Capitulo 17

183 17 0
                                    

La mujer de pelo azabache, y mechón rojo yacía sobre un sillón completamente descontracturada de la postura que una asistente debe tener, su respiración era lenta y sus ojos estaban entre cerrados, parecía como si hubiera salido de noche, y recién se levantaba con resaca, producto de la gran noche que había tenido, pero las cosas no eran así, eran completamente diferentes, a ella no le gustaba lo que hacía, sufría cada vez que tenía que hacerlo, lo peor que era esclava de sus acciones, si bien había accedido voluntariamente a hacerlo, solo lo hacía para salvarlo nada mas, no para convertirlo en una rutina de apoyo para saciar sus ambiciones.

─Sos patética.

Escucho decir a una voz, instantáneamente abrió sus ojos, y fijo su vista en la figura que se posó delante de ella, no podía diferenciarla, solo veía una sombra muy oscura, de una altura bastante grande, y una figura delgada atlética de ensueño.

─Si seguis terminando así, tendré que pensar en alguien mas fuerte para la tarea─ hablo de forma fría girando su cuerpo

─¡¡¡No!!!─ exclamó ella con desesperación levantándose del lugar, y trastabillandose al punto de casi caer al suelo ─Soy digna─ agrego con euforia ─Por favor déjame continúar─ suplico, el sonrió ladinamente, había conseguido lo que quería, esa mujer se había enamorado tanto que haría cualquier cosa por el, hasta incluso dar su propia vida

─Bien, entonces arreglate─ hace una pausa ─Luci como la mujer que tenes que ser y empeza con tus actividades, no voy a permitir que alguien flojo trabaje para mi─ finalizó comenzando a caminar hacia la puerta a paso lento y con una prominente sonrisa en su rostro

─Si señor Agreste─ musitó ella en voz baja mientras agachaba su cabeza y juntaba sus manos temblorosas para poder pensar en otra cosa

Ese miraculous era una monstruosidad, mientras era Mayura podía ver y escuchar cosas aterradoras, aunque no todo era malo, la mayoría si lo era y eso la estaba agotando, sin hablar de la maldición que ese prodigio tenia, "quien usará el broche del pavo real, podía manejar sus poderes a gusto, pero a un precio muy alto, no importaba la finalidad de sus acciones, debían pagar el costo de su uso, con una porción de su propia vida"

¿Debería huir y no volver jamás?

Se preguntó mientras caminaba con dificultad hacia la puerta, una vez llego a ella recostó todo su cuerpo en el marco, y débilmente tomo el picaporte.

¿Soy tan fuerte como para lograrlo?

Gira el picaporte lentamente y con muchísima dificultad abre la puerta, ayudándose del movimiento de esta para poder mover su cuerpo, una vez estuvo completamente abierta, salió de la sala arrastrando sus pies, como si de un esclavo cansado de trabajar se tratara.

Siento que se esta llevando más vida de lo que debe.

Suspiro llegando hasta la escalera; la tarea más titanica venía ahora, subir todos los escalones y recomponerse para despertar al joven, sin que este notará su mal estar, y comenzará a hacer preguntas, ¿podría con eso?, ese chico la quería muchísimo, más desde lo que sucedió con su madre; el cariño le había otorgado un don muy especial, percatarse de sus estados de ánimo y darse cuenta al instante de que nada andaba bien.

Mientras pensaba en que excusa impartirle al joven, ya había llegado hasta la parte superior del escalinato, no fue tan costoso como se veía, o por lo menos no lo sintió asi, su fuerza volvía poco a poco, pero su rostro y su cuerpo se veían terribles, parecía una muerta viviente, y eso al joven no le iba al gustar en lo absoluto.

─Adrien.

Llamo delicadamente sin abrir la puerta pero apoyandose sobre ella, el malestar había regresado, del otro lado solo había silencio, la mujer suspiro y pesadamente elevó su puño para dar unos suaves golpecitos en la estructura de madera.

─Adrien─ repitió

─¿Nathalie?─ se escuchó a una voz bastante adormilada preguntar desde dentro

─Se nos hace tarde, debes apurarte─ dijo con mucha dificultad, el aire le estaba comenzando a faltar, de pronto la puerta se abrió y esta cayó hacia adentro por haber recostado el peso de su cuerpo en ella

─¡Nathalie!─ exclamó el rubio con suma preocupación, atrapando entre sus brazos a la mujer, gracias a las batallas que tenía como Chat Noir, su fuerza se incremento permitiendole atrapar a su asistente ─¿Que te pasa?─ pregunto con algo de miedo

─Nada, vamos, hay que irnos─ replicó ella intentando recomponerse en vano

─No, así no te voy a dejar─ el rubio comenzó a retroceder arrastrando el cuerpo de ella junto con el, la dama era tan delgada que casi no requeria mucho esfuerzo moverla ─Siempre me has cuidado, ahora es mi turno, no podes estar asi─ finalizó lanzandola contra su cama

─No hagas esto─ balbuceó, el joven la acomodo, le puso una almohada y la tapo con sus cobijas

─Silencio, ahora las ordenes las doy yo, te vas a quedar aquí, y yo me voy a encargar de cuidarte─ ordenó con severidad

─Si su padre. . .

─Papá nada─ interrumpió impidiendo que continuará, luego hace una pausa ─Ya soy grande, es momento de dejar de acatarlo─ suspira ─Sos una persona, no podemos tratarte como si fueras una cosa, mírate como estas─ la señala ─Ni siquiera en navidad nos dejas para ver a tu familia o tomarte tiempo para vos misma.

Los ojos de la asistente se llenaron de lágrimas al sentir las palabras del chico, por primera vez alguien se preocupaba por ella, algo que no sucedía desde lo que paso con la señora de la casa.

─Gracias─ susurro forzando una sonrisa

─Duerme, y luego haré que te traigan algo de te.

La mujer asintió con la poca fuerza que tenía, y el chico salio feliz lugar, camino tranquilamente por el pasillo, y bajo por la escalera hasta llegar a la cocina, allí le ordenó a la cocinera preparar una taza de té en una hora y subirla a su habitación.

─Quédese tranquilo señorito, haré el te que a usted le gusta y le diré a Nathalie que se lo suba─ contesto con una sonrisa de oreja a oreja

─¡¡No!!─ replicó en tono molesto, la mujer borro la sonrisa ─Vas a hacer el te que le gusta a Nathalie, y lo vas a subir vos─ ordenó con el seño fruncido

─Pero señorito, a Nathalie no le gusta tomar te, es como darle veneno, si ella no toma café no vive─ se escudo mirándolo con rareza

─Cafe será entonces─ contesto calmado y salió del lugar

─Que niño más raro─ acotó la mujer mientras comenzaba a cocinar

El joven llego hasta la sala, sacó su celular, le envío un mensaje a Nino diciéndole que no iría y luego se sento en un sillón a leer un libro. Trato de concentrarse en el pero no pudo, automáticamente comenzó a pensar en Marinette, pensaba en sus ojos, en sus mejillas rosadas, en sus hermosos labios, pensaba en lo que habían hecho el día anterior, después de luchar con los villanos de Mayura, y de salvar a Luka; los dos habían pasado toda la tarde comiendo galletas y jugando video juegos, hasta que su niñero llego algo molesto y el tuvo que irse, no le gustó la idea en el momento, ya que dejaba a su enamorada en las manos de un hombre que no parecía psicologícamente estable, y que podría agarrarselas con ella, pero ante las súplicas de su chica no pudo hacer nada y finalmente rendido se fue de ahí, ¿como estaría ahora?, se preguntaba, ¿lo extrañaría?, pero que pensaba, seguro ella estaba pensando tanto en su forma de heroe, que ni siquiera se habrá percatado de su ausencia.

─¿Adrien, que haces aquí?

Se escuchó preguntar a la voz de su padre, el joven salto del asiento y en pose firme se dirigió hacia el hombre, quien lo miraba de forma seria.

Miraculous: Viaje al pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora