Anti-estrés

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Había sido un día largo de trabajo en Cinco-0, además bastante cargado de papeleo, sin mencionar que sin casos nuevos y para colmo, el día libre de Danny, lo que significa que no había con quién discutir, ni por qué hacerlo, además nadie a quien poner a hacer el papeleo que Steve no quería hacer.

Tuvo que estar encerrado casi todo el día en su oficina explicando por escrito el desarrollo de sus casos esta semana, además, recibió la visita del gobernador, que quería solamente revisar cómo marchan las cosas en el cuartel general. Steve odia esas visitas por mas de una razón, y todas le parecen perfectamente justificables.

Al final del turno, casi celebró para sí mismo poder salir de ahí. El comandante se despidió de sus amigos, con la premisa de verse al día siguiente para trabajar, y salió del lugar. Condujo en el Camaro de su novio, que ya había adoptado como suyo, hasta su propia casa, donde sabía que el rubio estaba, seguramente viendo televisión mientras lo esperaba.

Por otro lado, para Danny había sido un día bastante agradable y productivo, pudo hacer las compras de la semana, sin tener a Steve casi encima regalándole por comprar cosas como jamón enlatado, galletas, chocolates, malasadas, etcétera, además, cocinó pasta de pesto con pollo para comer en lugar de que su controlador novio eligiera un lugar de comida polinesia para el almuerzo, y por supuesto, acabar el día con el juego de americano (que espera poder ver con Steve) y tomando una cerveza... El día perfecto.

Danny escuchó SU auto siendo estacionado afuera de la casa y supo que su novio había llegado, la puerta abrirse y a Steve entrando en un relativo silencio, ya que solo se limitó a saludar. Lo escuchó suspirar mientras dejaba las llaves, su placa y su arma en la mesita de la sala y avanzaba hacia el sofá a paso cansado.

—¿Día pesado, bebé?— preguntó el detective cuando su chico se sentó al lado suyo, y mientras le ofrecía una cerveza, la cual el más alto aceptó y agradeció con una seña.

—Aburrido más bien... Y estresante— respondió Steve, sentía que Danny le hacía mucha falta pero no iba a quitarle sus descansos por eso.

Danny estaba a punto de contestar, pero incluso olvidó lo que iba a decir cuando, sin previo aviso (ya sea vocalizado, o alguna señal en el lenguaje corporal de su pareja), sintió la mano de Steve colarse bajo sus shorts y su prenda interior, para acariciar y apretujar ligeramente sus bolas

—Steve...— llamó haciendo que el moreno volteara a verlo —¿Qué haces?—

El isleño miró a su querido rubio con una expresión tan inocente como si no estuviera haciendo ni nunca hubiera hecho nada objetable en su vida —Juego con mis pelotas anti-estrés...— fue su respuesta, sencilla y directa.

—. . .— Danny no supo qué decir, tampoco si sería bueno quejarse ya que era algo que se repetirá seguramente y tampoco es como si tuviera alguna verdadera queja, solamente lo había tomado desprevenido.

Oneshot McDannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora