Capítulo 18

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«Final: De chicos malos y ratones de biblioteca»

Dicen que las mejores cosas ocurren sin planearlas y tal vez tengan razón.

Sehun y Luhan no podían haber imaginado que el momento en que por fin admitirían sus sentimientos y decidieran formalizar su noviazgo, sería luego de que el motero se volviera loco de celos y el ciervo tuviera que salir a buscarlo, nada más para encontrarlo perdido de borracho. Y si les preguntaran, es probable que al menos uno se arrepintiera de cómo se dieron las cosas, no así de los resultados.

Porque con las dudas disipadas y los miedos bien embotellados, todo lo que quedaba era una historia rosada, escrita en prosa con la poesía de un verso, plagada de errores que no contaban como imperfecciones y tan especial por el mero hecho de pertenecerles sólo a ellos.

Fue una noche mágica, en todo el sentido de la palabra, no sólo porque al fin estaban juntos como pareja, sino por los secretos que se atrevieron a compartir, tumbados en la cama, envueltos en la oscuridad y con nadie más que la Luna atestiguando sus palabras. Sehun abrazaba a Luhan, acariciando su cabello, mientras el ciervo se dejaba consentir, con la cabeza apoyada sobre su amplio pecho.

—¿Desde cuándo? —preguntó el motero.

—¿Eh?

—Cuando dejó de gustarte Jongin.

La pregunta lo agarró en curva, así que Luhan demoró un momento en responder. No podía pensar en el momento exacto en que el quarterback dejó de atraer su atención con la fuerza de un imán, sólo que cuando iba a la cancha ya no buscaba ansiosamente su presencia y que ya ni siquiera iba allá esperando verlo. Por supuesto, Jongin seguía siendo esa flor a la que el sol persigue anhelando bañarla con su luz, la diferencia era que el ciervo ahora pasaba sus días apreciando otro tipo de belleza.

—¡Yah! —exclamó Sehun, apartándolo de sus cavilaciones, sin darle oportunidad a formular una respuesta—. No me digas que aún te gusta.

—N-No...

Si creía que el coreano le daría tregua con el tema, estaba muy, pero muy equivocado.

—¿Y que viste en él, para empezar? ¡Es un tarado! Va por ahí, pavoneándose por ser capitán del equipo y ni siquiera es tan bueno. Tampoco es guapo, al menos no tanto como todos dicen. ¿Sabías que es adicto al pollo frito? ¡Lo come hasta en el desayuno!

—Espera, ¿qué? ¿Qué tiene que ver el pollo frito?

—Quizás nada, pero es rarísimo, admítelo. No deberías fijarte en alguien así y aunque pienso que tampoco debería gustarte alguien más cuando tienes novio, lo olvidaré por completo si me respondes esto. ¿Te gusto más yo?

Sólo existía una respuesta a esa pregunta, pero había sido el mismo Sehun quien hablara de malearlo y ahora Luhan era un chico bien distinto al que conoció, de modo que guardó silencio y lo torturó un rato haciendo que se preguntara si realmente lo encontraba mejor a él, hasta que la duda lo invadió y apartándose para mirarlo a los ojos, le preguntó con voz muy seria:

—¿Por qué crees que no hay absolutamente nada bueno en ti?

Sehun titubeó, no lo hacía con frecuencia, así que su rostro adquiría un gesto que no le sentaba para nada bien cuando pasaba, sus labios se apretaban y la línea de sus cejas se contraía, se le tensaba la mandíbula y el brillo en sus ojos desaparecía, como si la Luna se negara a brillar en una noche sin estrellas.

—Me cuesta mucho pensar bien de mí —le dijo, entonces—. Cuando la gente te pide que enlistes tus virtudes, siempre me vienen a la mente mis defectos: el mal humor que me cargo, lo egoísta, berrinchudo, celoso e idiota que puedo ser, los muchos miedos que intento ocultar pero que no soy capaz de superar.

De chicos malos y ratones de biblioteca || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora