Capítulo 1

4.5K 178 4
                                    

Un nuevo día, un maravilloso y tortuoso nuevo día.

Me estiro en mi cama, sin ganas de levantarme y enfrentarme a todas esas personas que no esperan más de mí que fracaso.


<< ¿En qué momento mi vida se volvió tan patética? >>


Pregunta tonta, pues yo sé bien la respuesta. Fue hace tres años, el día en que mis padres y mi hermana mayor fallecieron en ese accidente automovilístico. Ese día mi vida cambió por completo.

Tenía 23 años y una buena vida a mis pies, con mi carrera de abogada finalizada con los mejores promedios y un novio guapo que me quería, amigas que siempre estaban conmigo. Unos padres que nunca dejaron que nada me faltara y una maravillosa hermana que era mi guía.

El día que perdí a mi familia, también perdí todo lo demás.

El día que mis padres fallecieron dejaron en el aire su buffet de abogados. Y según el testamento de mis padres, si algún día ellos faltaban, Margoth se haría cargo de dirigir el buffet. Pero al no estar ella tampoco, toda la responsabilidad recaía en mí.

¿Pero quién quiere como jefa a una chiquilla de 23 años que a penas y había terminado su carrera?

La respuesta era sencilla; NADIE.

Así que cuando todo este calvario comenzó fue cuando mi vida se empezó a desmoronar y fue en ese momento que las personas a mi alrededor empezaron a desaparecer. Mi fabuloso y guapo novio, adiós. Mis excelentes amigas, adiós.

La única persona que se mantuvo presente conmigo fue Kathia, ella era mi roca, mi soporte.

Entré a trabajar en el buffet y debo decir que no fue un paseo por el parque. Corrijo, NO es un paseo por el parque.

Cuando camino por los pasillos siempre siento la mirada de todos, escucho los murmullos de los trabajadores diciendo que toda esta responsabilidad me queda grande, que no podré mantener a flote al buffet estando sola. También se dice que si no fuera por la junta directiva y el señor Gómez todo se iría a la mierda. Y no solo los trabajadores piensan así, también el resto de los abogados. He sido relegada a simplemente dedicarme a plasmar mi firma en los documentos necesarios y a nada más. Pasé a estar a una oficina minúscula al final del pasillo. Pasando mis días en la computadora mirando tonterías, sin nada más que hacer y.... ¡Estaba harta!

Termino de bañarme y busco algo que ponerme, encuentro un pantalón de vestir y una blusa algo ancha para mi delgado cuerpo y me coloco con unos zapatos negros planos. Desde hace un tiempo había dejado atrás la ropa de moda y bonita. Sentía que de este modo la gente me notaba menos, y eso era lo que yo más quería, pasar desapercibida.

Miré la hora en mi teléfono y estaba a tiempo, para lo que importaba, solo debía llegar y seguir leyendo alguna novela en mi computador hasta el final del día.

—Ya podemos irnos Manuel —le dije a mi chófer.

Si, tenía chófer. Lo único que no me había faltado todos estos años era el dinero, y aunque era un alivio agradecía más tener a Manuel, era el mejor hombre que pudiera existir en este mundo. Él y Rosa, quien se encargaba de mantener la casa en perfecto orden, eran dos de las pocas personas que aún se mantenían presentes en mi vida, apoyándome y siempre teniendo una palabra de aliento.

—¿Ha desayunado señorita? —me pregunta abriendo la puerta trasera del carro.

—Comeré algo después, no te preocupes Manuel.

Boss LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora