Capítulo tres: A un pasado sangriento le sigue un futuro sin perdón.

11 2 0
                                    

Damián había observado con asombro y precaución la trifulca desde lejos y notaba a Lex muy raro, de normal él siempre presumía de su magia y está muy orgulloso de ella. En comparación a otros días estaba muy apagado y distraído, esto hacía que a Damián le saltaran las alarmas. Por otro lado, no lograba entender la situación del todo ¿Por qué un asesino perseguía a Lex? ¿Le había contratado alguien, o quería asesinarlo ella personalmente? ¿Qué es todo eso de la contramagia? Estaba pasando todo muy rápido y le costaba asimilarlo.

Fue entonces cuando Lex se cayó y se asesina se abalanzó sobre él, en ese momento no supo lo que le pasó, pero su cuerpo se movió por inercia. Empezó a correr y se pudo poner enfrente de la asesina cubriendo a Lex para recibir el golpe cubriéndose la cara con los dos brazos protegiéndose inútilmente del golpe.

En un segundo sintió las dos hojas de metal rasgando su antebrazo, tenía la esperanza de que sólo se le dañaran unos pocos músculos del brazo pero esperaba que el golpe no fuera tan fuerte como para rebanárselo. Notó un ardor en el brazo y cerró los ojos fuertemente para aguantar el dolor. Justo en un instante escuchó como dos objetos metálicos y otro cuerpo más grande caían al suelo. Abrió los ojos, y vio a la chica retorciéndose de dolor mientras se sujetaba el brazo derecho.

Esta escena hizo volver a Lex a la realidad y rápidamente se levantó preocupado por Damián.

-¡¿Estas bien?!- Preguntó muy alterado.

Damián se miró el brazo y vio la manga de su sudadera ensangrentada, Lex le cogió de la muñeca y le subió la manga para ver su lesión, era un corte profundo, probablemente había llegado al hueso, por lo que Lex empezó a recitar un hechizo curativo colocando una mano sobre la herida.

La chica estaba en el suelo retorciéndose de dolor bajo la confusa mirada de Damián, que se preguntaba por qué seguía teniendo una mano derecha después de una herida de ese calibre.

- ¡¿Pero qué haces idiota?! ¡Te podría haber matado¡- Con un mano sobre la herida Lex ejercía sus poderes curativos y en su voz se percibía una mezcla de enfado y preocupación.

-Bueno, salvarte el pellejo por los pelos, aunque haya dolido un poco- Después de sisear por el dolor, Damián dirigió su mirada a la chica que aún seguía en el suelo sujetándose el brazo con fuerza y con una expresión de dolor dibujada en el rostro, era lo más expresiva que la había visto en esa noche. Además el símbolo de antes emitía un brillo rojizo.- ¿Qué le ha pasado exactamente?

-Ese es el efecto del pacto de sangre, es un hechizo que reemplaza temporalmente los receptores de dolor de un cuerpo a otro, de esta manera se consigue que dos individuos compartan el mismo sistema nervioso temporalmente, el hechizo es más doloroso para quién lo realiza, cuyos receptores se vuelven cien veces más sensibles.

-Eeeem ¿Versión para gente no mágica y sin idea de magia porfa?

-En resumidas cuentas si tú sufres dolor, ella también lo sufrirá pero cien veces más potente. Ahora mismo su dolor debe ser similar al que sentiría si le hubieron rebanado el brazo, parece que lo aguanta bien porque cualquier persona estaría gritando de desesperación en su lugar.

Al ver a la chica en ese estado, Damián se sintió un poco mal, él quería proteger a su amigo, no provocarle a la chica un dolor insufrible. Se miró la herida del brazo que gracias a la magia de Lex estaba empezando a sanar rápidamente.

-No sabía que podías hacer esto.

- Cuando tienes a tu cargo a varios niños y adolescentes revoltosos está bien tener un hechizo curativo a mano, desgraciadamente es muy débil, te sanará la herida y desaparecerá el dolor pero te dejará un cicatriz un tanto fea- Lex se quedó callado un momento y siguió hablando con un tono más bajo casi susurrante.- Siento que hayas tenido que arriesgarte por mí, debería haber estado más atento.

Los huesos del rencorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora