"Regreso" (Staron.)

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-¡Ya llegué!- Saludó el rubio entrando en la casa, al mismo tiempo que soltaba el gran bolso que traía. Enseguida un perro castaño apareció frente a él y empezó a saltar a su alrededor.- ¡Dodger! Hola amigo ¿cómo estás?- El can movió la cola y pasó su lengua por la cara del hombre, quien se había agachado para mimarlo.- Oh, yo también te extrañé. ¿Dónde está mamá?- Dodger ladró dos veces y corrió hacia el patio trasero.

-Hola muchachote.- Una hermosa mujer acarició al perro cuando este llegó a ella y se sentó a su lado.

-¿Todo el amor para él nada más?- La ojiceleste volteó y sonrió ampliamente.

-¡Steve! ¡Volviste!- Con dificultad se levantó del suelo y caminó a abrazar tan fuertemente a su esposo como su enorme vientre le permitía.- Te...- lo besó.- Extrañé...- otro beso.- Mucho...- y una gran serie de besos fue esparcida en el rostro contrario.

-Sí, ya volví.- Rió.- ¿Cómo están mis amores?- Preguntó, mientras se ponía en cuclillas y acariciaba el abultado vientre de Sharon.- Hola mi pequeña princesa ¿cómo estás?- Como respuesta recibió un pequeño movimiento.

-Ha estado muy tensa estos días. Preocupada por el idiota de su padre que se le ocurre irse a una misión sabiendo que puede nacer en cualquier momento.- Protestó.

-Lo siento amor, es que de verdad era importante.

-Lo sé, es que me asusta demasiado la idea de perderte.- Lo abrazó nuevamente y él no pudo evitar sentirse algo triste.

-Tranquila amor, ya no me iré más.- Le dio un beso en la frente.- ¿Sabes qué? Hoy hay partido ¿lo vemos juntos?- El rostro de Sharon se iluminó.

-¡SÍ! Prepara el auto para ir por los bocadillos.- Entró a la casa a paso veloz, para ser que tenía un embarazo de ocho meses y desapareció de la vista de Steve. Recién llegaba y ya debía volver a salir, sonrió, no le molestaba ni un poco si eso significaba ver a su amada feliz.

Llegaron al supermercado y fueron buscando distintas cosas. Al principio un par de snacks salados, luego unos dulces, jugos, bizcochos, frutas... en fin, terminaron haciendo la compra para toda la semana. Regresaron a su hogar rápidamente y se sentaron a mirar el partido, rodeados de las provisiones que habían comprado.

-Sharon, amor...- La llamó, ella volteó con medio nacho con nutella en la mano y la otra mitad en la boca.

-¿Fi, cafiño?- Preguntó con la boca llena.- Él rió ante la escena y besó suavemente la comisura de sus labios.

-Te amo.- Susurró cuando se separó.- Y tenías un poco de nutella ahí.- Bromeó tocando el lugar donde había puesto su boca.

-¡Oh, Steven!- Le dio un golpecito en el hombro.- Yo también te amo.- Se quedó un momento en silencio.- ¿Sabes algo? Ya sé cuál es el nombre ideal para nuestra niña.

-¿Ah, si? Dime, preciosa.

-Margaret.- El rubio casi se atragantó con su propia saliva.

-¿Estás segura?

-Sí. Sería lindo que llevase el nombre de la mujer que me inspiró para convertirme en agente y que, además, fue tu primer amor ¿no crees?- El blondo la miró. Le encantaba la idea de ponerle así a su hijita, pero algo no le cerraba.

-¿No se te hace incómodo hablar de ese tema? Digo, ella era tu tia...

-Steve, de verdad no me molesta que salieran y sabes que a ella tampoco le molestaba lo nuestro. Sé que me amas igual a como la amabas a ella. Y sí, quiero que mi niña lleve su nombre.- La rubia sonrió y le acarició la mejilla.

-En ese caso, creo que es el nombre perfecto.- Bajó hasta el lugar donde descansaba su bebé.- Ya quiero que estés aquí, mi pequeña Peggy Rogers-Carter.

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