Todas estaban reunidas en casa de Ell, miraban solamente a una persona, Tamara estaba como un pequeño conejo acorralado de lobos.
—¿Como te sientes?— preguntó Paula.
—De... Lo mejor— dijo Tamara.
—¿Y que haremos?— dijo Ell.
Esa pregunta nadie podría responderla.
Tamara trató de hablar pero no podía, su voz estaba quebrada.
—¿Tam?— dijo Ell.
Tamara sin pensarlo respondió.
—Yo... Lo haré — dijo.
Todas se quedaron calladas, pero enseguida recibió un gran abrazo de parte de Ell, quien no contenían las lágrimas y empezó a llorar.
Matilda no se hizo esperar y se unió al abrazo, ambas soltaban lágrimas.
Tamara miró a sus mejores amigas y las abrazó también, quería llorar pero no era momento para eso.
—Tamara...— dijo Ell.
Patricia miraba con sorpresa a Tamara, Paula tenía una leve sonrisa por la valentía de la de cuencas.
Ya estaba decidido, Tamara estaba un poco indignada pues no podía beber ni una sola botella de smirnoff.
—Ten— dijo Ell entregándole un regalo a Tamara.
—Sabes que no necesito nada— dijo.
—Pero... Abrelo— dijo Ell.
Tamara suspiró y abrió el regalo y al verlo se quedó mirando una foto... Ahí estaba la de cuernos junto a todas sus amigas con esa cálida sonrisa, abrazó lo más fuerte que pudo a Ell.
—Gracias...