Quién sabe cuanto tiempo estuvo sentado Jaehyuk mirando las diminutas flores amarillas que aún no brotaban por completo en esos árboles del parque de su vecindario. Su mamá trabajaba hoy, por eso, en vez de estar en su casa cuidándola, como ella le había pedido, emprendió camino hasta el lugar donde aprendió por vez primera que era el amor, algo tan desconocido para él como un idioma o algún deporte difícil.
No supo si fueron dos horas o tres, las que estuvo sin hacer nada más que respirar y observar esa mínima cantidad de flora, pero de repente se le ocurrió una idea mejor. Dio su pie para andar y rápidamente llegó a la estación del tren. Embarcó en un vagón poco lleno y bajó de el justamente en el centro de la ciudad. Anduvo como penitente hasta llegar a su destino: Cementerio local.
Fueron sus piernas las que se movieron instintivamente para dar con su tumba, la tumba de Asahi, dónde reposaba con calma y paz, siendo exento de todos los conflictos del mundo exterior; cuanto deseó Jaehyuk estar acostado junto a él. Conocía de memoria ese trayecto que tenía que tomar para ver su memorial, para verle a él. Vio una vela sin encender y un par de rosas blancas, que asumió habían sido puestas por los padres del que fue su vecino; su Asahi. Delineó siquiera rozando con la yema del dedo la fecha de muerte. Una lágrima se derramó sin permiso al reparar en el hecho de que hace un simple mes le tenía a su lado, podía abrazarlo y besarlo, podía amarlo y cuidarlo, todo eso hace un mes.
Asahi, su ángel, nunca había puesto su corazón entero en alguien de la manera en la que lo hizo con él. Todos los días le quiso hasta el fin, por eso se sentía culpable de su muerte, aunque se repetía constantemente que su relación fue tan hermosa que el mundo no pudo aceptarla, no pudieron aceptarlos. Oh triste mundo que no se deleitó con su presencia, que no valoró su persona, que no conoció su alma, tal como lo hizo el pobre Jaehyuk. Ahora él, destrozado por completo, continuaba amándole sin importar nada, pues juntos hasta siempre podrían vencer al universo.
-¿Quieres un abrazo?- preguntó el azabache llegando hasta su lado, limpiando los restos de lágrimas que habían sido botadas por el mayor.
-Quiero estar contigo- dijo con firmeza, mirándole directamente a los ojos, esperando una reacción positiva del contrario.
-Decir eso conlleva mucha responsabilidad. ¿Estás seguro de eso?- cuestionó dubitativo y serio Asahi, tomando las manos de su vecino.
-Jamás he estado tan seguro de algo. Por favor llévame contigo- y los ojos de Jaehyuk volvieron a cristalizarse. El pelinegro le miró con ternura, acariciando su cabello, y abrazándole sin más para consolarle. El mayor escondió su rostro en el pecho del más joven, sin querer despegarse de allí. Pero los finos dedos de Asahi le hicieron levantar la mirada. Jaehyuk tenía los ojos grandes y brillosos, como si de un diamante se tratasen. Asahi por su parte, se enamoró aún más de la persona que tenía en frente. Por eso, tomó su rostro entre sus manos, y juntó con suavidad sus labios por un largo tiempo.
Y fue así, cómo en ese cementerio, en un día sábado, continuaron besándose con dulzura, hasta que sus dos cuerpos y almas se unieron juntos en la eternidad.
The end.
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Semana de Estrellas ~JaeHi~ Treasure13
FanfictionUna semana Una estrellas Un chico Un ángel . . Historia corta Género: Fanfic/Romance