Detallista.

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Tenía que cambiar, cambiar de opinión y pensamiento, tengo veinte años, tengo que cambiar, no soy la bebé de tres años que todo el mundo la mimaba o la consentía, eso cambió y no tenía el apoyo de nadie. Fui hacía mi baño y traté de peinarme, tratar de sacar ese asqueroso enredo que tenía en mi cabello, luego de tres horas pude tener mi cabello normal, como era hace tiempo atrás, me lavé la cara y traté de… ¿Maquillarme?, cosa que no hacía nunca, caminé hacía el armario, el cual estaba lleno de polvo y me vestí, me puse unos shorts, converse y una pollera de tiras ¡Dios me veía totalmente cambiada y renovada!, abrí las cortinas y la luz era perturbadora, hace tiempo que no veía aquel sol brillar de esa manera, comí algo y bajé del departamento, todos me veían raro, me sentía observada, extraña.

El portero, el cual no reconocía el nombre me saludó, de una forma cariñosa y tierna, esto empezaba a desesperarme más, muchos ojos puestos en mí me desesperaba y hacía que tuviera ganas de correr lejos y no volver más. ¿Dónde iría?, no reconocía las calles ni los parques, probablemente me pierda y me rapten, quizás me violen. Encontré un parque, aquel tenía una laguna, frente el habían unos asientos de madera amigables, me senté y repose mis piernas blancas, las cuales estaban llenos de moretones que se notaban poco, me puse a pensar y recordar todo lo que sucedía, aquellos pensamientos eran constantes, ósea ¿Cómo olvidar a alguien que te daño por mucho tiempo?, ¿Cómo olvidar a la persona que te dio la vida?

-Hola –Escuché una voz femenina.

-Hola –Le sonreí cortésmente.

-Eres bonita –Rió, tenía como unos cinco años, tenía una mirada juguetona y una sonrisa divertida, me hizo recordar mi infancia.

-¡Oh gracias pequeña! ¿Estás sola? –Pregunté interesada.

-Estoy con mi padre –Se agachó juntando sus piernas tocando sus rodillas. Está en el almacén de allá –Lo apuntó. Me está comprando helado, ya que es mi cumpleaños –Rió.

-Que genial pequeña ¿Cuántos años cumplirás?

-¡Siete! –Mostró sus siete dedos.

En ese instante llegó un señor más o menos de cuarenta o un poco más, tenía lentes, por lo tanto no pude ver de qué color tenía sus ojos, era moreno y alto, se veía que tenía dinero pero tenía un aire de intriga y misterio ¿Aquel sería el padre de la niña?, dios que miedo, pero más miedo doy yo sin salir hace dos años.

-Jazmin ¿Qué haces acá?, te dije que te subieras al auto y que no hablaras con extraños ¿Qué te cuesta hacer caso? –La retó un tanto cabreado.

-Papá, no es una extraña, es mi nueva amiga y quiero que vaya a mi cumpleaños –Me tomó de la mano, la cual era pequeña, delicada y suave.

-¿Estás loca?, ¿Cómo será tu amiga?, tiene más de quince años –Me miró de pies a cabeza, dios como odio que me miren así.

-Ey pequeña, no es necesario que me invites, tengo… otros planes, si, así que no te preocupes, ve con tus amigas y disfruta –Besé su frente, no sabía que pretexto decir para salir de aquella escena incómoda.

-Ves, tiene planes, ahora vete al auto –Le ordenó.

-¡Esta bien papá!, adiós amiga –Movió su mano de un lado a otro.

-Adiós –Sonreí.

¿Por qué me miró de pies a cabeza?, no me acostumbro a esas situaciones, tampoco me gusta que me miren así, lo encuentro tan asqueroso y repugnante, ¡Agh!, caminé más a delante y vi a la pequeña en aquella camioneta, en ella iba un chico de más o menos mi edad, tenía un rostro desanimado, llevaba un gorro rojo y tenía su codo apoyado en la ventana, mirando hacía el vacio, aquel no estaba bien ¿Qué le habrá pasado?, tengo miles de cosas malas en mí, y unas de esas cosas es ser muy detallista.

Tormentas del pasado. [Justin & Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora