cenizas álgidas

la angustia no ardía como me la imaginaba.
las llamas no se subían rizadas desde la página para encontrar mi mechero
sino fueron haladas hacia el profundo de las hojas enrolladas.
soltaron humo y me tardó un rato darme cuenta
que ya no hacía falta resguardar mis palabras del viento-
un incendio oculto ya había cobrado vida dentro del mismo texto
y solo manteniéndolo quieto, solo esperando,
podía ver como avanzaba la línea negra y dentada, dividiendo mi ansiedad
entre lo que quedaba por digerir y los fragmentos grisáceos, crispados
y despellejados en la mordaz ventisca. ya no hacía falta mis esfuerzos para mantenerse prendida.
me incliné desde el pasillo y seguí maniobrando mi ansiedad
para que no revolcara humo en mi cara, y podía ver cómo ya suspiraba
su muerte por los dos lados. los mil cadavercitos grises de inquietud
titilaban alrededor mío en el frío y los vestigios del alboroto
ardían cada vez más cerca de mi guante. no podía sentir
nada más que aquel frío todopresente, por lo que
el pensamiento solo declaraba que este era el momento de soltar aquel fuego oculto.
<<que busques ayuda>> seguía legible, luego solo <<ayuda>>, al
acercarse aquella estrategia recetada como andamio
a su conclusión. caminé al concreto del patio
y dejé en el suelo los fragmentos del día. solo entonces se desvelaron
las brasas tenues, mientras el viento arrojaba angustia por el aire. el parpadeo
de ardor se ocultó y fue descascarado una última vez en el alba de aquel enero.
solo cuando era tan pequeña que no se podía deslumbrar ni una solo palabra, me volteé
y la dejé consumirse.