Poniendo reglas.

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Muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo este triste intento de historia. Me alegro mucho que haya personas a las que les guste lo que escribo.

Como siempre nada me pertenece, yo solo ocupo los personajes sin fines de lucro.

Capitulo X. Poniendo reglas.

El beso que comenzó solo como el roce de labios, rápidamente se convirtió en la lucha carnal de ambos. La inexperiencia no pudo detenerlos, solo dejaron que sus corazones y pasiones guiarán sus labios.

Elsa sentía las manos de Andrew en sus caderas, aunque ella es la que guiaba el beso, sentía la intensidad de las acciones de su contrarió, su respiración no podía ser contenida y a pesar que no quería hacerlo termino respirando de la boca de Andrew. La habitación rápidamente se estaba convirtiendo en un horno, el calor era casi asfixiante.

Elsa podía sentir como poco a poco su mente se nublaba, las nuevas sensaciones eran tantas que solo podía tratar de concentrarse para que estas no la arrastrarán lejos. Sintió como era tomada de las caderas, y de un simple movimiento termino sentada sobre las piernas de Andrew, este recorría con la punta de los dedos su espalda, el recorrido lo hacía con calma, como si quisiera grabar en la piel de Elsa su recorrido.

Pero Elsa jadeo cuando sintió los labios de Andrew sobre su cuello, justamente sobre su pulso, y los más audibles gemidos escapaban de la boca de Elsa. Pero de repente todo regreso cuando sintió las manos de Andrew sobre sus muslos y subir lentamente, solo basto ese segundo para le sujetará de las muñecas para detenerlo.

- Espera. - su respiración agitada apenas le podía dejar hablar.

- ¿Qué pasa?, ¿Te lastime? - Elsa podía ver en los ojos de Andrew su genuina preocupación.

- No solo... Vamos muy rápido.

Andrew ladeó la cabeza en confusión. - ¿De que hablas?

Elsa volteo hacia abajo, viendo la posición en la que se encontraban, y Andrew por mera inercia hizo lo mismo, y como si no hubiera sido conciente de sus actos hasta ese justo momento, su rostro enrojeció furiosamente.

Andrew con delicadeza movió el cuerpo de Elsa a un lado, y por unos cuantos minutos ninguno de los dos supo qué decir. Pues a pesar de que el sentimiento estaba ahí, no podían dejar que el descubrimiento de las nuevas sensaciones nublara su razonamiento.

- Entonces... creo que es hora de ir a dormir. - dijo Elsa, pese a que ella estaba tan despierta como si estuviera en pleno día.

Andrew afirmó con la cabeza y ofreció su brazo para comenzar a caminar, Elsa no dudó en tomarlo, y pese a que ya no sentía ese calor sofocante, el fantasma de la sensación seguía en su cuerpo.

El camino a las recámaras fue de lo más silencioso posible, apenas y se podían escuchar sus respiraciones, era algo que no tenían aún previsto, como se comportarían entre ellos y a luz de los demás, era algo para pensar con calma.

Andrew dejó a Elsa en la puerta de su habitación, cuando estuvo a punto de retirarse a su propia alcoba, sintió como era detenido por la mano de Elsa, está le había tomado el brazo.

- Mañana... mañana decidiremos que es esto, pero por hoy... - Elsa se colocó sobre la punta de sus pies, y dejó un suave beso en los labios de Andrew, solo para recordar que lo vivido no había sido un sueño.

Elsa se separó, y por unos segundos se perdió en la inmensidad de los sentimientos que se reflejaban en los ojos de Andrew, y este solo pudo sonreír antes de retomar su camino hacia su alcoba.

Elsa se acostó en su cama, y justo antes de caer dormida toco sus labios una última vez, solo para sentir como aún en ellos estaba presente el sabor de Andrew.

Elsa despertó a la luz del día, la mañana era fresca, posiblemente los últimos vestigios del invierno antes que la primavera y el verano hicieran las mañanas calurosas. Elsa se vistió, y para cuando Gerda le llamo a desayunar ya estaba lista.

Al entrar al comedor solo estaba Andrew sentado en la mesa, y entes de acercarse por completo, este se levantó de la mesa y ofreció la silla para que Elsa se sentará, y antes de sentarse nuevamente, Andrew le dio a Elsa un suave beso, y se separaron justo a tiempo para que los anteriores reyes entraran acompañados de los siervos que les servirían el desayuno.

El desayuno fue tranquilo, aunque los padres de ambos, se notaban estaban un poco tensos.

- Sobre lo ocurrido ayer. - dijo Agnarr, llamando la atención de sus hijos. - Al parecer las noticias volaron, y los reyes de las islas del sur se enteraron de la situación.

Elsa y Andrew veían a su padre esperando que este continuará.

- Y exigen una indemnización.

Andrew soltó una risa seca, casi burlona. - Es lo más cínico que he escuchado.

- Nosotros también pensamos así, pero ahora que Elsa es la reina es la que toma las decisiones.

Los tres voltearon a ver a Elsa, esperando que dijera algo. Pero Elsa estaba perdida en sus pensamientos, pues para Arendelle, cualquier cantidad que se les ocurriera a las islas del sur, por muy exagerada que está sea, sería como si se le quitara una nuez o una papa.

- ¿Que es lo que piden?

El rey se movió en su lugar incómodo. - Tú mano en matrimonio.

Y el silencio lleno la sala, pero era muy diferente a cualquiera que se hubiera hecho presente en la familia real. Era tenso, y se podía sentir las emociones de cada uno de los presentes. Elsa por mera inercia volteo a ver a Andrew, y pese a que su rostro trataba de parecer inmutado, una cuchara de plata que estaba en la mano del príncipe se había derretido sobre de esta.

- Se mandara una carta a las Islas del sur para exigir una compensación por el ataque sufrido a mi persona, tendrán dos meses para pagar tres galeones con oro, y si se resisten o no pueden pagarlo, se cortaran las conexiones económicas y por los préstamos que se hicieron a el rey, bueno... solo cobraremos lo que nos pertenece.

El rey sonrío con la respuesta de su hija, pues era la forma en la que la había educado. Arendelle era benévolo, un amigo para con sus aliados, pero si te atrevías a ir en contra de el, solo era cuestión de tiempo para que se arrastrarán pidiendo benevolencia, piedad, que les quiten la soga del cuello y juren lealtad a la reina, sin embargo ya será tarde, pues tan pronto como se vea que el cuerpo de lo que fue las islas del sur este en sus últimos momentos, será el momento de cortar la cabeza de tajo.

Habían pasado años desde la última guerra en la que intervino directamente Arendelle, pues con la revolución francesa y la llegada de la maquinaria, este fue lo suficientemente inteligente como para liberar a los siervos y pagar por su mano de obra. Así que, cualquier persona podría alcanzar un estatus social elevado si tenían la suficiente suerte y destreza para subir, era difícil, pero los reyes de Arendelle se enorgullecen que mientras que otros perdían sus puestos o sus cabezas por querer permanecer en el poder, la familia real de Arendelle seguía siendo la misma pese al cambio de tiempos, y eso era gracias a la excelente planeación que solían tener los reyes. Y ahora, si las Islas del sur se rehusaban y preferían la guerra, Arendelle estaba dispuesto a eso y más.

Elsa sabía perfectamente las consecuencias de sus acciones, pero no dejaría que alguien interfiera en su camino, ella ya tenía a su pareja a un lado suyo. Elsa solo esperaría el siguiente movimiento, las reglas del juego fueron puestas, y ella jugaría a ganar.

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