Capitulo 9 - Cielo estrellado

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Empezamos ambos a correr, tengo que hacer el doble de esfuerzo para poder mantener su ritmo, a pesar de eso, no puedo evitar que se me esboce una sonrisa. Al sentir la pesadez de mi mano, Damián disminuye la velocidad sin dejar de correr, aunque ahora parece que estamos trotando. A este ritmo se permite voltear su cabeza hacia atrás para mirarme con una grande sonrisa. Seguimos corriendo, yo me dejo guiar por el chico nuevo quién muy probablemente tampoco sepa por donde está cogiendo, pero a este punto no me importa. Estamos escapando, y más allá de cuán inmaduro sea eso, hacerlo con alguien es increíble. Empezamos a ralentizar y paramos en la esquina de lo que parece un parque, él apoya sus manos en sus rodillas mientras recupera el aliento, mientras que yo me siento lentamente sobre la grama que está justo al lado del pavimento y respiro pesadamente. Damián me mira y reprime una sonrisa, yo me carcajeo finalmente haciendo que este me acompañe. Me termino de recostar sobre la grama y miro hacia el cielo.

Creo que ya no podré estar en un mismo lugar que Task sin sentirme incómoda, tampoco es que espere que se vuelva a sentar con nosotros debido a mi abrupta confesión... o probablemente, ni siquiera le importe. En todo caso, no me siento capaz de dar la cara. Tal vez si me hubiese quedado a escuchar lo que pensaba al respecto en vez de haber escapado, hubiese salido de esa parte incómoda en donde tú te explicas y la otra persona te corresponde, o como es mi caso, elige cuidadosamente sus palabras de desinterés para no herir el corazón de tu patética existencia. El lado positivo es que no me rechazó... por ahora, el lado negativo es que alargué el sufrimiento hasta al menos el lunes en el almuerzo, en el primer descanso me encargaré de prepararme mentalmente para lo que se viene después.

— ¿En qué piensas? — pregunta Damián sentándose en la grama. Me muevo hacia un lado para darle espacio pero este me niega indirectamente con una leve sonrisa.

— En lo horripilante que será ver a Task el lunes.

Damián suspira.

— ¿No vas a escapar? — suelta con diversión.

— No. — digo resignada.— No siempre voy a poder hacerlo.

Me observa por unos segundos, esboza una sonrisa y vuelve su mirada al cielo. Me levanto y acomodo mis piernas en forma mariposa, me dedico a mirar mis manos. Es la verdad: no siempre voy a poder escapar. Es algo que he estado batallando desde hace rato. Sam siempre habla sobre cómo he empeorado mi manejo de nervios, antes por lo menos me arriesgaba al resultado menos afortunado de lo que estuviera en frente independientemente de si había opción o no. Soy consciente de que "siempre hay opción" pero estoy segura que no soy la única que siente que hay veces que simplemente no la hay. La cuestión es que cuando "no hay opción" haces lo que tengas que hacer para preservar tu propio bienestar, por otro lado cuando hay opciones te atreves a hacer la más arriesgada... a menos que eso pueda matarte. Con el paso de los años, no me ha importado si hay o no hay opción, porque al final decidí crear mi propia y única vía: "la escapada".

— Es tarde, mejor te llevo a casa. — dice dispuesto a levantar su cuerpo.

Giro mi cabeza para verlo. Damián sigue con su mirada hacia arriba.

— ¿Observando el cielo estrellado? — cuestiono. Algo parece causarle bastante gracia porque suelta una carcajada y planta una gigantesca sonrisa de ofrecimiento para mi.

— No hay ni una puta estrella, Nia. — dirijo mi atención al cielo y confirmo lo que dijo.

— Tienes razón. Qué desdicha.

— ¿Desdicha? ¿Quién dice "qué desdicha"?

— ¿Como lo dirías tú?

El significado de lo que me rodeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora