MEGAN
—No, papá, no voy a teñirme el cabello —digo con la voz monótona y aburrida. La verdad estoy cansada de que cada día salga con la misma cantaleta.
Sé que odia mi cabello rosa, sé que odia la perforación que tengo en la nariz y mucho más mi forma de vestir, pero eso no significa que vaya a deshacerme de lo que a mi me gusta. No importa cuantas veces lo diga.
—Yo pagaré la cita en el salón, te lo dije —revuelve la pila de papeles que tiene sobre su escritorio —¿No viste mis llaves Meg?
—Y yo te dije que no es cuestión de dinero, sino de tolerancia —rodeo los ojos al ver que tiene las llaves dentro del sobre de su abrigo—. Papá... —voltea a verme, al borde de la desesperación. Levanto mi dedo indice y señalo su bolsillo. No tarda en darse cuenta a qué me refiero.
El señor Hall es un obsesionado por el trabajo, y ahora, parece que ha subido al nivel de perder la cabeza.
—¡Gracias Corazón! —se agacha para tomar su maletín y las llaves en su otra mano. En cuanto pasa por mi lado, toma mi cabeza y planta un beso en mi mejilla. Hago una mueca de desagrado.
Sabe que odio que haga eso.
Amo a papá no me malinterpreten. Es solo que, a veces olvida que tengo 18 años, y sigue tratándome como si tuviera 10.
En cuanto se va, me dejo caer sobre el sillón de la sala, con mi teléfono. Hoy papá trabajará hasta tarde, así que no le veo problema a invitar a Calvin para pasar el rato. Después de todo, es la última semana de vacaciones antes de iniciar clases en la Universidad.
Busco rápido el número de Calvin entre los contactos y presiono llamar.
—Meg, ¿que pasa? —su voz se escucha agitada y algo seca.
—¿Que estás haciendo? Te escuchas fatal.
—¡Bah! —bufa— Mamá me pidió que le comprara unas medicinas para Laila y el auto estaba descompuesto. Tuve que venirme caminando. ¿¡Sabes lo que significa caminar desde mi casa hasta el centro?! —sonrío al escuchar sus quejidos.
Calvin Smith es la persona menos atlética que conozco. Una vez lo convencí de acompañarme al gimnasio, pero se arrepintió al ver todas las pesas y caminadoras. Al final nos fuimos y él me compró un helado.
Si, también es el mejor amigo que tengo y me trata de la forma más dulce. Sin mencionar que es sobre protector y celoso cuando tengo otros amigos, y eso me encanta.
—Pues... —hago círculos en mis medias veladas con mi dedo índice—. Deberías salirte de ese aburrimiento y venir un rato. Papá no está, podríamos pedir una pizza.
—¿Megan Hall quiere hacer una fiesta? —dice con tono juguetón, lo que provoca que sonría como una estúpida.
—Definitivamente no sería una fiesta, pero podemos ver unas películas y destapar una de las botellas de papá —lo último lo digo con la voz más marcada.
Sé que a eso no se resiste por nada del mundo.
—Soy todo tuyo.
CALVIN
Me carcajeo al ver la expresión enojada en el rostro de Megan. Tiene el ceño fruncido, las manos en la cintura y los labios apretados. Seguramente la sacó de quicio que su apartamento esté lleno de adolescentes borrachos.
—Meg... —alzo las manos y me acerco para abrazarla, pero me quita con brusquedad.
—¿¡Ya estás ebrio Calvin? Llevas aquí menos de media hora! —chilla, empujándome con sus pequeños brazos, pero no logra ni que me tambalee.
—No Meg —miento—, solo me he tomado dos —levanto la botella en mi mano.
Cuando está enojada, lo mejor es no despertar a la bestia. Pero su expresión me revela que no me ha creído ni un poco.
—¡Te dije que solo tú y yo! —se soba el arco de la nariz, con cansancio—. En cualquier momento llegará papá, me va castigar de por vida.
—Si quieres le podemos decir a todos que se escondan, el señor Hall no los notará —río como si fuera lo más gracioso. Definitivamente estoy muy llevado, el alcohol está haciendo efecto.
A la morena no le causa gracia.
—Eres un idiota Calvin... —dice entre dientes para luego perderse entre la gente. Observo su cabello rosa de espaldas hasta que se adentra en su habitación.
—¡Bien hecho hermano! —el brazo de Ryan rodea mi cuello. Le regalo una mirada de pocos amigos, para luego tomar otro sorbo de mi cerveza.
—No jodas Ryan... —me suelto de su agarre con fastidio.
Tiene una taza de porcelana en la mano, lo que me causa gracia. Seguramente no encontró donde servirse un trago y decidió escarbar entre la cocina. Esta ebrio, pero no tanto como yo.
—No jodo, pero deberías ir a hablar con ella —sugiere, encogiéndose de hombros.
Suelto un suspiro cargado.
Sé que tiene razón. Me equivoqué, y me equivoqué feo. Solo quería que Meg se relajara un poco antes de las clases, ha estado muy nerviosa porque es nuestro primer año.
Obviamente no pensé bien las cosas.
Termino la conversación con Ryan y me dirijo a buscar a Megan en su habitación; la tercera a la derecha por el pasillo. He venido tantas veces aquí que ni siquiera debo preguntarlo.
En cuanto estoy frente a la puerta, giro la perilla. Al abrir logro verla sentada en su escritorio tan encorvada como siempre, haciendo no-se-qué en su computador. A diferencia de hace un rato, se ha recogido el cabello en un moño horrendo y despeinado que por alguna razón, me parece que le sienta bastante bien.
De hecho se lo he dicho un par de veces.
Sé que me ha escuchado entrar pero ni siquiera voltea verme. Dejo la botella sobre su mesa de noche y me acerco hasta su silla. La rodeo con mis brazos por detrás, siento como se pone un poco alerta, pero al notar que soy yo se relaja.
Sin embargo continúa enojada.
—No me hables, no quiero escucharte —murmura sin quitar la mirada del monitor. Está viendo Orgullo y Prejuicio, de nuevo.
Me pregunto cómo la puso tan rápido. Tan solo duré unos minutos hablando con Ryan.
—No lo haré —digo en su mismo tono casi inaudible de voz recostando mi cabeza en su hombro.
—Estás hablando al decir que no hablarás. Eso es estúpido.
Río.
—De igual forma me escuchaste, aunque dijiste que no lo harías —comienzo a jugar con mis dedos frente a ella. Noto como se queda viendo.
Nos quedamos unos segundos en silencio, solo viendo la película. Hasta qué vuelve a hablar.
—Este era el plan que pensaba para hoy —susurra, envolviendose con mis brazos alrededor de su cuello —pero tuviste que traer a un montón de idiotas y arruinarlo todo.
Sonrío apretándola más fuerte.
—Entonces quedemonos aquí, y veamos esta porquería por millonésima vez.

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WITH YOU
Roman d'amourMegan y Calvin tienen la amistad perfecta. Conocen todo del otro y son su mejor compañia. Entran en la Universidad de Stanford para cumplir el sueño de estudiar juntos, pero al conocer nuevas personas y gracias a los temibles celos, se dan cuenta de...