Capítulo 8

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El Joven Lobo seguía insistiendo en que ella no debía entrar a las batallas. Sin embargo, cuando la chica vio que se dirigían a enfrentarse de nuevo a los Lannister, les siguió y se unió a la lucha. Llevaba un vestido, pero encima se había puesto una armadura que alguien había abandonado. No le costó mucho deshacerse de un grupo de hombres que se sorprendieron al ver una mujer en el bando de los norteños. Aunque su tía y el resto de Mormonts estaban acostumbradas a participar en las batallas, no era muy común para el resto de casas. Mera corría a su lado acabando con todos los enemigos que ella no veía o no podía parar.

Cuando la batalla acabó, Gwendoline se acercó a la loba. Su pelaje blanco estaba teñido de rojo, mas la mancha gris que tenía en el lomo seguía viéndose con claridad. El animal le dedicó una mirada preocupada y ella le acarició la cabeza.

—Estoy bien, solo es un rasguño —aseguró, haciendo referencia a la herida que tenía en el brazo izquierdo.

Recorrió el campo de batalla en busca de Robb. Le encontró arrodillado junto a un soldado al que estaban amputando una pierna. Se acercó y ayudó a sujetar al herido.

—¿Gwenth?¿Qué haces aquí? —preguntó el chico preocupado.

—Estoy bien, no tienes de que preocuparte —cuando la mujer le vendó la herida al hombre se levantó.

—¿Quieres que te cosa la herida? —le preguntó a la pelinegra, entonces Robb vio el brazo y su preocupación aumentó. Gwendoline se encogió de hombros y la otra chica empezó a curarle el hombro.

—¿Cuál es tu nombre? —inquirió la Mormont mirando a la chica.

—Talisa —contestó sin apartar la mirada de la herida.

—¿De que familia sois? —habló esta vez el chico, por lo que Talisa le observó seriamente.

—Quereis saber a que bando apoya mi familia —Robb no respondió—. Ese chico ha perdido el pie por orden vuestra.

—Mataron a mi padre —le recordó con odio.

—¿Fue él?

—La familia por la que lucha.

—¿Cree que es amigo de Joffrey? Es el hijo de algún pescador. Seguro que no cogió una lanza hasta hace unos meses.

—No siento odio por el joven.

—Eso ayudará a que vuelva a crecerle el pie —Talisa había terminado de curarle el brazo y había recogido su maletín. Se subió al carro.

—No has dicho de donde eres —gritó él.

—Volantis —contestó la chica.

—No puedes negar que tiene razón —le susurró Gwendoline, Robb se giró a mirarla.

—Tú cállate. Se supone que no debías estar aquí —la pelinegra rodó los ojos.

—Iré a buscar a Mera —avisó, y se fue de allí.

Llamó el nombre de la loba mientras se alejaba del resto de hombres. Llevaba la espada en una mano, pues se había dejado la vaina en la tienda.

—¡Mera! —volvió a gritar. Se giró al escuchar un par de pasos, mas no le dio tiempo a ver nada, pues alguien le golpeó la cabeza y perdió la consciencia.

Robb se encontraba montado en su caballo, esperando a que el resto de hombres se agruparan para volver al campamento, cuando vio a Mera. Se bajó de nuevo.

—Hey, chica —dijo para que se acercase.

La loba, que seguía cubierta de sangre, se detuvo frente al Joven Lobo y dejó en el suelo lo que traía en la boca. El animal le dedicó una mirada triste y Robb se temió lo peor.

—¿Donde la has encontrado? —preguntó recogiendo la espada. Llamó a un par de hombres y recorrieron los alrededores en busca de la mujer de rey norteño, mas no encontraron ningún rastro.

Cuando Gwendoline volvió a abrir los ojos se encontró sobre el lomo de un caballo. Tenía las manos atadas y una herida en la cabeza. Cuando miró a su al rededor visualizó las ruinas de un castillo. No había estado nunca allí, pero al ver como había sido destruido un nombre llegó a su cabeza. Harrenhal.

El hombre que cabalgaba a su lado y que controlaba al caballo que ella montaba se detuvo en la puerta.

—Avisad a Lord Lannister de que estamos aquí —Gwendoline cerró los ojos con pesar. Era muy obvio que el culpable de su secuestro no era otro que Tywin Lannister.



—Vaya, vaya. Gwendoline Mormont. He escuchado muchas historias sobre usted —la pelinegra levantó la cabeza. La habían atado con el resto de presos, pero Tywin se acercó a ella para pedirle al hombre que se encargaba de ellos que la desencadenara y la llevaran al interior del castillo.

El hombre hizo que se sentara y se alejó. El viejo león se sentó en la silla de la punta y la miró fijamente.

—Si solo quería mirarme podría haberse ahorrado el secuestro —murmuró, por lo que Tywin sonrió.

—Chica, trae una jarra de agua —dijo en alto, y Gwendoline vio a una niña salir de la sala—. Definitivamente los rumores son ciertos. Tienes la lengua de una víbora y el orgullo de un oso.

—Soy una Mormont después de todo.

—Supongo que por eso el crío te tiene siempre cerca.

—Oh, sí. Y cuando descubra que has sido tú el culpable de que ya no esté con él vendrá y acabará contigo.

—Que lo intente —la sonrisa de ella se ensanchó.

—Lo intentará y lo conseguirá, después de todo ya te ha ganado un par de veces —le recordó con burla.

El hombre la miró con rabia y la chica pudo ver lo mucho que se parecía a Jamie.

—¿Sabe que Jamie también me dedicó esa mirada? Supongo que viene de familia —la chica sonrió orgullosa.

Estaba prisionera, sí, pero le estaba dando la vuelta a la situación. Justo en ese momento entró la "chica" con la jarra de agua. Tywin se encontraba de espaldas a la puerta, por lo que no vio como la pequeña le hizo señas a la Mormont de que no dijera quien era.

—Ya era hora, has tardado mucho —se quejó el león poniendo el vaso para que le echara agua.

—Supongo que ya que me retendréis por bastante tiempo al menos me dejaréis que le rece a los muertos en silencio —Tywin hizo un movimiento con la mano y uno de sus hombres entró.

—Lleve a nuestra invitada de regreso con el resto —el hombre asintió y tiró de las manos de la chica. Gwendoline desvió la mirada hacia atrás una última vez para ver como Arya terminaba de llenar el vaso de Tywin Lannister.

—Usted es norteña, ¿Verdad? —Gwendoline se giró para mirar al chico que había hablado, luego asintió.

—Soy Gwendoline Mormont —se presentó.

—Gendry —contestó el chico.

—¿Sabes quien es la chica que le sirve a Tywin Lannister?

—Así es, mi Lady.

—¿Y como ha llegado a esta situación? —estaba realmente preocupada por la chica. Conocía a Arya y sabía que nunca serviría a alguien que no fuera de su familia, menos si estos estaban enfrentándose a su hermano.

—Es una larga historia —Gwendoline sonrió.

—Creo que tengo tiempo —murmuró graciosa señalando sus manos todavía atadas.

—Solo se lo que me ha contado. Consiguió escapar de los Lannister cuando su padre fue acusado de traición. Cuando la Mano del Rey murió, un Guardia de la Noche la recogió y le hizo hacerse pasar por chico para sacarla de Desembarco del Rey, en ese viaje fue cuando nos conocimos. Pero una noche los hombres de los Lannisters atacaron y mataron al Guardia. Nos cogieron y trajeron aquí. Tywin llegó poco después y fue el primero en darse cuenta de que era una chica, y se la llevó para que le sirviera —la pelinegra asintió.

—Muchas gracias, Gendry.

—De nada, mi lady.

La Rosa De Invierno - Robb Stark-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora