Capítulo 7

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Neil caminó arriba y abajo de la habitación. Desde que Annie regresó al apartamento y contó estas horribles noticias, pareció una eternidad. Tan pronto como el moreno escuchó esta noticia, estaba desesperado como si cada fibra de su alma fuera cortada, pero luego tomó fuerza y decidió actuar. Sabía que tenía que ser fuerte por su amor a Candy, tenía la firme intención de salvarla y nada podría impedirlo incluso a costa de su propia vida.


Antes que nada, envió un telegrama al Sr. Albert en Nueva York con una nota de "urgente". Luego llamó al teniente de la policía, Phil Stoner, quien atendió de inmediato su llamado. También contactó al mejor detective de Chicago; Louis Connors, quien ordenó la publicación en los periódicos acerca de la desaparición de Candy White Andrew. Llamó por teléfono a su padre y le contó todo.

El Sr. Legan simpatizaba mucho con Candy, asi que se ofreció a ayudar en caso de ser necesario. Neil también le informó que contactó al banquero para ponerlo sobre aviso, en caso de que necesitara pagarse algún rescate. Ni el policía ni el detective podían estaban seguros de que Candy realmente haya sido secuestrada, en tanto no recibieran alguna llamada de los delincuentes.

Estaban considerando todas las hipótesis, incluso la que Candy logró escapar de sus captores y estuviera escondida en algún sitio, y por alguna razón, no ha logrado comunicarse con la familia.

Cuando el Sr. Legan le contó todo a su esposa e hija, la Sra. Legan se echó a llorar, aunque no simpatizaba con Candy, tampoco deseaba que nada malo le sucediera.

Y Eliza, al enterarse de la noticia pensó inmediatamente: -Y si ella muere, ¿qué sucederá con mi hermano?. Decidieron esperar hasta el regreso de Albert y no contarle nada a la tía Elroy, así que interceptaron todos los periódicos para evitar que la señora se enterara de las malas noticias.


Mientras Neil estaba ocupado con el policía y el detective, Terry que no se había retirado de la mansión, estaba sentado en el sofá de la sala de estar con una copa de whisky, mirando a un punto fijo, y el ojo en el que lo golpeó su oponente, lucía hinchado.

Cuando Annie les contó todo, para Terry, esa noticia fue como si le hubieran tirado un balde con agua helada. También se dio cuenta de que había sido engañado para que fuera a Chicago. Lo único que podía hacer era esperar que regresara Albert y el mismo aclarara esa nota, que evidentemente era falsa y juró vengarse del culpable.

Junto a él estaba sentada su madre, que como acordaran con anticipación, llegó una hora después a su encuentro en la mansión, apareció en medio de la escena e inmediatamente corrió hacia Terry.

Al enterarse de toda la confusión respecto a la nota y la desaparición de la chica, llamó al hotel donde se alojaban Robert Hathaway y Karen Kleis y les contó sobre el incidente.

Ellos, sin embargo, como ella, no entendieron nada.

-Probablemente fuimos todos engañados,- dijo Hathaway, y simpatizó genuinamente con Terry, quien resultó ser el chivo expiatorio. Karen también se preocupó por su compañero no entendía cómo podían haberle hecho esto: -Lo principal es que Terry mantenga la calma y permanezca sobrio,.-pensó.

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La condición de Annie Brighton hizo que Neal llamara a Patty y a su abuela para que fueran a acompañar a la chica que no paraba de llorar, finalmente después de horas logró tranquilizarse quedándose dormida con un sueño intranquilo, ella se consideraba culpable de todo. Patty estaba muy preocupada por sus amigos, pero tomó el ejemplo de la fuerza de espíritu del Neal y oró junto con su abuela Martha. Entonces se sentaron a esperar un milagro.

Fuego en los corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora