«No juzgues un libro por su portada»
—¿Co-Co-Conoces a Oh Se-Se-Sehun? —preguntó Luhan.
Luego de la escuela, el calor los había animado a pasarse por la tienda de conveniencia y gastar parte de sus mesadas en helados. Solía marcharse con Yixing cuando el equipo de americano no practicaba y esperar a Krystal a la salida del colegio para señoritas, marchando juntos a la estación de autobuses.
No diría que disfrutaba de ser la tercera rueda, pero siendo los amigos geniales que eran, los otros intentaban incluirlo lo más posible en lo que hacían. Las primeras veces, Luhan rechazaba sus ofrecimientos pensando que cargar con un tartamudo idiota no sumaría puntos a su amigo frente a la chica que le gustaba. Por suerte para ellos, Krystal Jung era una niña amable y generosa, mucho más empática que algunas al haber sufrido la discriminación de crecer en un país extranjero.
Esa tarde, iban de camino a la estación, la parejita debía presentarse a la academia donde se preparaban para el examen a la universidad y Luhan a su horario en la biblioteca pública. No que fuera un genio y pudiera pasar libremente de las tutorías, a decir verdad, la escuela era tan complicada para él como para cualquier otra persona, aunque vivir entre libros era casi tan útil para sus estudios como costearse las clases extra.
Ojalá también lo fuera para relacionarse con las personas.
Su padre, Lu Tian, decía que todo era cuestión de actitud, que las cosas irían bien mientras supiera maniobrar los controles y no perdiera la paciencia. Era un grandioso piloto, así que la mayor parte del tiempo lo pasaba allá arriba, tan cerca de las nubes y tan lejos del suelo. Luhan en cambio, tenía los pies tan puestos sobre la tierra que poco le faltaba para comenzar a hundirse y si acaso avanzaba, sentía que lo hacía tropezando a cada rato por un camino pedregoso y empinado.
El problema comenzó cuando ella falleció. Tenía cuatro años y vio a su madre luchar contra el cáncer, hasta que la enfermedad le ganó la batalla. La pérdida de su esposa hizo que Lu Tian tuviera que arreglárselas solo: en la vida y también en la crianza. Se mudaron poco después, su padre ansiaba un nuevo comienzo y eso fue lo que obtuvo al aceptar la propuesta de su jefe. La nueva aerolínea para la que trabajaba sólo manejaba vuelos nacionales, pero incluso así, pasaba mucho tiempo fuera y Luhan debía quedarse en casa, al cuidado de las niñeras.
Quizás, crecer solo le afectó más de lo debido. Al principio tenía ataques de pánico, unas pesadillas horribles y más tarde, se sumaron a la lista los problemas de ansiedad, su habla también se vio afectada y fue cuando comenzó a tartamudear. Hacer amigos le era imposible, nadie quería jugar con un chico incapaz de decir nada y en la escuela lo rechazaban por considerarlo retrasado. Para evitarse las burlas y la vergüenza, optó por no destacar, mantenerse callado y fuera del radar. Se volvió invisible, casi un fantasma.
Hasta que Yixing lo descubrió.
Iban a la misma escuela y tomaban el mismo autobús. Una tarde, mientras volvían a casa, Lay debió bajarse antes, pero se quedó dormido y cuando abrió los ojos, estaba al final de la línea. Le pidió ayuda a Luhan, aunque nunca antes habían hablado y el castaño le explicó cómo volver a su casa, no sin cierta dificultad. A pesar de sus balbuceos, el otro halló el camino y al día siguiente, se lo agradeció llevando a clase dos sándwiches que sellaron el comienzo de su primera amistad.
—¿No es el hermanito de Irene? —preguntó Krystal, devolviéndolo a la realidad.
Avanzaban hacia la estación, la pareja montada en la bicicleta de Yixing y el ciervo andando a su lado, sorbiendo en silencio su helado.
—Son mellizos. Noona nació primero, así que es mayor por tres minutos o algo así —convino el cobrizo—, pero créanme, esos dos no se parecen en nada. Sehun es... bueno, jamás lo he tratado. Tiene pinta de buscapleitos y es un flojonazo, apenas lo ves, se salta las clases y si entra, se lo pasa durmiendo.
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De chicos malos y ratones de biblioteca || HunHan ✔
Fanfic🏍 Ser invisible tenía sus ventajas: poder suspirar por el quarterback del equipo y que nadie supiera de su enamoramiento, por ejemplo. Hasta que al chico malo del instituto se le ocurre reparar en su existencia y LuHan pasa de vivir en las sombras...