Capítulo 11 - La oportunidad

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Ya era lunes y no podía maldecir más a quién fuera que haya puesto cinco días de estudio o trabajo y solo dos descanso, honestamente no sé qué persona tan ladilla pudo haber hecho eso.

El día anterior no hice absolutamente nada, tal vez solo carcomerme con los inevitables e interminables pensamientos sobre Kas y llegar a la conclusión de que solamente tenía miedo de que arruinara el día con papá. También vi una película y repasé uno que otro libro de mi posesión para enterrarme más profundo en mi corazón los maravillosos personajes literarios que ingeniosos autores han creado.

Mi cuerpo se mueve pesadamente hacia el garage donde está mi bicicleta. Mi existencia parece estar atraída cada vez más a mi cama cada tres pasos que doy, sin embargo, mi deber por pasar el año es más fuerte y me motiva a seguir mi camino. Abro la puerta del garage y paso una pierna por encima de la bicicleta para alcanzar el pedal, cuando estoy físicamente preparada para partir, me doy unos últimos ánimos para finalmente atravesar el gran portón y salir de mi casa. No me preocupo por dejar el garage cerrado porque entre poco mi madre y Kas también saldrán.

Me concentro en escuchar mis alrededores para ver si capto algún pájaro hacer su tranquilizante chillido, no digo melodioso porque la realidad es que si no fuera porque me recuerda y me hace sentir sensaciones muy bonitas, me fastidiaría su silbido. Sé que no voy a escuchar ninguno de todos modos, nunca los escucho. Estos suelen aparecer muy temprano en la mañana y para eso siempre me encargo de abrir mi ventana apenas me levanto; sin embargo, hoy no pude tener mi ración ya que la cama estaba más cómoda que la palanca que permite abrir el acceso a los sonidos que me dejan en pasmarote.

Pasmarote: Persona embobada o pasmada por pequeña cosa.

A lo lejos, observo a un padre salir con su hijo de tal vez cinco años. Están descendiendo las escaleras de su enorme casa de tonalidad azul claro. No puedo evitar sonreír a medida que me acerco al escuchar que el niño le está contando algo, está tan entusiasmado que todo lo que brota de su boca sale en un tono demasiado alto. Estoy totalmente inmersa en el par que no me doy cuenta a tiempo que alguien va hacia mi misma dirección. Intento girar abruptamente hacia la derecha pero las consecuencias de mi distracción se vieron plasmadas desde el inicio.
Extiendo mi brazo como reflejo para no caerme tan directamente al suelo, de igual manera me golpeo un poco al lado de la rodilla y el codo.

Soy una gaznápira.

Gaznápira: torpe, que se queda embobado con cualquier cosa.

Y sí, hasta en estos momentos trato de pensar en palabras totalmente raras y desconocidas con el fin de que algún día sepa hablar decentemente.

"¿Estás bien?" Escucho a mis espaldas, lo siento un poco ronco y rasposo, pronuncia las palabras con dificultad y desgano, y justo en la última palabra se le entrecortó la voz. A pesar de todo esto, reconozco inmediatamente el dueño de esta.

— No puede ser. — expreso abiertamente mi incredulidad. Me arrastro hacia el andén para dejar libres mis piernas, una vez lo logro, me dirijo rápidamente hacia Damián. — Lo siento tanto, Damián. Estaba distraída, no te vi venir hasta que estabas muy cerca ¿Estás bien?

Como yo, él también había caído al piso. Apenas se estaba tratando de enderezar y estaba tocándose la cabeza con una mano. Logro ver que esta está raspada y tiene un ligero color rojo.

— Tu mano... te raspaste. ¿Te duele?

Dirige su mirada hacia mí con los ojos entornados. Abre completamente los ojos, más de lo normal al darse cuenta que soy yo. Hace una ligera sonrisa y niega con la cabeza un par de veces.

El significado de lo que me rodeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora