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JungKook se sentía extraño al ver a TaeHyung conviviendo con los cachorros, era una imagen que a pesar de que sabía que no sería eterna, era realmente maravillosa y quedaría para siempre en su mente. Y por más que su omega gritara que así debían ser las cosas, él sabía muy bien que TaeHyung había tomado otro tipo de decisiones en el pasado y que eso que estaba frente a sus ojos no sería más cuando volvieran a sus rutinas.

El alfa frente a él parecía muy entretenido con la explicación de cada uno de los gemelos de por qué debía comer ciertos dulces y por qué les gustaban esos dulces en especial. Mientras comía un poco de cada dulce que los infantes le daban con sus inocentes y animadas sonrisas. Y el omega realmente no sabía si todo eso que hablaron y que pasaba realmente era algo bueno.

—Papi, ¿por qué no comes dulces también? —escuchó la voz de MinHyuk llamarlo, sacándole de sus pensamientos de inmediato—. Tío TaeHyung nos dice que no comamos muchos y te demos alguno.

JungKook miró hacia TaeHyung, quien solo le miró y sonrió ladino para después volver su atención hacia MoonByul. El omega aceptó el dulce de MinHyuk y se colocó casi a la par de TaeHyung, sintiendo aquel aroma a alfa que desprendía el contrario inundar su ser con fuerza y hacerle de cierto modo sentir una especie de protección.

—Creo que son muy obedientes—observó de pronto TaeHyung, viendo como los pequeños dejaban de comer dulces y sólo se quedaban con los que tenían en sus bocas—. Eso es muy bueno, no cuesta trabajo o son como esos niños que hacen rabietas por todo.

—Trato de que nunca hagan, aunque es rara la ocasión... las llegan a hacer—musitó con suavidad, mientras inconscientemente se acercaba más al aroma de TaeHyung y su presencia—. Y también a veces hacen tus gestos, pero eso supongo que vas a alcanzar a darte cuenta.

TaeHyung inspiró aire profundamente, sabiendo lo difícil que era para ambos todo aquello. Ahora le sumaba esa extraña cercanía que estaban teniendo ambos en esos momentos y el lazo de destinados que les decía que ambos debían permanecer de ese modo. Miró de soslayo a los gemelos guardando los dulces, sus ropas y un par de cosas en casa que sabía que podían ser reparadas antes de irse.

Y ese instinto que estuvo ocultando durante seis largos años quería empezar a surgir de nuevo, ese instinto protector y paternal del que se le había sido revocado por voluntad propia. Ahora que estaba delante de sus hijos, del que debería haber sido su omega y saber que este se encontraba en una situación difícil, era demasiado para él y sabía que bien podía hacer algo.

—Tengo que hacer una llamada—avisó alejándose ligeramente del omega, mirando hacia el teléfono inalámbrico que había a unos pasos—. Vuelvo en seguida.

JungKook le vio irse con semblante serio, sintiéndose curioso de lo que fuera que debía ser aquella llamada. Y también un poco decepcionado de que se alejara de la cercanía que empezaban a tener, aunque sabía que así debía ser ya que el alfa se iría de nuevo y no era bueno para él, sus hijos y su corazón sentirse cómodos con su presencia o acostumbrarse.

TaeHyung por su parte, miró hacia el teléfono y soltó un suspiro, pues sabía que si llamaba a ese número no solo aclararía y facilitaría las cosas, sino que tendría que dar muchas explicaciones. Tecleó el número tan reconocido por él y del cual era frecuente que salieran llamadas de donde fura que él se encontrara. Esperó como siempre hasta los tres tonos, antes de que una carraspeo sonara.

Jung HoSeok, del banco nacional de Corea—escuchó la voz de su viejo amigo, sonriendo inconscientemente y provocando que JungKook mirara con curiosidad hacia él—. ¿Con quien tengo el gusto de hablar?

—Esa formalidad nunca había sido propia de ti—musitó divertido TaeHyung, mientras que imaginaba la sorpresa segura que llevaría HoSeok en el rostro—. Espero que me reconozcas la voz.

Prentium ❀ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora