《 𝑳𝒂 𝒑𝒓𝒆𝒈𝒉𝒊𝒆𝒓𝒂 》

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La oración

"Lesbiana asquerosa", "bruja", "maldita perra", "te vas a pudrir en el infierno", y muchas cosas más se podían ver escritas en el pupitre de Sooyoung.  La joven sacó un trapo gris de su mochila y fue al baño para mojarlo, después regresó al salón y limpió aquellas frases hechas con plumón negro. Pero ahí no acabo el asunto, las chicas de su salón se encargaron de aventarle el relleno del bote de basura encima, haciendo que pequeños pedazos de papel y otros residuos cayeran sobre su cabello y su ropa. 

—¡Maestra Lee! —gritó una de las chicas al sentir la mano de la maestra apretándole el brazo.

—¿Qué les sucede? ¿Cómo pueden hacerle esto a su compañera? ¿Les gustaría que les hicieran lo mismo? —Sooyoung se anticipó a huir del salón y prefirió adentrarse en los rincones de la biblioteca. Recordó aquel lugar oscuro donde encontró a Jiwoo una vez y se sentó donde mismo.

—¡Sooyoung, Sooyoung! —gritaba la voz de Jiwoo siendo reconocida por la joven escondida, quien no quiso responder, pero cuando menos se lo esperó, Jiwoo ya estaba abrazándola para consolarle.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó Sooyoung entre sollozos.

—La Maestra Lee me indicó que habías corrido hasta aquí. Me lo contó todo. Ella sabe que soy tu amiga. Ven, ya casi toca clase de música, tenemos que practicar nuestro dueto.

—No quiero ir, me quiero quedar aquí. Quiero que te quedes conmigo.

—No podemos Sooyoung, tenemos que ir.

—¡Pues entonces vete tú! Yo no puedo ir allá. Tampoco voy a cantar contigo. Sé que nadie quiere que participe en el evento de invierno. He tratado de ser una persona normal y de incluirme más, pero simplemente todos me rechazan, incluso hay gente que me espera a la salida para pedirme que me vaya de esta escuela, o padres que me piden que no les hable a sus hijas, pero no le estoy haciendo daño a nadie, no entiendo por qué me piden que me aleje de todos, me tratan como si fuera un monstruo... —Jiwoo jamás podría entender el dolor que estaba sufriendo Sooyoung ya que nadie la había molestado nunca y sabía que jamás sería juzgada tal como la gente juzga a su amiga.

— Está bien, si te quieres quedar aquí, quédate entonces. No te obligaré a que vayas conmigo. —Sooyoung no dijo nada, simplemente bajó su cabeza y dejó que sus lágrimas cayeran al suelo. 

Jiwoo no entendía como la gente podía tratar de tal manera a una criatura tan hermosa y delicada como lo era Sooyoung, ¿tan malo era lo que estaba haciendo?.

Al final de las clases, la joven de cabello castaño claro no volvió por su amiga a la biblioteca, en cambio, Jiwoo visitó de nuevo la capilla donde ella y Sooyoung se habían conocido. Juntó sus manos y cerró sus ojos como si esto fuera a hacer su oración más fuerte, entonces, en medio del silencio, el ambiente cálido y el olor de las velas, recordó esa pregunta que alguna vez salió de los labios de Sooyoung.

"¿Es realmente malo desobedecer a Dios?".

Esa era una pregunta demasiado difícil de responder.

"¿Y quién ha dicho que has desobedecido a Dios?". Preguntó Jiwoo en su mente. "Tienes razón, amar no es nada malo, nadie tiene derecho a juzgarte. Padre, tú sabes que tu hija Sooyoung es una buena persona, por favor ayúdala". Se concentró en orar y se desbordaron lágrimas de sus ojos debido a que quería que su amiga viviera en paz. "Por favor ayúdala, por favor ayúdala". De repente la puerta de la capilla se abrió, lo que hizo que Jiwoo girara su cabeza lentamente para ver a la persona que entraba.

—¡Oh! Hola, Jiwoo —dijo la hermana Anna dirigiéndose hacia la chica.

—Hola, hermana.

—¿Por qué lloras, hija? —dijo dándole una mirada de preocupación

La hermana Anna era una mujer muy bonita, todas las chicas se preguntaban por qué habría querido dedicarse a la vocación religiosa, apostaban a que habría más de mil hombres tras de ella, pero al único hombre que siempre tuvo en su corazón, fue a Jesús.

—Quiero que mi padre ayude a mi amiga Sooyoung. Ella es una buena persona, no merece sufrir, hermana, no lo merece.

—Hija, Jesús era una buena persona y sin embargo sufrió bastante aunque no lo merecía. No estés triste, ya verás que las cosas se arreglarán. —La hermana abrazó a Jiwoo y con sus delgadas y pálidas manos, recogió las lágrimas de su hija.

La hermana Anna, o Yoona, cual era su nombre civil, quería mucho a Jiwoo y la trataba como si fuera de su sangre. Le dolía mucho ver a la joven llorar de esa manera gracias al sufrimiento de su amiga.

—Madre Directora, he escuchado sobre el problema que tenemos con la joven Sooyoung y sobre el acoso escolar que está sufriendo, me preguntaba si podría ir a darles a las chicas una platica sobre el respeto y amor al prójimo.

—Claro hermana Anna, eso nos serviría de mucho en estos momentos.

—Iré al jardín a regar mis rosas antes de ir al salón "B". —La hermana Anna abrió la reja blanca que daba hasta el jardín y se adentró entre los rosales donde esperó por un pequeño momento.

—¡Jesús! —dijo abrazando al guapo jardinero.

—Anna, he esperado largas horas sólo para verte. Estoy esperando con emoción el día en que dejes de ser religiosa para que te cases conmigo.

—No te preocupes amor, no falta mucho.

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Angelo Caduto ☆ 『 Chuuves 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora