XIII: Sándwiches

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El fin de semana llego muy rápido, Alex me pidió que fuésemos al pueblo juntos, ya que según él lo tenía olvidado, realmente era dramático.

-Si sigues así Natalie me saldrán telarañas, por favor salgamos- me miro con ojos de cachorro –No sé qué haré si me quedo aquí, moriré de aburrimiento.

-Ya basta Alex, está bien vayamos al pueblo este sábado, pero deja de exagerar.

-¡Yo no exagero!- puso una cara extraña –Solo es la verdad y nada más que la verdad.

-¿Qué ahora estamos en un juicio?

-Así me haces sentir Nat.

-Vaya no creí que me tuvieras miedo o algo parecido.

-No es eso- al parecer lo incomode ya que se sonrojo y miro a otro lugar –Sabes que no puedo tenerte miedo, solo mírate ¡Eres muy tierna!

Fue mi turno de sonrojarme, en años nadie me había hecho un cumplido o algo parecido, intente irme pero mi torpeza no me dejo y de alguna manera logre tropezarme, ambos nos reímos de la situación.

Apenas era la hora del desayuno, acordamos vernos en media hora para irnos, yo tenía que volver a mi habitación por algo de dinero y una chaqueta; el clima había comenzado a cambiar, las noches eran frías, y junto con el clima el paisaje cambio también, los árboles perdían sus hojas. Era mi época favorita del año ya que tampoco debías salir con muchas capas de ropa, era agradable ni mucha ropa ni morirse de calor.

Estaba a punto de salir de mi habitación cuando Adam entro, era normal que no pidiera permiso para entrar.

-Hola Nat, ¿tienes planes?

-De hecho si, quede con Alex para ir al pueblo.

-¡Oh! Entonces me voy

-¿Qué te parece si mañana hacemos algo?

-Si claro, podemos ir al pueblo a ver alguna película, en verdad extraño tener mi teléfono.

-Me tengo que ir o llegare tarde como siempre.

-Te acompaño, voy al jardín.- dijo mientras se ponía de pie, cuando llegamos a la puerta él se fue y yo continúe yendo a la salida, por suerte Alex ya se encontraba ahí así que en cuanto llegue nos fuimos.

-¿Qué haremos señorito Drama?

-No me llames así Natalie.

-¿Por qué no?

-Porque es molesto señorita torpeza.

-Está bien, ya que- fingí una cara de berrinche.

-Aunque si eso te hace feliz puedes hacerlo.

-bueno bueno ¿me vas a decir que haremos?

-De hecho sí, mi padre me dijo que le gustaría verme y quiero que me acompañes.

-No creo que sea buena idea Alex- me causaba terror tener que conocer a su padre, apenas y conocía a Alex.

-No te preocupes, no te va a comer, solo iremos un rato a charlar, te prometo que no estaremos hi mucho tiempo, además él me dijo que mandaría un coche para ir hasta allí y después podríamos hacer lo que quisiéramos.

Suspire,-Está bien, pero te costara.

-De acuerdo.

Alex me dijo que nos estaban esperando frente a la lavandería, y así era allí se encontraba un coche negro, el saludo al conductor y este pidió que nos abrocháramos el cinturón de seguridad, así lo hicimos, el camino no fue muy largo, sin embargo yo había creído que su casa se encontraría en la ciudad pero estaba se encontraba a unos 10 minutos, y bueno la verdad no me lo esperaba, la casa era uy hermosa rodeada por una valla de 2 metros de altura, tenía una gran fuente y estaba rodeada de muchísimas flores, parcia sacada de un cuento de hadas, Alex parecía avergonzado, nunca me había mencionado que fuera rico y bueno el no lucia como una persona que o fuera, pero siendo sincera con el uniforme no podrías distinguir a alguien muy fácilmente.

Limonada, otra historia de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora