Si está la mínima posibilidad de poder leer un libro en su idioma original, muy probablemente todos intentaríamos hacerlo. La idea que se quiere transmitir por medio de un sin fin de palabras será traducida, no usando exactamente las mismas palabras, para que esta se pueda entender en el otro lenguaje. Está claro que el escritor elige, según lo que siente, ve y desea plasmar, una combinación de palabras que no solo incluyen un mensaje, también emociones; y es exactamente aquello que una adaptación no podrá dar completamente.
Supongo que las palabras con las cuales los escritores escriben, es lo que más me gusta de leer; claramente, incluyendo la trama del libro.
De aproximadamente 700.000 palabras en inglés, 500.000 en alemán, 150.000 en ruso, 110.000 en portugués y 93.000 en castellano, yo: Virginia Mora, no logro expresar aquello que realmente siento de las cosas; y probablemente por eso tengo una obsesión con las palabras.
Es posible amar tanto las palabras y no poder usarlas?
Si. Yo soy el ejemplo vivo de ello.Aparentemente, a la única que parecía importarle era a mí; pues claro, si todos pueden expresar de manera objetiva sus opiniones y como se sienten, cómo no iban a sentirse cómodos consigo mismos. Yo, por otro lado, necesitaba un tiempo antes de decir algo, y aún así, nunca podía encontrar las palabras adecuadas.
Para mi desgracia, los lunes iniciábamos a primera hora con lenguaje, cuya clase aborrecía con todo mi ser. Amar las palabras no necesariamente me hace amar esa clase. Al contrario, todo el rencor poseído en mí iba exclusivamente para esa tediosa hora. Imagínense tener que estudiar gramática e historia de la literatura y ni siquiera estar interesado en eso... creo que lo único bueno es que sí se me ocurrían vastedades de palabras para describir lenguaje.
Podía sentir como mis ojos tenían una gran necesidad de cerrarse ante la infinita charla sobre el cubismo que la profesora Neira nos estaba dando. Así fue como me dispuse a escribir la supuesta "vastedad" de adjetivos con los cuales yo podía describir su clase:
VASTEDAD DE ADJETIVOS PARA DESCRIBIR LENGUAJE :
• Aburrida • Horrible
• Espantosa • Monótona
• Aburrida!!!( necesito recalcarlo)Sabiendo que hasta ahí llegaría mi lista, aún así me interrumpo para inútilmente pensar en más adjetivos. Mirando el papel y mordiendo el lápiz, alcanzo a escuchar la voz de un chico cuyo intento de llamarme se basa en un utilizar un tono donde aparenta gritar por medio de un susurro -psss Nia...- Sin embargo, no logro captar de dónde viene su voz.
- Nia. Dios, atrás tuyo- me empieza a llamar con más insistencia haciendo que me gire y trate de ver de quién se trata.Carlos Trujo, el que, por alguna razón, siempre necesitaba un lapicero, un borrador, unas tijeras. No logro entender como es que tiene el maletín tan lleno si de cosa tiene cartuchera. Miro como me sacude la mano por debajo de la mesa para que sepa que ha sido él el que me ha estado llamando con tanta insistencia. Al final cuando ve que lo reconozco, sonríe; y no puedo evitar devolverle la sonrisa. Cada vez que muestra sus dientes dando muestras de felicidad, se le forma un hoyuelo de un lado de la cara. Se ve tierno.
Sabiendo ya que probablemente me va a pedir alguna cosa, trato de la forma más clara posible formular con mis labios "qué pasa?" Y efectivamente me pide prestado un lápiz. No pude evitar pensar lo tierno que se veía con la cara de vergüenza que puso cuando me lo pidió; así era Carlos, penoso por educación.
Giré nuevamente mi cuerpo hacia al frente para alcanzar mi cartuchera y buscar un lápiz de sobra. El próximo año definitivamente trataré de buscar un estuche transparente para encontrar más fácilmente las cosas. Tal vez debería considerar usar cauchos para dividir colores y marcadores, de seguir así, sería capaz de durar una clase entera buscando a penas un borrador. Duro un rato buscando el lápiz hasta que finalmente lo encuentro. Lo hubiese visto antes sino fuese porque creí que era el color amarillo... sí, definitivamente necesitaba cauchos.
Me giro hacia atrás nuevamente para entregarle el lápiz y me estiro para que pueda alcanzarlo, Carlos hace lo mismo hasta que finalmente lo coge y fórmula un tenue "Gracias". Yo solo le sonrío.
Cuando vuelvo a girarme la profesora Neira se encuentra al frente mío; mirándome. Trato disimuladamente de poner mis brazos sobre la mesa cruzándolos encima de mi súper productiva lista que probablemente me traicione y haga que me gane un reporte.
—Virginia. — cuánto odio que digan mi nombre completo —¿Qué es el cubismo?
Siento la mirada de todos hacia mi dirección, pero no me molesta, es lo de menos. La mirada que si me está perturbando es la de la profesora Neira. Está con la frente arrugada mirándome fijamente, probablemente esperando que le diga que no sé responder la respuesta.
—Es una tendencia vanguardista basada en figuras geométricas— digo orgullosamente. Si señores, ayer hice la tarea.
— Bien. ¿Y cuando se desarrolló? —pregunta tranquila, o al menos es lo que intenta aparentar.
—Siglo...¿diecinueve?—respondo dudosa. Realmente no soy buena recordando fechas, súmale a que no soy buena para los siglos. ¿Se dice el número después o anterior o el mismo de los dos primeros números del año? En fin, ya lo dicho, dicho está.
—Siglo veinte Virginia.
Neira me da una última mirada y prosigue hablando de las tendencias vanguardistas. Esta vez, me propongo a prestar atención y tomar algunas notas, pues a pesar de que odio lenguaje, es una clase que tengo que pasar. Pero ante todo intento positivo que pongo a esta clase, siempre hay algo que interrumpe mis ganas de aprender - nótese el sarcasmo -. Alguien toca la puerta y Giovanna se predispone a abrirla.
Giovanna Pietro es descendiente de Italia, y es realmente hermosa. Tiene el pelo rojizo y el rostro lleno de pecas; no es la mejor en educación física, pero sí en la clase artes, de hecho, saca siempre las mejores notas. En las mañanas cuando ingreso al salón, la veo siempre sentada en la esquina de la primera fila, al lado de la puerta; dice que es el lugar dónde más puedes pasar desapercibido y además, salir de primeras.
Una vez abre la puerta, vuelve a su puesto. La profesora Neira se acerca al marco de la puerta con una sonrisa cálida y seguidamente musita amablemente "entra" a quien quiera que esté mirando. Observo fijamente a la persona que entra, es un chico.
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El significado de lo que me rodea
RomanceNia se mantiene a margen de todo aquello que pueda causarle problemas de más, de lo único que no parece cansarse son de las palabras más raras y exóticas que podrías encontrar. Ahora, ella se ve envuelta en un mar de emociones a partir de haber conf...