Capítulo 2: Una familia feliz

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Dicen que la infancia es una época que nos marca para el resto de nuestras vidas. En este etapa aprendemos a relacionarnos, a expresarnos y a percibir el mundo.

En mi caso mis primeros 7 años de vida estuve rodeada de una inmensa felicidad, mi madre sin duda le daba un toque especial cada dia, cada cosa que hacía la llevaba a cabo con una enorme sonrisa. Ella estaba totalmente enamorada de su familia.

El ambiente que se percibía en casa estaba lleno de paz, simplemente la tristeza y el enojo no existían en nuestro hogar.

Despertar con mamá era mágico ya que cada día nos mostraba algo nuevo de la vida, nos enseñó miles de cosas entre ellas era valorar la vida en todo momento, nos mostró que hasta la vida de las hormigas debía ser respetada.

Recuerdo que todos los días cuando el cielo mostraba su colores rosas y naranjas marcando el atardecer, mamá nos sacaba con bolsas llenas de comida para ir en busca de personas que no tuvieran un hogar o que no tuvieran cómo alimentarse para que así les pudiéramos ayudar al menos con un poco de comida y agua, cuando nos topabamos con esas maravillosas personas y les ofreciamos apoyo, ellos aceptaban sin dudar y a cambio nos agradecían con una enorme sonrisa y muchas veces con un acogedor abrazo, esa sensación era indescriptible, se sentía tan bien ayudar a los demás, pero se sentía a un mejor tener a un ángel como madre.

Aún recuerdo la última navidad que pasamos juntos, papá acababa de regresar de un viaje largo, habíamos terminado con la deliciosa cena que mamá había preparado cuando de un momento a otro nos encontramos frente al árbol de navidad en total silencio, sólo tomados de la mano. En ese momento pude escuchar mi corazón latiendo, pude escuchar el corazón de todos, podía escuchar el sonido humano que hacíamos ahí parados, ninguno se movió, ni siquiera cuando el cuarto oscureció.




Cuando las estrellas hablan (mamá). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora