Iba a ser la última fiesta a la que acudiera antes de mi gran operación, la que marcaría un nuevo comienzo en mi vida. No podía dejar de pensar en lo que me enfrentaría al día siguiente, y mi cabeza se volvía un puzzle en el que ninguna pieza encajaba. Liam había estado intentado contactar conmigo todo el día. No tenía ganas de verle, mi salud no me había estado jugando una buena pasada, y mi confianza en el escaseaba por momentos.
Pasadas varias horas, Mike vino a recogerme. La idea de ir a la fiesta de Sally no le hacía mucha gracia, pero sabía que lo hacía por mi y mi empeño en ir. Tenía sentimientos encontrados desde aquella visita horas antes, pero sentía que no confiaba en nadie. Pude ver el coche de Liam aparcado en la puerta de la casa y se me erizó la piel. Tomé aire antes de pasar al interior. Mike no se separaba de mi, y apartaba a la gente que se interpusiera en mi camino hasta llegar al sillón donde se encontraba Sally con algunos amigos. Me quede paralizada cuando vi a Daniel a acaramelado a su lado.
—Jess—dijo Sally, al verme, y se despegó de Daniel de inmediato. –Mike—susurró de seguido al verle a mi lado. Este se mantuvo frío como una roca, sin prestarle demasiada atención. Daniel me lanzó una mirada de sorpresa, y no pude articular palabra. Sally salió de la multitud y me cogió de la mano para hablar en privado.
–Quería contártelo...–me dijo, mirando hacia Daniel.
–¿Contarme el qué?–dije, con las pupilas dilatadas, prediciendo la respuesta que no quería oír.
–Sobre lo nuestro–
La música se convirtió en un sonido muy lejano en esos instantes. La cabeza me daba vueltas y no sabía por qué era tan doloroso escuchar eso. Había intentado bloquear mis sentimientos por él desde la sorpresa que acabó en desastre, pero quizá el verle había activado algo en mí, como si de un interruptor se tratase. La miré a los ojos, y ocultando mi real reacción dibujé una falsa mueca en mi boca.
–Ah–es lo único que pude decir. Esta me miró tímida, y rápidamente cambió de tema.
Al menos había aclarado mis dudas sobre Liam y ella.
Liam había estado observando con detalle nuestro encuentro. Parecía haber estado bebiendo demasiado, ya que podía ver cómo sus ojos se enrojecían por el montón de alcohol que recorría su sistema. Entonces busqué a Mike con la mirada, y parecía bastante entretenido conversando con una linda chica, pero me sorprendió pillar a Sally observándolos con gran detalle, incluso algo molesta.
–Hey Jess–escuché a alguien decirme a mis espaldas.
–Hola Daniel–mascullé, algo temblorosa.
–Hacia mucho que no te veía–me dijo, analizando disimuladamente mi cuerpo de arriba a abajo.
–Si–dije. –Y veo que has reecho tu vida–dije, mirando de reojo a Sally.
–Si bueno, es lo mejor que me ha pasado en este tiempo–dijo, y la miró de reojo con una sonrisa. Fue algo que me chocó, pero no para mal. Daniel había formado parte de una etapa de mi vida en la que no sabía quien era yo misma ni lo que quería, pero en parte, no le deseaba nada malo.
–Me alegro por lo vuestro–le dije, con mucha sinceridad. Entonces, de repente, me peinó el cabello hasta detrás de mis orejas, y abrí la boca sin esperarlo, haciendo la situación algo incómoda.
–Estás preciosa–me dijo, y arrugué mi frente. Entonces acercó su cara a mi, y pegó la punta de su nariz con mi oreja. Me estremecí de incomodez. Agarró mi cintura y proseguí a apartarle los brazos de mi cuerpo, pero entonces alguien lo hizo por mi.
En una milésima de segundo, pude observar como Liam le tumbaba en el suelo y le daba una paliza. Estaba ido de si. Me quedé paralizada, sin poder moverme, mientras veía uno y otro golpe en la cara de Daniel. ¿Qué demonios acababa de pasar?.
–¡Liam! ¡Liam para!–le grité, y como si de una orden se tratara, obedeció al oír mi voz y se incorporó, sin apartar su odiosa mirada de Daniel, quien permanecía en el suelo sin poder levantarse, repleto de sangre en su ceja y labio.
Sujeté a Liam del brazo, para que sintiera mi presencia y volviera en si. Me miró con arrepentimiento sin articular palabra, centrando su vision con la mía. De repente caí en la cuenta de que toda la gente estaba observando aquello, incluida Sally, quien se hizo paso entre la multitud para ponerse en primer plano, atónita, y me miró a mi y a Liam antes de asistir a Daniel en el suelo.
–¿Qué cojones ha pasado?–exclamó Sally, arrodillada con el que era su novio, quien comenzaba a levantarse por su propio pie.
Cuando pensaba que nada podría acabar peor, Daniel se puso en pie, con una mirada de odio furtiva hacia Liam, y entonces miró a Sally.
–¿No te ha gustado eh?–Daniel exclamó a Liam, y arqueé una ceja. –¿No te gusta que toquen lo tuyo verdad?–
–Daniel vamos dentro y te calmas–se apresuró a decir Sally, intentando agarrarle del brazo, pero este se lo apartó con brusquedad, quedando esta atónita.
–¿De qué esta hablando?–le pregunté a Liam, quien no apartaba sus ojos de Daniel.
–Díselo–le animó Daniel, y este apretó su mandíbula. Liam parecía mas enfurecido que nunca, y me miró con unos ojos bastante rojos. Tragué saliva y me crucé de brazos, esperando una respuesta.
–Jess, ahora te lo explico, si nos vamos...–
–¡No!–le grité. –¡Explícamelo ahora!–le grité aun mas fuerte, y vi que eso le rompió.
–Daniel cállate–le exclamó ahora Sally, quien parecía nerviosa.
–¿Tampoco se lo habéis contado?–preguntó Daniel mientras no dejaba de salir sangre de su labio, y noté como mi corazón se aceleraba por momentos. –Quizá vuestro plan de ocultárnoslo no acabó funcionando conmigo y es tiempo de que tampoco lo haga con ella–
–¡De qué hablas!–le grité desconsolada, notando que habían salido lágrimas en los ojos sin que me hubiera dado cuenta.
–Contadle, cómo decidisteis mataros para conseguir el dinero de la operación porque os mataba la conciencia, por haber estado acostándose a sus espaldas tras su accidente–gritó, y el mundo se vino abajo por un segundo.
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DÉBILES ⓒ| 2 Parte FRÁGILES
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