Angelo Caduto ☆ 『 Chuuves 』

《 𝑳𝒆 𝑴𝒊𝒆 𝑨𝒍𝒊 》

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Mis Alas

Había pasado otro día más y las alumnas de aquel Instututo religioso se dirigían a descansar, unas iban a los dormitorios y otras se iban a sus casas. La razón por la que unas se quedaban en los dormitorios era porque sus casas quedaban muy lejos del Instituto o simplemente querían residir ahí.

Sooyoung pasó por aquella reja negra para salir de aquel lugar que la apresaba y para dirigirse a otro lugar donde también se sentía cautiva. Subió al auto negro que la esperaba y éste avanzó recorriendo carreteras hasta dejarla en su casa.

La joven preferiría escapar a la capilla más de mil veces para dejar de ser molestada a estar en su propio hogar.  Se encerró en su cuanto y se metió al baño donde se sentó pegando sus rodillas a su pecho, deseando desaparecer para no volver jamás.

—¡Sooyoung, abre la puerta! —gritaba su padre.

Sooyoung lloraba y rezaba para que su padre no pudiera abrir la puerta; sin embargo sus plegarias no fueron escuchadas, ya que aquella persona a quien le tenía tanto miedo, abrió la puerta utilizando las llaves y luego entró al refugio de Sooyoung.

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A las siete y media de la mañana, las alumnas comenzaban a llenar los salones y pasillos del Instituto. Sooyoung caminaba entre las jóvenes estudiantes, las cuales se alejaban de ella al detectar su presencia. Llegó a su salón y sus compañeras la miraron a la cara, justo a la parte superior derecha de su pómulo, aquella parte tenía un color morado verdoso y amarillento rojizo gracias a un golpe proporcionado por su padre. Nadie dijo nada.

Y así las horas pasaron y llegó el momento de ir al salón de música, es decir, el salón preferido de Kim Jiwoo, a la joven le encantaba cantar esas canciones de letras en Italiano y Latín, no había otra cosa que le gustara más.

—Aaaaah, qué envidia. Jiwoo logró obtener el solo —dijo Jinsol sentada al lado de Jungeun.

—De todos modos no es como si lo hubieras podido conseguir —expuso Jungeun cruzándose de brazos.

—Maldita bastarda...

—¡Señorita Jinsol, esa no es manera de hablarle a su compañera! —gritó la maestra Park sosteniendo su tan representativa lista de asistencia.

Jiwoo ubicó a Sooyoung quien estaba sentada en la tercera hilera y se dirigió a sentarse allá para hablar con ella.

—Hola, Sooyoung —dijo sonriéndole.

—Hola... —respondió la mayor tratando de ocultar el golpe en su rostro con su cabello.

—¿Cómo has estado? —preguntó a pesar de haber notado el golpe que tenía, lo que significaba que su amiga no estaría del todo bien.

—Estoy bien, gracias —le respondió formando con sus labios una pequeña sonrisa.

Sooyoung se sintió extraña al darse cuenta de que Jiwoo estaba platicando con ella porque no conversaba con mucha gente desde que llegó al Instituto y además Jiwoo era la única persona con la que se sentía cómoda, casi parecía que tenía una vida normal, donde tenía una amiga que se preocupaba por su bienestar y que platicaba con ella sin importarle nada, y la tenía, tenía esa amiga, pero no tenía la vida normal que quería.