C a p i t u l o 11

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Previamente...

-Le dije a mamá que iríamos el próximo lunes, ella tiene día libre en el trabajo ¿Irás?

-¿Y si te acobardas? Raphael, te amo. Pero hay una diferencia entre ocultarnos ambos y negarme. No soportaría la segunda.

-No lo haré. Jamás lo haría.

*

-Bienvenido- saludó ella-. Soy Guadalupe, la madre de Raphael. Oyó el sonido de un beso, probablemente en la mejilla. Raphael estaba siendo un completo idiota y cobarde.

-Es un verdadero placer. Soy Ragnor Fell.

*

-Todo estará bien- susurró.

-Ragnor- bajó su aliento, le habló-, ¿qué pasaría si no puedo hacerlo hoy?- Él seguía viéndole de la misma forma.

-No voy a presionarte.

*

-No estoy negandote, solo aun no estoy listo.

-¿Y cuándo sí?

-Dijiste que me esperarías.

-Te he esperado por cinco años.

***

Ragnor se sentía miserable. Tal vez ya debería haber superado todos los cristales quebrados de su corazón. Habían pasado ya seis meses de que había terminado con Raphael. O que él había terminado con Ragnor.

No lo había visto desde entonces, siempre se evitaban. Al inicio, durante el primer mes, Ragnor insistía sobre él para que hablasen, tratando de convencerlo de que no habría nadie más, que no podía haberlo para él. Raphael se iba sin siquiera escucharlo. Catarina, molesta con ambos, le había dicho que no volviera a ir tras él y al latino, que no tratara de esa forma a su amigo. Ambos habían aceptado y luego de eso no habían vuelto a saber del otro. Ragnor aun así se mantenía informado. Siempre le importaría saber cómo estaba Raphael.

Cuando el grupo se juntaba, se tornuban armoniosamente para desaparecer de la vista del otro. A veces Ragnor iba con ellos, otras Raphael. Nunca juntos. La situación comenzaba a desesperarle. Entonces un día, sin avisar, asistió a los bolos donde sabría que el grupo estaría. Raphael lo había visto con ojos grandes y el rostro pálido cuando Ragnor se acercó hasta él con una sonrisa confiada, como si nada ocurriera. Catarina y Malcolm los miraban con extrañeza y Alexander y Magnus se mantenían al margen, encogiéndose de hombros para seguir con su patética relación  (por supuesto se alegraba por Magnus, pero no podía ver parejas felices y no pensar en lo que no tenia).

A Raphael le tomó tan solo un minuto en volver a su expresión nula. Le saludó tranquilamente y volvió a su juego. Catarina se acercó a él.

-¿Qué haces?- Preguntó preocupada.- No puedes seguirlo toda la vida. Si él ha decidido terminar, respeta su decisión. Y tú, ten un poco de dignidad.

-Catarina- le habló suave-, solo vine a jugar bolos con mis amigos.- Ella le dio una mirada.- Los conozco desde que tengo quince años, no dejaré de verlos solo por Raphael. En algún momento tenemos que hablarnos . Es por el bien de esta familia.

-Me alegra verte de nuevo con todos nosotros.- Malcolm dijo, sonriendole. Tenia un ligero rastro de barba en el mentón, se veía más adulto.

-No es como si nunca nos hubieramos vuelto a ver.- Rieron.

-Lo sé pero es distintos si todos estamos aquí.- Ragnor concordaba.

A pesar de solo haber intercambiado un par de palabras con Raphael durante el juego, la sensación familiar de tenerlo rondando cerca le hacía sentir a gusto. Su corazón había vuelto a latir, y sintió que había recuperado por fin el calor dentro de sus huesos. Sabía que ellos no volverían, que no le volvería a amar, pero tenerlo a su alrededor era lo único que necesitaba.

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