Capítulo 8

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Presente

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Lucy se bajó titubeante de la patrulla de su padre. Sus piernas temblaban más que nunca y sentía un nudo en la garganta. Mika lo sabía todo, lo que en otras palabras quería decir que Gray estaba un paso más cerca de saberlo también.

Cuando se fue de Phoenix rumbo a Forks sabía que se estaba arriesgando a eso, y aunque en el fondo tenía miedo, no se arrepentía que la verdad saliese a la luz, ya llevaba tres años escondiéndose y se sentía agotada mentalmente, además de egoísta, por privar a su hijo de una familia tan maravillosa como eran los Fullbuster.

- Cuando acabes llámame y vendré a buscarte - dijo Jude con una sonrisa mientras ayudaba a Dais a bajarse de su nueva sillita de seguridad

- De acuerdo...¿tú a dónde vas? - preguntó ella con el ceño fruncido.

- Iré a ver a Irene, ella y Erza están un poco agobiadas con el tema de la boda... solo faltan cuatro días - contestó sonriente.

Irene Belserion era madre soltera, había criado a Erza ella sola cuando se quedó embarazada con solo dieciséis años. Ella y Jude se conocían desde niños, pero tuvo que ser en ese momento de sus vidas, cuando ambos rondaban la cuarentena que se dieron cuenta de que sentía cosas por el otro.

Después de una corta despedida Lucy tomó a Dais de la mano y caminó el sendero de piedra que conducía a su destino, esperaba que lo que se encontrase tras esas puertas fuese lo mismo que se encontró en el supermercado, no se sentía con fuerzas para soportar los reclamos de nadie, y menos de Mika, a quien tenía por una mujer dulce y cariñosa.

Llamó al timbre y segundos después Silver abrió la puerta con su característica sonrisa. Lucy aprovechó la ocasión para fijarse más en él, ya que horas antes, en el supermercado, había estado demasiado absorta con Mika para darse cuenta de lo que la rodeaba.

Silver, al igual que Gray, era un hombre muy apuesto, pese a que sobrepasaba los cincuenta años por mucho era atractivo y todavía conservaba su brillante cabello negro, aunque ahora las canas los salpicaban tenuemente. Sus ojos negros eran profundos y alegres, igual que los de Gray, o como deberían ser. Tenía un cuerpo atlético y cuidado pese a su edad, y su personalidad cordial y agradable hacían de él un hombre difícil de olvidar y muy fácil de querer.

- Hola Lucy - dijo sin perder la sonrisa, se agachó a la altura de Dais y le tendió la mano - hola señor Heartfilia - dijo fingiendo voz seria.

Dais, orgulloso de sí mismo, le tendió la mano y sonrió con arrogancia. Lucy reprimió una carcajada pero Silver no pudo hacerlo y se rió tan fuerte que Mina bajó las escaleras alertada por él.

- Sil...¿qué pasa? ¡Oh, Lucy! Que sorpresa - dijo con una sonrisa - no te esperaba...pero pasad cariño.

Lucy y Dais entraron en la casa de los Fullbuster, donde ella había estado tantas veces en compañía de Ultear mientras la cuidaba, pero nunca había ido en categoría de invitada y lo que la tenía un poco intimidada. Mika la condujo hacia uno de los salones principales y le pidió que se sentase en lo que ella iba a buscar algún refrigerio.

- Yo me llevaré a este campeón a que conozca el jardín - dijo Silver tomando a Dais de la mano - además, creo que todavía conservamos algunos juguetes de cuando Ultear era pequeña.

Lucy asintió y vio como su pequeño salía de la habitación en compañía de su abuelo. Mientras esperaba a que Mika regresase dejó vagar su mirada por la estancia, había habido unos cuantos cambios en la mansión Fullbuster durante su ausencia en Phoenix, entre ellos el mobiliario y el color de las paredes. Mika era decoradora de interiores y cada cierto tiempo redecoraba su casa según las tendencias.

𝐕𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬 - 𝐆𝐫𝐚𝐲𝐋𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora