Entrenamiento

934 88 33
                                    

Se encontraban en los vestidores del gimnasio, Steve sentado en una silla sosteniendo una bolsita de hielo contra su mejilla izquierda, dio un leve bufido cuando Danny lo volteó a ver para asegurarse de que siguiera con eso contra la cara.

—Además de ser un animal, eres idiota... ¿Cómo es que te descuidas en medio de una pelea?— pregunta el rubio sonando desesperado mientras guarda las cosas de ambos en sus respectivas mochilas, Steve ya no va a seguir entrenando por hoy, está dicho, por el policía pero está dicho.

El moreno rodó los ojos —Es culpa tuya...— se limitó a responder, sin darse cuenta de que en efecto era culpa de Danny y que ahora el más bajito querría explicaciones que por supuesto el comandante no va a dar.

—¡¿Mi culpa, pedazo de alcornoque?! !¿Cómo va a ser mi culpa, si yo venía llegando cuando tú estabas en el ring con tu amiguito del ejército?!— vociferó el detective agitando sus manos como siempre hace frente al Seal que lo miraba como si estuviera siendo regañado por su mamá cuando niño pequeño.

—Marina, Danny, marina...— dijo levantando su índice en señal de aclaración.

—Es lo mismo al caso, Steven...—

—. . .— el capitán de fragata mejor decidió callar, o acabaría por delatarse.

**(Lo que pasó)

Había convencido a Danny de inscribirse juntos al gimnasio, aunque no siempre acudían juntos. Ese día Steve llegó acompañado de un amigo que se encontró en ese lugar el otro día, entre pláticas y bromas decidieron tener una pelea de práctica, solamente eso, nada serio.

Ambos se pusieron sus guantes y subieron al cuadrilátero, empezaron perfectamente bien, y así pasaron los minutos hasta que ambos hombres de naturaleza competitiva empezaron a tomarlo un poco más en serio: ninguno quería perder.

En eso, entra Danny al gimnasio, se cambia en los vestidores pero antes de acercarse demasiado a la parte de abajo del ring, se da cuenta que tenía las agujetas de los tenis desatadas, Steve lo había estado mirando sólo de reojo mientras esquivaba golpes y también atacaba, pero su defensiva se fue al carajo cuando el rubio se agachó de espaldas al moreno, dejando ver esa perfecta retaguardia enmarcada por unos shorts un poco ajustados que se entallaron a sus muslos como si la intención fuera distraer al Seal, dibujando también ese contorno con la deliciosa figura de un durazno que fue el colmo de todo esto.

Antes de darse cuenta un fuerte golpe en el rostro le hizo caer al suelo y lo dejó desorientado por un par de segundos, había perdido la pelea por culpa del trasero de su compañero.

—Ya no pienso dejarte venir sólo a entrenar, tendré que venir contigo cada vez...— bufó un molesto policía gruñón.

—No por favor...— balbuceó Steve, seguro de que recibiría palizas más seguido de ser el caso.

—¿Qué? ¿Dijiste algo?— volteó Danny mientras caminaba delante suyo rumbo al auto

—No dije nada...—

—Justo eso pensé—

Oneshot McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora