Berseck.

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Muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo este triste intento de historia.

No suelo hacerlo en esta historia, pero les recomiendo escuchar la canción de "E nomine - Lucifer"

Como siempre nada me pertenece yo solo ocupo los personajes sin fines de lucro.

Capítulo XIII. Berseck.

Andrew se separó sus labios de los de Elsa, por unos segundos se permitió ver a los ojos de la reina y perderse en ellos.

Pero con un último suspiro, camino hacia la puerta. Elsa solo pudo quedarse de pie viendo la espalda de Andrew alejarse de ella, sin fuerzas callo a su silla, su mente no dejaba de atormentarla con la posible muerte de Andrew, pero en esa tormenta, pudo vislumbrar una salvación, se vio a si misma caminar del brazo de su padre, sus pasos eran lentos, pero en el altar estaba el esperando por ella, se aferró con todas sus fuerzas a ese solo pensamiento, pues creía fielmente en la palabra de Andrew.

Andrew camino por los pasillos del castillo, ni un alma atravesó su camino, pues toda la servidumbre había sido evacuada. Con pasos firmes camino hasta llegar a las mazmorras, más allá del sótano, pues sabía que pese a ser fuerte necesitaría una pequeña ayuda para cumplir con su palabra. La humedad de las paredes hacia sofocante el recorrido, pero Andrew no tenía tiempo que perder, tras una puerta casi al final del pasillo, estaba lo que buscaba, un baúl de madera forrado de cuero negro, pese a tener candado bastó un golpe con el tacón de su bota para que este cayera al suelo roto, con calma abrió la tapa, pese a la casi nula luz podía vislumbrar el tesoro guardado con tanto recelo.

Los antiguos reyes con ayuda de la guardia real se encargaron de guiar a todo el pueblo a las faldas de la montaña norte, pues gracias a las fábricas que había ahí, serviría de un gran refugio temporal. Agnar se encargó de llamar a la armada, pero les prohibió interferir hasta que el diera la orden, todos sus soldados tenían sus mosquetes y rifles preparados, ellos mismos estaban listos para morir por su patria, pero por lo mientras se encargaban que el pueblo no sufriera ningún daño.

Todo el reino podía ver el fiordo, y por la entrada del castillo lo vislumbraron, por los rayos del sol la armadura brillaba tanto que agradecían estar lejos o quedarían cegados.

Con la llegada de la pólvora, las armaduras habían quedado obsoletas, pues en los nuevos campos de batalla servía más la buena movilidad que la mínima protección con la que te cubría una armadura en contra de una bala. Pero por eso mismo todos quedaron tan impresionados.

Por la entrada del castillo fue saliendo un hombre, vestía una armadura de oro, no tenía puesto el yelmo dejando que su cabello cobre lo ondeara el viento, la armadura brillaba como si la acabarán de pulir, y en su mano había un hacha de batalla, en la empuñadura había picos para proteger a la mano del caballero, y el filo casi rozaba el suelo.

Andrew camino hasta llegar a los muelles, las embarcaciones estaban cada vez más cerca, podía escuchar como el viento le llevaba las órdenes de los capitanes a sus hombres. Estaban preparando los cañones.

Tomo el hacha con sus dos manos, y dio un par de pasos hacia atrás, cuando creyó tener el suficiente espacio, corrió con todas sus fuerzas hacia el mar, en cuanto sus pies dejaron de sentir el suelo debajo de ellos, Andrew liberó su poder desde sus pies, el fuego era como un cohete, dandole el impulso para volar por los aire, dejando a su paso la estela de humo. Reino e invasores veían unos impresionados, otros tantos aterrorizados.

Andrew dejó de dejar salir el fuego en cuanto supo que caería en donde tenía pensando. Los soldados que estaban en el barco veian al hombre que cayo en medio de su embarcación, pero este no podía darse el lujo de perder tiempo, debía acabar con el peligro más inminente, alzó su hacha, algunos jurarian ver cómo por sobre el filo de aquella arma corría fuego, con todas sus fuerzas dejó caer la hacha en contra del barco. Y antes de que los soldados pudieran reaccionar, la pólvora guardada bajo cubierta explotó junto a todo el barco y los hombres que había en el, algunos de otros barcos de los más alejados podían ver lo que ocurría enfrente de sus narices sin que ellos pudieran interferir de alguna manera. Pues veian como un proyectil volaba de barco en barco, los tripulantes podían ver cómo una masa de oro volaba prendida en fuego antes de estrellarse en contra de los barcos, y hacer que la pólvora hiciera el trabajo.

En un descuido Andrew no tuvo tiempo de calcular bien la trayectoria, siendo lanzado por los aires hacia el cielo, fue tanto el impulso que podía ver perfectamente su obra, más de la mitad de barcos ya estaban destruidos, pero lamentablemente la otra mitad le faltaban solo un par de metros antes de llegar al reino.

Alzó nuevamente su hacha, y en la punta de esta fue formándose poco a poco, el reino que eran los más alejados pudieron ver, era como si de la nada se creará un segundo sol, todos sentían como la temperatura subía de un momento a otro, era sofocante, pero vieron como Andrew se dejaba caer junto con su creación, y el mar se sacudió violentamente, el vapor del mar rápidamente nublo la visibilidad.

Cuando el vapor se hizo menos denso, permitiendo ver, los restos de lo que momentos antes fueron buques, quedaron esparcidos por todo el muelle, y no tardo mucho en que el olor a carne carbonizada inundara el aire, algunos no pudieron retener los alimentos en sus estómagos vomitando.

Andrew nado hasta llegar al muelle, toda una experiencia por los kilos de más, gracias a la armadura.

Apenas se puso de pie, por un momento se permitió pensar que todo había acabado, que lo había conseguido.

Pero no fue así, apenas escucho la explosión a su espalda, cayó al suelo, y delante de él una casa había sido destrozada. El dolor no tardo en aparecer, vio hacia donde el dolor provenía, la sangre mancho en menos de un minuto todo a su alrededor, el oro se mancho de sangre, solo podía sentir como el líquido vital abandonar su cuerpo con rapidez, su pierna izquierda había sido mutilada, veía como restos de músculos y huesos colgaban al aire, su respiración se hizo cada vez más pesada, debía actuar rápido, pero lamentablemente no fue el único en presenciar el acto.

Elsa había visto todo desde el balcón de su despacho, pero solo basto un segundo para que su amado cayera, sus pies dejaron de obedecerla en cuanto vio la sangre, pues una de las últimas cinco embarcaciones había disparado un cañón en contra de Andrew, sentía como sus músculos gritaban de dolor con cada pisada al no estar acostumbrados, pero ella no podía detenerse, su corazón le gritaba por estar a su lado, pero antes de poder llegar se escuchó una segunda explosión, Elsa solo por reflejo se protegió con su hielo creando una barrera entre ella y la bala, pero aún así salió volando apenas hubo contacto, y perdió el conocimiento.

Andrew vio como Elsa era lanzada por los aires, si respiración se hizo aún más pesada, apenas hizo una llama en la palma de su mano quemo su herida parando el sangrado. Pero esto lo hizo por puro instinto, su mente había dejado de funcionar, y solo había algo por lo que se movía.

Venganza.

Algunos de los presentes ese día, tuvieron que apartar la vista de la masacre que sucedió ante ellos, otros tantos su propia mente les hizo creer que lo que habían visto había sido una pesadilla, pero los más fuertes de corazón pudieron ver al animal que pensó le habían arrebatado lo más importante en su vida.

Andrew dejo que por todo su cuerpo corriera el fuego, su propia piel a pesar de poder soportar el fuego, se puso roja del calor, era como un lobo, y las llamas figuraban el pelaje de un animal, y corrió en contra de los invasores, algunos tuvieron la suerte de morir rápido siendo partidos a la mitad solo con la fuerza de las manos de Andrew, pero otros no la tuvieron siendo calcinados hasta la muerte.

En cuanto el último hombre dió el último respiró, Andrew se arrastró hasta el cuerpo que había quedado tendido en el suelo, con lo último de fuerzas que le quedaban, pudo ver cómo Elsa abría los ojos, solo para que el los cerrará después, pues su corazón pudo descansar al ver que su amada seguía con vida.

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