Capítulo 50

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John y Paul habían dormido lo más cerca que habían podido, incluso con sus piernas entrelazadas, con el único fin de darse calor. El invierno estaba cerca, así que las noches eran cada vez más gélidas y, aunque tenían cobijas suficientes, les encantaba la agradable sensación de que sus cuerpos estuvieran pegados.

Por eso, cuando el magnate despertó antes que su pareja en la mañana, no se sorprendió ni un poco al descubrir que su brazo aún se encontraba rodeando a McCartney, de modo que su mano quedaba justo encima de la abultada pancita de embarazo del chico. Lennon cerró los ojos y comenzó a mover su mano con lentitud a modo de caricia, intentando conciliar el sueño de nuevo. El bebé parecía tener otros planes.

—Oye, no te muevas, vas a despertar a mamá —le pidió John en un susurro, sonriendo divertido ante la sensación de su hijo moviéndose bajo su mano—. Vamos, no quiero comenzar con los castigos desde ahora.

El pequeño no entendía las palabras de su padre, pero en definitiva ya tenía suficiente energía como para no volver a dormir hasta en un par de horas. Siempre despertaba temprano, Paul incluso bromeaba con que no necesitaba tener un reloj con alarma porque el bebé ya cumplía esa función.

—Jovencito, a dormir... —el castaño habló con voz dulce.

—No va a funcionar, ya lo he intentado antes —murmuró Paul antes de soltar un bostezo, sin molestarse en abrir los ojos—. Es rebelde, nunca me hace caso, y ahora sé que lo sacó de su papá.

Lennon rió, esperando que lo que estaba diciendo su pareja fuera una broma, no estaba seguro sobre si tener un hijo rebelde fuera algo bueno para su salud mental. McCartney tampoco parecía ser de aquellos que podían lidiar bien con la rebeldía.

—Paul...

— ¿Qué ocurre? —el mayor sintió un escalofrío, la voz del pelinegro se había escuchado casi como un ronroneo.

— ¿Te gustaría tener más hijos conmigo? —preguntó John, sonriendo.

No lo había preguntado porque realmente quisiera tener una docena de bebés con Paul, aunque tampoco le desagradaba la idea, sino porque le encantaba cuidarlo y consentirlo. Quería asegurarse de que podría hacerlo en otra ocasión.

—No lo sé —contestó el pelinegro luego de emitir un quejido—. Uno a la vez, ¿sí? Cuando este tenga un año, podemos volver a hablar del tema... no, cuando tenga cinco años... eh... yo te aviso, John.

Lennon soltó una risita y hundió su nariz en el cuello de su pareja para oler la esencia de su piel, además de hacerlo para provocarle cosquillas, por supuesto. McCartney tuvo que girarse para apartar al castaño de él.

—Creí que habías dicho que iban a dejar dormir a mamá —le recriminó el menor, rodando los ojos. El magnate sonrió todavía más al verlo bostezar, era un espectáculo demasiado tierno para él—. Todavía tengo sueño... gestar es cansado, ¿sabes? Últimamente el bebé se mueve más por las noches y a veces patea muy fuerte, es lindo, pero no me ayuda a dormir temprano.

—Lo siento... —el empresario había sentido la necesidad de disculparse, aunque también era consciente de que no tenía sentido que lo hiciera. Paul no le contestó, había vuelto a cerrar los ojos y su respiración era bastante tranquila—. Bien, tú quédate en la cama un rato más y yo iré con Prudence a preparar el desayuno. Dulces sueños.

Lennon besó el hombro de su pareja antes de levantarse para ir a la cocina. Sabía que el alimento perfecto para esa mañana sería algo dulce. Paul quedaría complacido con el mero sabor, mientras que el azúcar del alimento le brindaría a él la energía suficiente para volverse a quebrar. Realmente esperaba que fuera la última vez que tuviera que hacerlo.

Sehnsucht [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora