Lunes, genial. El fin de semana había sido aburrido, básicamente me lo había pasado encerrada en mi cuarto sin saber que mas hacer. Alice, había salido de viaje con sus padres y Mark se había ofrecido como voluntario en un campamento, lo que me dejaba completamente sola en mi hogar.
Lo único que tenía en ese momento, eran los pensamientos de aquella noche, unas semanas atrás: aquel evento, los ladrones, el maletín robado y aquellos ojos azules que creía haber visto entre tanto caos.
Mi cabeza repasaba una y otra vez los hechos, casi involuntariamente. Una comparación pasaba de un lado a otro en mi mente, los ojos de ese misterioso tipo y los de una persona que tanto odiaba, West.
Había algo en ellos, no es que me hubiese parado a ver los ojos de West con atención (¿O SI?), pero vayamos al punto: los ojos azules de O'Conell tenían un rasgo característico, pues se notaban pequeñas motas en tonos grisáceos, que no había visto en nadie más aquí. Era demasiada coincidencia y debía comprobarlo por mí misma.
Así, decidida a no dejar que mi mente se continuase remordiendo, tome mis cosas para la escuela y allí me dirigí; estaba decidida a no dejar pasar un día mas sin atracar a West en busca de respuestas, haría todo lo posible para conseguirlas.
∞∞∞
Literatura, Matemáticas y... Biología.
Perfecto, mi compañero de mesada era West, así que tendría oportunidad de hacer las preguntas correspondientes sin que él tenga chance de escapar. A pasos agigantados, Salí rumbo a clase, y pasando entre compañeros y mesadas, observe al mío, con su frente pegada al frio mármol.
—Tierra llamando al idiota de West, ¿Qué diablos te pica hoy? ¿Demasiados esteroides? Oí que tienen efectos secundarios—. Obviamente intente bromear, pero mi risa se apago en cuanto este alzó su cara y pude ver una fina cortada en su mejilla derecha; bajo sus ojos colgaban unas feas bolsas negras, parecía que no hubiese dormido en días, pero aun así sus azules esferas seguían con ese hermoso brillo de siempre. Rápidamente tome asiento a su lado y susurré: — ¿Qué ha pasado? ¿Quién te ha hecho eso?
Sonrió ladinamente, pero sé que fue un esfuerzo para no demostrar su pesar frente a mí. Nadie, no me he dado cuenta y mientras me afeitaba lo hice, fue bastante feo. Y sin más, volvió a su postura anterior.
Lo observe detenidamente, para no decir que casi lo comí con una incrédula mirada, a decir verdad creo que se dio cuenta, porque fui destinataria de una fría mirada reprochante.
—Lo siento, no estoy acostumbrada a verte así, mi hermano se ha cortado varias veces pero nunca de ese modo, no tan... profundo. ¿Quieres decirme lo que de verdad, pasó? Recuerda, soy nueva, no tengo a quien chismos...
—Sí que lo tienes, o... ¿Acaso debo ignorar que fraternizas con el enemigo en un café, en un barrio no muy concurrido, justo luego de nuestro partido? Te vi, no lo niegues, Summers. — Y así, me interrumpió dejando en claro su actitud al haberme visto junto a Alex aquel viernes. No iba a negárselo, pero tampoco le debía explicaciones. Pensé durante un milisegundo y me di cuenta de que quizás no era el mejor momento para aclarar mis dudas sobre el otro tema.
Las últimas tres horas de biología pasaron lentas, demasiado lentas, mas aun porque West no hablaba, no escribía, no leía. Simplemente era un ente que miraba directamente hacia afuera, viendo detrás de aquel fino vidrio, el campo de juego, su pasión. Un zumbido mejor conocido como timbre, resonó en mis oídos y me quitó el trance en el que estaba. El ojiazul salió rápidamente pero llegué a tomarlo por la manga de su chaqueta.
—Tengo algo que preguntarte... No lo quise hacer aquí, ¿Podemos quedar más tarde? —Pregunté temerosa de la respuesta, aunque en realidad estaba ansiosa, pues realmente quería que me contestase.
— ¿Ahora pretendes que quieres hablar conmigo y que te importo? No seas hipócrita, Summers, no va contigo, nena. Además, tengo práctica hasta tarde, no tengo tiempo para ti y tus estúpidas dudas. — De un sopetón se libró de mi agarre y lo vi desaparecer por aquella puerta de madera.
"Genial, quizás debas quedarte toda la semana con la duda rondando tu cabeza, Lía" —me dije a mi misma mientras salía de aquella aula, buscando una rápida salida del edificio—. Lo había tenido allí, por tres malditas horas y no había sido capaz de formular una simple pregunta. Y al final, el día en el que esperaba que mi cabeza dejara de pensar, se convirtió en un vértigo de pensamientos.
∞∞∞
Ya en casa, tomé una manzana e hice todos mis deberes, vi pasar a mi hermano una o dos veces rápidamente frente a mí, y luego volví a quedarme sola. No era una buena idea, pues cuando así estaba, no podía dejar de pensar, y pensar, lleva a actuar.
No se por qué, ni con qué razón ni fundamento, pero tomé mi bolso y rápidamente me dirigí al campo de la escuela. Hacía frío y llevaba una de esas sudaderas con capucha, aunque no me la puse. Mis pasos eran agigantados y apurados, pues quería llegar antes de que la práctica terminara.
Fue en vano, pues al llegar, las luces estaban encendidas, pero no había nadie a la vista; ningún entrenador, ningún ayudante, ningún jugador, ningún West.
Me senté en las gradas, llena de frustración, llena de dudas e interrogantes. No podía comprender cómo era posible que el universo me odiase tanto como para no llegar a tiempo. Iba a pensar algo más, pero alguien había tirado de mi capucha y casi me ahorca. Asustada me puse de pie, al borde de la grada donde estaba parada, y al darme vuelta, casi con el frío recorriendo mi columna, choqué con aquel accidente azul con motas grisáceas.
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Volví, para mal o para bien, lo hice. Extrañaba este perfil, extrañaba escribir estupideces y extrañaba poder liberarme al menos media hora en el día. Quarterback volvió para quedarse, asi que agarren sus notificaciones y estén al pendiente.
Mica.
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Quarterback.
Teen Fiction¿Conocen esa sensación de ser esa chica nueva en el instituto? ¿Esa primera impresión que causas en los demás el primer día? ¿Ese remolino de emociones al conocer a gente nueva? El miedo y la adrenalina se juntan para darte el pequeño empujón o mejo...