Capítulo 4: Tranquila, estoy aquí.

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Quisiera decir que mi infancia continuó siendo la de una niña normal, quisiera decir que mi vida  siguió siendo tremendamente feliz, tan sólo quisiera contarles que las cosas fueron fáciles después de ese momento, pero nada fue así.

Después de que a mamá la diagnosticaran con cáncer ella nunca volvió a ser la misma, por fuera parecía ser que sí, porque a pesar de estar enferma, ella mostraba una enorme sonrisa en su rostro, mostraba un optimismo impresionante frente a todo el mundo  hasta incluso frente a papá, pero por dentro la realidad era otra porque frente a mi mostraba lo verdaderamente frágil y rota que se encontraba.

A los pocos días mamá y yo nos encontrábamos solas en casa, estábamos acostadas en la cama platicando de su infancia cuando de repente cambió el tema radicalmente ella comenzó a hablar de su enfermedad , aún recuerdo me contó todo lo que pasaría de una forma bastante tranquila, recuerdo que me entregó su receta médica y me explicó con lágrimas en los ojos  lo que tenía que hacer en caso de emergencia y cuando yo le pregunté, ¿Pero porque me das esto a mi mami? ella cambio su expresión su sonrisa se desvaneció  y me respondió que eso era porque veía en mi la niña que ella fue y confiaba en que tendría la misma bondad y valentía que ella. Me dijo que próximamente sería yo quien cuidaría de la casa, quién cuidaría de mi papá y de mis hermanos, sería quien les daría fuerza para continuar cada dia, quien estaría con ellos cuando se sintieran tristes, en ese momento las lágrimas se hicieron presentes en las dos y por último  dijo que tenía que ser muy fuerte, porque ella tendría que marcharse a un lugar lejos de casa muy pronto pero lo que dijo después además de causarme un gran escalofrío logró quedarse muy marcado en mi mente esa frase explicaría muchas de las cosas que a continuación sucederían, ella me dijo lo siguiente “Yo te enseñaré a ser más fuerte, pero quiero que me prometas que me perdonarás”.

Los días transcurrieron y  con cada minuto que pasaba me daba cuenta que mamá no se equivocaba cuando decía que tenía que ser fuerte, pues a diario tenía que estar junto a ella y tenía que estar preparada  para actuar como su enfermera en los constantes desmayos, las convulsiones, las parálisis y en algunos casos para recordarle quién era ella y quiénes éramos nosotros pues el cáncer había dominado tanto su cabeza que olvidaba muchas cosas. Yo tenía que demostrarle que estaba ahí, tenía que demostrarle mucha fuerza, tenía que demostrarle de alguna manera que tenía fingir felicidad ante los demás algo que resultaba complicado por mi corta edad.

Pero créanme esa situación no era para nada agradable y menos para una niña de tan sólo 8 años, ver a mamá así me lastimaba mucho, ver como un corazón tan puro y bueno sufría de esa manera me desconcertaba demasiado más sin embargo tenía que buscar la manera de sacar fuerza y expresarles a todos que yo estaba bien a pesar de que mi corazón se sintiera vacío.

Sabía que no era la única que se sentía así pues todos en casa la estábamos pasando sumamente mal, un ejemplo era cuando mamá pasaba por sus crisis y yo tenía que sacar a todos de donde estábamos con el fin de que no vieran a mamá, cuando hacia eso veía en sus rostros esa tristeza y ese vacío que yo sentía.

















Cuando las estrellas hablan (mamá). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora