Capítulo diez: El fuego del soldado sin nombre.

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Weeeeno, pues dentro de poco se cumplirá un año desde que se concebió la idea de esta historia. Se pensó como algo corto pero aquí estamos con casi 50.000 palabras yendo por la mitad... En fin, lo hecho hecho está y seguiremos hasta el final por muy largo que sea el camino.


El estudio de Konach era una pequeña habitación que llevaba a un pequeño balcón por donde entraba un haz de luz cegador que iluminaba el habitáculo. Había muchos estantes y armarios repartidos entre las paredes, todas llenas con plantas varias, ungüentos y artilugios de medicina. Los dos magos habían tomado asiento en la mesa situada en el modesto balcón y se disponían a tener una conversación.

Lex le dio un sorbo a la infusión que le había servido Konach y esbozó una sonrisa de aprobación. La menta con manzanilla y miel hacían una combinación extraña pero no tenía para nada un sabor desagradable.

-Discúlpame por llevar nuestro encuentro al balcón, pero el olor a estramonio es un tanto fuerte en el estudio y he pensado que a lo mejor te causaba alguna molestia.

Lex bajó su taza con una expresión amable y miró a Konach.

-Siendo franco debo decir que prefiero estar en el este balcón, las vistas son espléndidas, desde aquí se puede divisar la montaña dónde está el fuerte Sciath y corre una brisa de otoño muy agradable.

Konach al ver la comodidad de Lex sonrió y juntó las dos manos, aliviado.

-Menos mal, lo último que quiero es incomodarte. Verás tengo una admiración por ti. Tu magia no pasa desapercibida, tengo hasta cierta envidia por tus habilidades mágicas, pero sólo un poco.

Lex arqueó una ceja y se inclinó hacia delante en su silla.

-No soy un buen modelo de conducta, ni nadie digno de admiración. Yo sólo...

«Soy un cobarde que hace lo que le ordenan sin rechistar»

Al tener estos pensamientos, el rostro de Lex se oscureció y se guardó algunos pensamientos para sus adentros. Lo mejor sería evitar ese tema, no quería causar una primera impresión deprimente. El otro mago le leyó el rostro y vio el malentendido instantáneamente.

-No me refiero a tu papel en las guerras, me refiero a tu conocimiento como mago. Seguro que durante todos estos años de estudio has descubierto cosas interesantes. Tengo curiosidad por conocer a esa persona que ha estado entre libros tanto tiempo. No me creo eso que dice la gente de que comes niños en la merienda y ancianos en la cena.

Esas absurdeces alegraron a Lex un poco, estaba tan acostumbrado a las habladurías del pueblo, que en este punto cualquiera de estas cosas le hacían soltar una risilla.

-¿Oh? ¿Y cómo estás tan seguro de eso? ¿Cómo sabes que no tengo niños y ancianos guardados junto a las conservas?

Lex lo dijo en tono sugerente y burlesco,

-¡Pues porque ya te habría pedido que me dejaras alguno! De hecho, según mis vecinos yo ya me comí siete niños.

En ese momento los dos soltaron unas cuantas carcajadas.

-Me sorprende que un mago blanco haya tenido problemas con la gente, y más un curandero como tú.

-Todo depende del sitio, en algunos pueblos te reciben con los brazos abiertos y les puedes ayudar, en otros cierran las puertas y sacan las antorchas.-Konach se dejó caer sobre el respaldo dejando caer un suspiro de cansancio.- Se supone que los magos debemos proteger a la gente, entonces ¿qué hacemos cuando rechazan nuestra ayuda?

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2019 ⏰

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