Su cara.
La mía.
Es lo mismo de siempre.
Ocurre desde hace tanto que he olvidado si esto es un sueño, un recuerdo de otra vida
o una película repetida.
Es familiar, pero nuevo. Como esa prima con la que nunca te ves, pero sabes que está.
La ironía del asunto era que la conocía de toda la vida.
O al menos lo que parecía toda una vida.Sus ojos tristes, brillantes y oscuros, con un tinte de locura que se escondia en cada pestañeo.
La forma en la que sus cejas indicaban un dolor profundo.
La boca torcida en una sonrisa desquiciada, pero desesperada.
Todo a la vez.
Ella era...
era algo que no era y queria ser.
Era un susurro.
Ella era un montón de cosas que no eran nada en realidad.
Ella era soledad y dolor.
Ella era yo,
la verdad es que somos dos.