C a p i t u l o 6

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Antes de empezar, creo que es importante aclarar algo: en este fic, Raphael no es asexual. La razón de eso es que no quiero hacer una representación errónea de ellos, y hasta que no encuentre suficiente información y testimonios que hagan sentir cómodxs a las personas asexuales con mi representación, no voy a hacer un personaje de ese carácter AUN. En este fic, Raphael es demisexual homorromantico. Esto quiere decir que siente atracción sexual una vez establecida una "conexión" con la otra persona. Homorromantico porque siente un lazo romántico con personas de su mismo género. Ahora si, disfruten.


1994

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La casa de Raphael Santiago se encontraba entre una posada y una tiendo de licores, algo que a Ragnor le divertía en cierta forma. El latino le había contado que antes había sido un barrio tranquilo de personas ancianas y niños pequeños; pero esos adultos ya no estaban con vida y esos niños crecieron teniendo otras ambiciones en mente. Ahora, el suburbio se había convertido en un microcentro turbulento y sonoro.

Ragnor tocó la puerta con dos toquidos como él le había pedido para anunciar que estaba afuera, y descendió la escalinata hasta el faro de luz frente a la posada, recargando su espalda allí para prender un cigarrillo. El humo aeroso inundó su boca y se fundió con la atmósfera cuando estuvo fuera de sus labios, sonriendo un poco por la sensación que calmaba sus nervios. Raphael salió unos segundos después, con el clásico ceño fruncido mientras respondía a una voz feminina (que Ragnor supuso sería su madre), y luego cerró la puerta tras de sí.

El latino caminó hasta él, suavizando un poco su rostro en cuanto lo vio recargado, Ragnor no se movió. Se permitió recorrer un poco al muchacho unos centímetros más bajo que él. El cabello ondulado, más largo que hace unos meses, rebotaba cuando daba pasos firmes. Sus pantalones se ajustaban a su cuerpo, su saco negro se amoldaba a la forma de su espalda y hombros, su camisa blanca estaba dentro de su cinturón de cuero. Ragnor tuvo que dar otra calada para no morder sus labios a causa de la belleza que se le presentaba frente a sí. Dio una mirada de reojo a la casa de Raphael, ventanas cerradas y la luz amarilla saliendo de ellas.

Miró a los ojos al chico y se despegó del poste, dando media vuelta y comenzando a caminar al lado contrario. No miró atrás, no era necesario para saber que Raphael le seguía el paso aunque no dijera nada. La verdad era, que Ragnor necesitaba con urgencia un lugar donde no los conocieran, o donde pudieran estar ocultos en la oscuridad de la noche para abrazarlo y traerlo hacia sí. Recordó sus besos ansiosos en callejones, o aquellos cuando el departamento quedaba vacío solo para ellos dos, o escapadas al baño de la universidad solo para besarse.

Ragnor se moría de ganas por ir hacia algo más. Quería explorar con cada huella de sus dedos la piel de Raphael, sentir el sabor de su cuerpo completo, oírle jadear por placer. Pero él no había mostrado interés aun de querer lo mismo y, pasados ya un año y medio desde que habían comenzado lo suyo, no había querido preguntar por el temor de hacer que se espantara y corriera lejos suyo. Pero la espera cada vez era demasiado agotadora, apretaba en su interior, ya no era suficiente la imaginación o las preguntas que no le dejaban dormir en las noches sobre el tema.

Su cigarrillo ya iba por la mitad cuando dio vuelta en un pasaje estrecho entre dos viejos edificios. Era oscuro, solo iluminado por la luna. Habia un camino de piedra que llevaba hacia el otro extremo donde la calle siguiente seguía su curso, a los lados pequeñas plantas silvestres y un cesped mal cuidado. Ragnor esperó pegado en la pared, con una de sus piernas dobladas y apoyadas en el paredón a su espalda, con una mano dentro de su saco y la otra pitando.

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