—¿Qué es eso? —preguntó en voz alta. Se encontraba en su tienda escribiéndole su carta semanal a Jon cuando escuchó mucho jaleo en el exterior—. ¿Qué está ocurriendo aquí? —gritó al ver la aglomeración de hombres. Se hizo paso hacia el centro, donde un golpeado Jamie se encontraba en el suelo.
—El prisionero ha intentado huir, Alteza —explicó un hombre—. Y yo quiero mi venganza —añadió dando un nuevo paso hacia el Lannister, fue coreado por el resto de soldados.
Gwendoline se interpuso en medio y volvió a elevar la voz.
—El prisionero seguirá siendo un prisionero hasta que recuperemos a las chicas Stark —sentenció secamente. Catelyn, que había salido ante el ruido observó con orgullo a su nueva nuera. Gwendoline se comportaba como una autentica Reina en el Norte.
—Pero Alteza, este hombre mató a mis hijos, debe permitirme vengar sus muertes. ¿Qué hace más importante a las chicas Stark que a mis hijos?
—Que por mucho que los vengues no conseguirás recuperarles, mientras que si le mantenemos con vida podemos salvar a Sansa y a Arya —replicó ella. Al ver que los hombres seguían sin aceptar su orden desenvainó su espada—. Nadie tocará al prisionero mientras yo esté viva —gritó y se quedó en esta posición un par de segundos, esperando que alguien diera el primer paso, pero nadie lo hizo—. Bien. Si os ha quedado claro, llevad al prisionero de nuevo a su celda y aseguraos de que no vuelve a escaparse —Ordenó volviendo a guardarse la espada—. Espero que Robb regrese pronto, no creo que mi orden tarde mucho en ser pisoteada —le dijo a su tía en voz baja, la mujer se había acercado a ella para felicitarla por su reacción.
—Lo estás haciendo muy bien —le aseguró la mujer y ambas entraron a la tienda.
—Gwenth —la chica se levantó del suelo, donde había estado jugando con Mera y se lanzó a abrazar a Robb.
Aunque solo habían estado separados un día, en aquellos tiempos de guerra parecía mucho más, y nunca se sabía cuando sería la última vez que se verían.
—¿Qué ha pasado? ¿Donde está el Lannister? —Gwendoline suspiró apoyando la cabeza en el hombro de él.
—Tu madre le ha dejado escapar —murmuró con pesar.
Aunque comprendía las razones de Catelyn, no compartía su opinión. Por mucho que soltara a Jamie no conseguiría a Sansa. La reina la tenía en Desembarco y no iba a soltarla tan fácilmente.
Al escuchar la frase, Robb se separó rápidamente y se fue de allí. Gwendoline volvió a sentarse en el suelo junto a Mera, y ahora Viento Gris, y les acarició el pelaje concentrada en sus pensamiento. Estaba muy preocupada, Sansa estaba presa en las garras de Cercei. Jon había dejado de responderle a los cuervos porque había salido al otro lado del Muro. No sabía donde esta Arya ni si estaba bien, y Bran y Rickon seguían desaparecidos, no habían oído nada de ellos desde que Theon había invadido Invernalia.
Entró a la tienda de Lady Catelyn tras saludar al guardia que estaba encargado de vigilarla.
—Gwendoline, buenos días —saludó la mujer y la chica le dio un corto abrazo antes de sentarse a su lado.
—He intentado hablar con Robb, pero se niega a dejarte "libre" —explicó.
—No te preocupes, estoy bien. Me lo merezco por lo que hice. Volvería a hacerlo si eso significara una posibilidad de salvar a mi hija —la chica asintió entendiéndolo—. Me alegro de que Robb te tenga a su lado. Aunque no termina de agradarme que os casarais a escondidas después de haberse prometido con una de las hijas de Walder Frey, por otro lado estoy muy feliz por vosotros —la pelinegra sonrió conmovida—. Haría cualquier cosa por mis hijos, ya lo sabes. Y Robb es mucho más feliz cuando te tiene a su lado, así que yo también soy más feliz.
Se quedaron un rato más hablando y luego la joven se despidió de la antigua Tully y salió de la tienda.
—Shh, Shadow, tranquila —murmuró Gwendoline intentando tranquilizar a su yegua. El animal se había puesto muy nerviosa cuando vieron el castillo. Parecía comprender los sentimientos de su jinete y no quería entrar en aquel lugar.
Harrenhal parecía mucho más oscuro y destruido que la última vez que estuvo allí.
Se bajaron de los caballos y entraron al lugar. Gwendoline sintió como su estomago se revolvía ante lo que se encontraron en el interior. Los cuerpos ocupaban todo el lugar. Mirara donde mirara, lo único que Gwendoline veía era muerte y horror.
—Llevadla a sus aposentos — ordenó Robb, llamando la atención del resto. Un par de hombres guiaron a Catelyn al interior.
—Fue aquí, ¿Verdad? —Gwendoline se giró a mirar a Talisa, que se acercaba limpiándose las manos de sangre, había intentado ayudar a un maese que seguía vivo—. Fue aquí donde te retuvieron los Lannisters —la pelinegra asintió.
—Y también fue aquí donde vi a Arya por última vez.
—Mi reina, ¿Se encuentra bien? —la antigua Mormont se había separado del resto y se encontraba en la parte del patio donde había estado esposada. El poste aún seguía allí y las esposas también.
—Solo recordaba —se giró a mirar al hombre que se encontraba a su lado—. Lord Karstark, siento que no pudiera vengar a sus hijos, pero debe comprender que era nuestra mejor oportunidad para recuperar a las chicas —Aquel hombre era el que había intentado matar a Jamie Lannister.
—Entiendo sus razones, pero eso no evita que no nos permitiera hacer venganza.
—Me gustaría permitirle la oportunidad. Si yo descubriera quien asesinó a mi padre también clamaría venganza.
—Creí que Benjamin Mormont pereció bajo una fiebre.
—Yo también lo creía hasta hace un par de meses.
—Si fueran otros tiempos sería una magnifica reina, Alteza —aseguró el hombre antes de hacer una reverencia y marcharse, dejando a Gwendoline confundida.
—Debe ser horrible estar en este lugar después de lo que ocurrió —la pelinegra sintió como la abrazaban por la espalda.
—Lo es, pero puedo sobrellevarlo —aseguró con una sonrisa dándose la vuelta.
—Claro que puedes, es lo que me gusta de tí —susurró Robb devolviendole la sonrisa y se besaron.
—Mi rey, mi reina —llamó la atención Lord Bolton, por lo que ambos se separaron. El hombre traía dos cartas abiertas en la mano.
—¿De donde vienen las buenas noticias? —preguntó con una sonrisa Robb, mas a ambos se les fue la sonrisa al ver la expresión seria de Roose Bolton.
—Son cartas de Aguasdulces e Invernalia.
—Oh, Catelyn, lo siento —murmuró la pelinegra abrazando a la mujer.
La carta de Aguasdulces traía el mensaje de que el padre de Lady Stark había muerto.
La antigua Tully le contó historias de cuando era pequeña y Gwendoline se sintió un poco mejor al ver que sonreía.
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La Rosa De Invierno - Robb Stark-
FanfictionGwendoline Mormont fue separada de su padre con solo diez años. Sin embargo, no fue tan horrible como ella creía. Seguía en el norte, por lo que el clima seguía siendo frío y blanco, e Invernalia la aceptó como uno más desde el momento de su llegada...