Capítulo 11

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Gwendoline se encontraba junto a Robb cuando Edmure Tully lanzó la flecha y erró. La antigua Mormont le dio un codazo disimulado cuando el pelirrojo no pudo reprimir una risa. Edmure intentó encender, con una nueva flecha, la barca donde iba el cuerpo de su padre, pero esta volvió a caer al agua. Al final fue el Gran Jon el que lanzó la flecha definitiva.

Sintió las nauseas llenarle el estomago, pero se obligó a no vomitar ante la visión de los dos niños Lannister masacrados. Lord Karstark y otros cuatro hombres habían decidido traicionar las ordenes de su rey y matar a los dos rehenes. Robb estaba furioso y acabo sentenciando a muerte a los asesinos.

—Robb, no puedes matar a Rickard Karstark, sus hombres abandonarán tus filas —le advirtió la pelirroja.

—Tu madre tiene razón, lo único que conseguirás serán más enemigos.

Robb observó a las dos mujeres, pero no cambió de opinión.

La antigua Mormont se encontraba en su habitación, dándose un baño, cuando Robb entró. La chica nunca había presenciado los estragos que causaba la guerra en un hombre, pero estaba segura de que eso era lo que le estaba ocurriendo a su marido.

—¿Puedes dejarnos? —le preguntó el pelirrojo a la doncella que ayudaba a Gwendoline. La mujer hizo una reverencia y se marchó.

—¿Estas bien? —le preguntó dándole las manos mientras él se arrodillaba para estar a su altura. Robb negó con la cabeza.

—No se como ganar esta guerra, y ni siquiera se donde están mis hermanos —la chica asintió, ella también estaba preocupada por los niños Stark.

—Lo primero que tienes que hacer es conseguir hombres. Alguien debe haber en los Siete Reinos que no se halla posicionado todavía —la sonrisa de Robb le indicó que acababa de tener una idea.

—¿Te he dicho ya que te quiero? —Gwendoline se echó a reír antes de besarle.

—Yo también te quiero.

Robb salió de la habitación y la chica pudo terminar de bañarse.

La idea de Robb era ni más ni menos que Walder Frey. Dos de los hijos del Lord llegaron a Aguasdulces para presentar las condiciones y llegar a un acuerdo. A cambio de sus hombres, Robb debía entregarle Harrenhal y sus tierras cuando la guerra terminara. Y una unión matrimonial, esta vez con Edmure Tully, la boda debía ser lo primero.

Así que dejaron Aguas dulces y regresaron a los Gemelos.

Por el camino, Gwendoline iba sobre su yegua y Mera iba a su lado. Estaba muy bien protegida, y sin embargo, una sensación extraña le llenaba el pecho. Algo en su interior le gritaba que se diera la vuelta y regresara a un lugar seguro.

Tuvo que detener a Shadow para bajarse. Su estomago había decidido que quería deshacerse del desayuno de esa mañana.

—Wendy, ¿Estas bien? —sintió una mano en su frente, lo que la alivió bastante.

—No lo sé —contestó por fin cuando las nauseas remitieron—. Algo me dice que no deberíamos dirigirnos a los Gemelos —le contó, por lo que su tía la miró preocupada.

—¿Porqué dices eso?

—Es una sensación —Mera se acercó a la chica y la empujó levemente con la cabeza.

Hicieron un alto en el camino para que los caballos descansaran y Gwendoline decidió recuperar su hábito de jugar con Mera y Viento Gris. Habían crecido más, ahora le llegaban por el pecho, lo que dificultaba el juego, pero aún así pasó un gran rato y las preocupaciones parecieron desaparecer.

Mera tenía su cabeza sobre el regazo de la chica y ella estaba apoyada en el lomo de Viento Gris, que chupaba la mano de la chica que no acariciaba a la loba.

—Te quieren mucho —la pelinegra sonrió a Talisa.

—Son mis bebés —aseguró—. No sé que haría si algo les ocurriera.

