Capítulo dos: La sombra blanca

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Rápidamente Lex se levantó y ordenó a Damián ponerse detrás de él, orden que obedeció inmediatamente.

Los dos permanecieron alerta intentando ubicar a su agresor, sea quien fuera era alguien que sabía ocultar muy bien su presencia. No se podían dar el lujo de relajarse ni un momento, cuando alguien con intención asesina tenía puesto el ojo en ellos. Desde luego, no era alguien proveniente de este mundo porque el cuchillo era demasiado vasto como pertenecer al mundo moderno. Pero si era alguien del mundo Lex ¿Cómo había logrado conjurar el portal dimensional? Él era el único que tenía acceso al pergamino donde se hallaba el conjuro necesario para la invocación y siempre era extremadamente cuidadoso al ocultarlo.

Estas dudas inundaban la cabeza de Lex, pero otro cuchillo dirigiéndose hacia él le sacó de sus pensamientos, rápidamente conjuró una especie de disco mágico para repelerlo. Fue entonces cuando se le ocurrió una manera de hacer salir al agresor. Con un chasquido de ambas manos aparecieron otros dos discos que se dispersaron por todo el follaje cortando todo lo que se cruzara en su camino.

Damián contempló el espectáculo con asombro, era como ver sierras radiales volantes cortando ramas y hojas. Fue entonces cuando se escuchó un fuerte sonido parecido al choque entre dos hojas de metal, los dos discos volaron hacia distintas direcciones y una figura apareció de entre los arbustos posicionándose frente a ellos.

Parecía una chica joven que rondaba la quincena y lucía un atuendo muy alejado de los estándares modernos. Tenía una bufanda beis de tela fina, sobre una camisa larga blanca sin mangas recogida con un cinturón, recortada por la cintura con dos aberturas a los lados que dividían la parte delantera y trasera de la camisa acabada en una forma triangular. Sus pantalones eran grises y estaban remetidos en unas botas negras desgastadas. Era morena, con un pelo corto un tanto alborotado, sin embargo uno de los mechones traseros estaba sujeto en una pequeña coletilla sobre la nuca. También llevaba dos guantes en las manos donde sujetaba dos sables ligeramente curvos cuyas fundas llevaba a la espalda, sujetas con un cinturón fino que le rodeaba el tórax.

Pero lo más llamativo, era la venda amarillenta que le cubría el ojo derecho y rodeaba su cráneo, en ella se distinguían una serie de manchas amarronadas, que parecía sangre seca. Su único ojo visible desprendía una mirada vacía que no inspiraba sentimiento alguno y estaba acompañado de una profundas ojera.

- Lexerius Gallagher, vengo a por tu vida- dijo la chica con una voz plana y robótica, curiosamente en perfecto castellano.

-Veo que me conoces, entonces supongo que venimos del mismo sitio, también veo que conoces el idioma que se habla por estos lares- la chica asintió lentamente.- He sido muy cuidadoso ocultando la magia dimensional ¿Puedo preguntarte cómo has podido llegar hasta aquí?

La chica se quedó un momento pensando y respondió lenta y calmadamente.

-He sido tu sombra durante mucho tiempo, son pocos los secretos que desconozco sobre ti.

«Espeluznante» pensó Damián, pero más espeluznante aún le parecía la tranquilidad y estoicismo con el que Lex estaba afrontando la situación. Si por él fuera, estaría corriendo en busca de la policía al saber que alguien le había estado espiando para matarle.

Damián quiso bromear un poco para aligerar el ambiente, pero sin perder su inquietud.

-Je, vaya no sabía que fueras tan popular como para tener un club de fans- Dijo sonriendo nerviosamente.

-Dudo que esta persona me admire mucho, Damián.

La chica pareció no reaccionar a la broma, pero observando bien se había podido percibir un movimiento en la ceja de su ojo bueno, que parecía expresar una ligera irritación.

Los huesos del rencorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora