Fuego en los corazones

Capítulo 5

Cuando Neal, Candy y Patty irrumpieron en la casa toda prisa, ya empezaba a obscurecer. Candy se adelantó corriendo hasta llegar a la oficina del Sr. Albert.

-¡Albert...Albeeeert!,-Gritaba excitada atravesando la puerta y deteniéndose frente a él.

El rubio reaccionó sorprendido a los gritos de la chica...

-¡Candy!...que sucede...porque gritas así, ¿pasa algo malo?,- preguntó alterado.

-¡Por favor Albert debes leer esto!.- dijo al mismo tiempo que le entregaba la carta.

Después de leer,no daba crédito a lo que estaba escrito en ella, pero luego en un instante pasó del asombro al llanto, una sensación de incontenible alegría lo invadió, abrazando a George que le daba gracias a Dios por tan buena noticia.

Cuando los dos salieron de la oficina, la noticia se esparció como reguero de pólvora...toda la casa zumbaba como una colmena por las buenas nuevas, Annie y Archie estaban auxiliando a tía Elroy, que yacía desmayada en el sillón debido a la sobrecarga de sentimientos, Neil sostenía la mano de Patty, que lloraba convulsivamente. Esta escena fue captada por la Sra. Legan y su hija Eliza, que llegaron intempestivamente..

- ¿Cuál es el problema aqui? - preguntó Eliza con como siempre, con su expresión altiva.

-Stear está vivo,- les dijo Neal a ambas.Al principio tampoco lo creyeron, después al igual que los demás se alegraron con la buena noticia.

Cuando todos se calmaron,Albert anunció que él, George y Archie irían a Nueva York para encontrarse con el héroe de guerra y el grupo que lo acompañaba.

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-¡No, no, y mil veces no! - repitió Albert, -Esta vez no puedo dejarlas ir conmigo.-

Le dijo a Candy y a Patty que clamaban por acompañarlo en su viaje.

-¡Pero Albert!...por favor déjanos acompañarte.- Candy le rogó.

Las chicas no entendían la razón de la negativa de Albert, pero la tía Elroy por primera vez estuvo totalmente de acuerdo con el jefe del clan en no dejarlas ir y al mismo tiempo, en su imaginación, ella ya estaba pensando en una recepción en honor de Stear.

Albert tenía sus razones para no dejar a Candy y a Paty a Nueva York; en primer lugar, tenía miedo del estado en que volvería Stear y que eso les causara un shock, en segundo lugar, él, como siempre, se preocupaba por Candy, porque era en Nueva York donde vivía Terry, temía que estando allá flaqueara y fuera a buscarlo.

El la veía fortalecida después de su separación, asunto que le costó lágrimas y sufrimiento superar, no sería justo que todo lo ganado, se echara a perder con la tentación que significaba ir al lugar de residencia de Terry.

Neil en el fondo entendió todo y le agradeció a Albert por su decisión tan sabia, por lo que sintió que era necesario decirle;

-Tio Albert, permíteme cuidar de Candy, Annie y Patty mientras ustedes van por Stear. ¡Podemos preparar todo para su llegada!, -dijo entusiasmado.

-¡Me parece muy bien Neal!...excelente idea, por supuesto te doy mi permiso,- respondió Albert, lo cual no le hizo ni la mínima gracia a Archie, que resignado, solo guardó silencio.

- ¿Pero qué vamos a hacer?, ¡tardarán mucho en volver!, la espera se nos hará eterna,- Candy lucía desanimada, ya que, al igual que Paty, no podían esperar para ver a Stear de nuevo.

-Solo serán unos cuantos días, Chicago es una gran ciudad, y el entretenimiento es suficiente para todos los gustos, - aseguró Albert. -Si mal no recuerdo, la señorita Brighton se está preparando para la boda y necesita hacer muchas compras,- dijo con una sonrisa.