—Vamos a continuar la marcha —le avisó, los lobos se levantaron y ellas regresaron a la comitiva.

Se encontraban frente a Walder Frey, Robb acababa de pedirles perdón a las hijas y nietas del Lord por faltar a su promesa.

—Ahí estas, déjame verte —Walder Frey se dirigía a la chica, por lo que ella dio un par de pasos sin vacilar. Quería demostrar que no le tenía miedo—. Así que tú eres la razón de que un rey falte a su promesa. Había oído mencionar la belleza de la osezna de Benjamin Mormont, pero veo que no le hacían justicia —Ella tuvo que reprimir un gesto de disgusto ante la mirada que le dedicaba aquel señor—. Sin duda alguna no me extraña que nuestro rey olvidara su promesa para con mis hijas teniendo unas tetas y un cuerpo de sus características a escasos centímetros —Gwendoline no apartó la mirada del Lord. No iba a dejar que la menospreciaran. Era una Mormont y una Stark, no tenía nada de lo que avergonzarse.

Escuchó a su izquierda el repiqueteo del metal, Robb había dado un paso en dirección a Lord Frey al escuchar las últimas palabra, pero Lady Stark le había detenido.

—Bien, dejemos el pasado atrás, que comience la boda.

Gwendoline se encontraba entre Robb y Catelyn. Estaban en primera fila observando a Edmure revolverse nervioso. Ella también lo estaba, pero no por la misma razón, aquella sensación había regresado y con más fuerza. La chica se retorcía los dedos bajo las largas mangas de su vestido y repasaba con los dedos el relieve de las rosas bordadas en la tela.

—Gwenth, ¿Estas bien? —le preguntó Robb al darse cuenta de los nervios de la pelinegra.

—Eso creo —murmuró justo cuando Walder Frey entraba con su hija.

La novia resultó ser realmente bonita, algo sorprendente viniendo de aquel ser despreciable que ahora sonreía hacia Robb de tal forma que la antigua Mormont sintió que sus nervios se incrementaban.

Tras la ceremonia llegó el momento del banquete. Todos reían y bromeaban, Gwendoline pareció olvidar por un momento sus quebraderos de cabeza.

—Alteza, creo que es el momento del encamamiento, ¿Qué le parece? —Robb aceptó con una sonrisa y varios hombre y mujeres se llevaron a los recién casado para dicha ceremonia. Gwendoline había escuchado muchas veces sobre esa tradición, pero nunca había presenciado ninguna, y esperaba no tener que hacerlo.

Regresó a su asiento bromeando con Robb, por lo que ninguno de los dos se fijó en como cerraban las puertas del salón. Una canción sonaba de nuevo, pero Walder Frey la cayó en seguida.

—Alteza, siento haber sido tan mal anfitrión. Os he dado de comer, os he dado de beber, os he entretenido. Pero no os he tratado como os merecíais —la sonrisa que mostró al final terminó de aclarar las sospechas de Gwendoline.

Catelyn Stark destapó el brazo de Lord Bolton, que llevaba una malla, por lo que ella también comprendió la traición.

Mientras tanto, los hombres de Walder Frey entraron en la planta de arriba y dispararon a los comensales. Robb recibió una flecha en la espalda, por lo que Gwendoline se levantó de su sitio gritando el nombre del Joven Lobo para correr a su marido. Sin embargo, sintió como algo frío se le clavaba en la espalda. El grito se cortó de una forma muy poco natural. Talisa se acercó a la chica para intentar ayudarla, pero otro hombre acabó con su vida con una flecha al corazón.

Robb, al ver que su mujer caía al suelo, se arrastró para llegar a su altura.

Los sonidos se distorsionaban en los oídos de la pelinegra y sus ojos empezaban a cerrarse. Lo último que vio antes de que la oscuridad se la tragara fue como Roose Bolton apuñalaba a Robb y degollaba a Catelyn.

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Aún queda la mitad del libro y la historia no ha acabado. No abandones a Gwendoline ahora🙁.

La Rosa De Invierno - Robb Stark-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora