Capítulo 3

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La reunión se había extendido por más de dos horas y John pudo sentir todo el cansancio acumulado en su espalda cuando se levantó de su silla para estrechar la mano de los presentes. Había sido complicado cerrar el trato con la editorial de libros que acababa de comprar porque los socios no querían deshacerse de sus acciones, pero las habilidades de negociación de Lennon fueron más que suficientes para convencerlos.

—Hasta luego, señor Lennon —se despidió el último hombre de la editorial que quedaba en la sala de conferencias donde la reunión había tomado lugar—. Muchas gracias por salvar Bookleaf, no se imagina cuánto significa para nosotros. Será un verdadero placer trabajar para usted.

Al principio había tenido dudas sobre la compra, sobre todo después de que algunos de sus subordinados habían tratado de dejarle claro que la compra de una empresa con una situación financiera tan deplorable no podía traer demasiados beneficios, quizá ni siquiera unos pocos. Pero Lennon no iba a permitir que la editorial que había dado rienda suelta a su imaginación cuando era pequeño desapareciera.

—No tiene nada que agradecer —John le dedicó una sonrisa amable al mismo tiempo que asentía levemente con su cabeza—. Bookleaf se convertirá en la editorial más exitosa del país gracias a todos los planes que tengo en mente, sólo tendrá que tener paciencia y verá cómo la situación mejorará.

El hombre sonrió con timidez y, después de estrechar la mano del magnate, salió del recinto. John suspiró al mismo tiempo que se levantaba para poder contemplar la ciudad a través del enorme cristal que brindaba iluminación al lugar. El sol no tenía planes de ocultarse pronto, tampoco la satisfacción que inundaba el corazón de Lennon.

— ¿Contemplando el panorama del éxito?

—Feliz de estar de regreso en Londres —John se giró para ver a su guardaespaldas y mano derecha—. El viaje a India no me sentó nada bien. El lugar es muy bonito, no me malinterpretes, pero las especias y yo no nos llevamos bien.

El hombre de baja estatura soltó una sincera carcajada, Lennon acompañó su risa.

—Lo sé, te conozco lo suficiente y lo único que puedo decir es que yo te lo advertí.

John asintió.

En los casi diez años que Richard llevaba trabajando con él había demostrado no sólo ser diestro en lo que a la seguridad del magnate se refería, sino también un magnífico consejero y escucha. Se había convertido en su amigo, uno de los pocos que tenía.

—Por cierto, ¿has sabido algo de Goose? —el magnate se acercó al guardaespaldas, como muestra de lo importante que el tema le parecía—. Con todo el ajetreo del viaje y la reunión para la compra de Bookleaf no he estado al pendiente de su estado de salud. Me siento una mala persona por eso, Ringo.

—Está mucho mejor, no tienes nada de qué preocuparte —le aseguró el hombre cuyos ojos eran de la misma tonalidad del cielo de aquel día—. Prudence fue a recogerlo esta mañana, el veterinario dijo que aún está débil, pero se repondrá pronto. Es un gato muy fuerte.

—Y muy travieso —completó Lennon—. Tiene menos de un año conmigo y ya logró terminar en el veterinario. A todo esto, ¿les dijo cuál fue el motivo de todo su malestar?

—Sí, la ingesta de pelo creó un bezoar en su estómago —Ringo se encogió de hombros—, nada nuevo para un gato de su clase. El veterinario recomendó que se le cepillara el pelaje con un cepillo apropiado, así que me tomé la molestia de adquirirlo ipso facto.

—Muchas gracias.

—Estaré en la recepción del edificio, sabes cómo contactarme si algo se ofrece.

Sehnsucht [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora