Capítulo 15

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«Dicen por ahí...»

Arrastró su alma a la habitación y se dejó caer sobre la cama como un peso muerto. Había tenido el día más largo y lo único que quería era cerrar los ojos y no despertar hasta Navidad.

No sabría explicarlo, pero se sentía como si en dos días, Luhan hubiera pasado de ser un simple extra al protagonista de la historia.

La tarde anterior, Kyungsoo le pidió dejar la tarea para después y ayudarlo a distraerse viendo un película; comieron palomitas y se divirtieron viendo The proposal, luego cenaron con sus padres y el Sr. Do lo llevó a casa al caer la noche. Esa mañana, aunque su plan consistía en pasar el almuerzo con Sehun y aprovechar las horas de escuela en que podían estar juntos, el motero se quejó de dolor de cabeza y el ciervo lo mandó derechito a la enfermería.

El giro dramático llegó cuando, dispuesto a comer con Minseok y Yixing, el presidente de la clase y su mejor amigo, un chico precioso y tesorero del consejo, llamado Junmyeon, se detuvieron junto a su mesa y les pidieron almorzar con ellos. Pese a la sorpresa, ninguno vio motivos para negarse y pasaron el descanso chismorreando como si se conocieran de toda la vida. Al terminar, Lay dijo algo como: «¿Ahora somos populares?»

Como sus calificaciones dependían del proyecto, al terminar las clases se marchó con Kyungsoo a la biblioteca pública y aprovecharon el inmenso acervo de libros disponibles para investigar un poco más sobre el tema que habían elegido para su tarea: la entalpía. Recabaron la mayor información para su informe y enlistaron los materiales necesarios para fabricar un calorímetro, además de las sales necesarias para probarlo.

Ya que tenían el tiempo encima, Luhan se ofreció a conseguir los insumos, pues su compañero empezaría esa noche la redacción del trabajo y pondría su casa como laboratorio, una vez más.

«Si tuviera un motero para llevarme de un lado a otro de la ciudad, tal vez todavía sentiría mis pies», pensó, justo cuando el móvil sobre la mesa comenzó a sonar. Revisando la pantalla, el ciervo rio al darse cuenta de que había invocado a su chico malo y pulsó el botón para responder la llamada.

—Ey, reconozco ese sonido —anotó Sehun, a modo de saludo—, ¿te divierto, pequeño ciervo?

—Tal vez. ¿No se supone que tienes prohibido usar el teléfono?

—Tengo mis trucos —se jactó—, y un encanto a prueba de mamás enfadadas.

—Tramposo.

—La culpa es tuya, si salieras de mi cabeza, no tendría que recurrir a estas tretas.

—Podría decirte lo mismo: sal de mi cabeza.

No podía verlo, pero así como el coreano, había memorizado sus gestos y reacciones lo suficiente para saber que acababa de arrancarle una de esas sensuales sonrisas torcidas.

—Basta de cursilerías, haces que quiera besarte y no querrás que me escape de casa.

—¡Oh Sehun, no te atrevas!

Otra risa, un sonido tan limpio y tan alucinante que Luhan estuvo a punto de añadir que él también sentía ganas de besarlo.

—Vale, vale. Entonces, cuéntame cómo te fue con la competencia.

—Ya vas con eso —se quejó el chino, rodando los ojos. ¿Llegaría el día en que Sehun superara su crush por el quarterback?

—Es broma. Kyungsoo nunca me gustó, así que no hay forma de que tengas competencia.

Luhan rio fuerte. Se acomodó en la cama y le contó su tarde, las horas que pasó investigando en la biblioteca y lo mucho que le habría gustado contar un chofer cuando tuvo que recorrer la ciudad en busca de sus materiales. Sehun se regañó por meterse en problemas justo cuando su ciervo lo necesitaba y es que no poder salir de casa no le había importado cuando fue Yixing quien tuvo que aventurarse solo a conseguir lo que necesitaban para la tarea.

De chicos malos y ratones de biblioteca || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora