado y quizás que otras cosas tenían puesta sobre mí, me empezó a entrar un sueño gigante, me quede dormida.
Quería abrir mis ojos pero no podía, solo oía voces familiares, intentaba con todas mis fuerzas abrirlos pero era inútil, intente mover un brazo pero tampoco podía, quise hablar pero tampoco podía soltar palabra alguna, era como si mi cuerpo no reaccionase, como si no tuviera control sobre el y ¿si estoy muerta?
—Sabía que no era bueno dejarte ir por aire fresco, no sabes cuanto me culpo por ello —Sentía una mano cálida sobre mi brazo, era tía Julieth, sus manos eran delgadas y finas, delicadas con uñas grandes y bien cuidadas, quería abrazarla.
Tía Julieth, no tienes la culpa, yo eh sido la estúpida que le dan crisis y no sabe como controlarse, ¿por que se escucha eco?, ¡quiero abrir mis ojos y reaccionar de una ves!
Estaba en un parque, era lindo, rodeado de flores coloridas de cualquier tipo y tamaño, un espejo posado frente mi estaba, era antigüo, se notaba por el polvo que tenía, acerque mi mano para limpiarlo y así poder ver mejor, pero en el reflejo no me veía yo, si no ¿Mamá?
—Te eh comprado un perrito, con papá estamos muy contentos de tu progreso —Se veía contenta, colorida, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Todo lo hago para que ustedes estén bien y tengan una hija sana —Se veía a una niña de unos cinco años, me alejé un poco, esto daba miedo.
No quería seguir viendo aquello, eran dos personas, se supone que mamá y la otra pequeña era yo, pero ¿progreso de que? ¿en la escuela?, no lo creo ¿por que una hija sana?, me senté en las flores y cruse mis piernas, algo me tocó el hombro.
—Esto es raro, seas quien seas no me daré vuelta —Me levanté y caminé.
—Ten confianza, no soy capas de hacerte daño, te salvé una ves ¿no recuerdas? —Senti su sonrisa pegada a mi cuello.
—¡Esto es tan confuso para mi!
Luego sentí que aparecía en negro otra ves, repetí lo de moverme, abrir los ojos y hablar, pero era tonto, solo podía oír.
—Ya llevas tres meses, solo quiero que despiertes, por favor ____, te necesito y mi hermana también.
—¡Si ___ despierta! —Sentí un cálido beso en mi mejilla.
¿Tres meses?.
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