4. SOLO SOMOS AMIGOS.

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MEGAN

Mi celular comienza a sonar en cuanto abro la puerta de la habitación. Lo saco del bolsillo de mi jean y al ver la pantalla encendida mostrando la foto de papá, sé que no quiero atender.

¿Que pretende? Me dejó tirada en el apartamento con su estúpido asistente, aún sabiendo que no nos vamos a ver sino hasta dentro de seis meses.

Me dolió, me dolió mucho. Ahora tendrá que esperar a que me pase el enojo y tal vez lo llame después.

Corto la llamada.

—Hola... —saludo al notar que Penny aún está despierta.

Son las 11:00 de la noche y hasta ahora estoy llegando a casa luego de mi almuerzo con Calvin. Nos quedamos dormidos y despertamos cuarenta minutos después, gracias a un mesero que nos advirtió que si no comprábamos nada más no podríamos quedarnos en el lugar. Salimos a comprar algo de ropa para Calvin, tomamos un helado, y el tiempo se pasó volando.

Penny está sobre su cama —la del fondo de la habitación— pintándose las uñas.

—Hola, ¿que tal fue tu tarde? —levanta levemente la mirada, para sonreír.

Le devuelvo la sonrisa mientras me deshago de mi bolso, dejándolo sobre la silla que queda justo junto a mi cama y frente al escritorio.

Esa es una gran ventaja, que cada una tenga su escritorio. Podemos estudiar tranquilamente.

—Bastante bien, pero mi idea era llegar antes para acomodar un poco este desastre —hago un ademán a la pila de cajas que están de mi lado de la habitación.

Antes de salir a almorzar un carro por parte de papá —o de su asistente, seguramente— trajo todas mis cosas.

Es literal, un chiquero.

—Si, está un poco feo. Si quieres mañana podemos arreglarlo juntas —sugiere, sacando levemente la lengua cuando termina de dar un pincelaso sobre una de sus uñas.

Alzo una ceja.

—¿De verdad?

Se encoje de hombros, sin mirarme.

—Si, pues, no tengo nada mejor que hacer. Pero toca mañana, el martes hay una fiesta imperdible en una de las fraternidades.

Me dejo caer sobre la cama, mirando hacia el techo.

—¿A qué hora? —pregunto.

—No lo sé, con que lleguemos a las 9 estaría bien. A menos de que prefieras quedarte estudiando, claro. ¡Maldición! —se queja— ¡Es tan difícil pintarme las uñas con color negro!

Río entre dientes.

La carrera que voy a estudiar es Diseño de Modas. Sé que esta semana no será tan pesada con respecto a los trabajos, ya que es la semana de inducción. Probablemente nos introduzcan un poco sobre las clases que tendremos y nos den un poco de investigación, pero según la chica del punto de información, no será gran cosa.

Además, nada como una fiesta para comenzar el semestre. Más cuando no es una fiesta en mi apartamento, arriesgándose a que mi padre me castigue. Aquí será más divertido.

—No... Creo que iré. Le diré a Calvin, será divertido —me levanto con pesadez y me acerco a la cama de Penny. Sus ojos siguen mis movimientos con un poco de confusión hasta que me siento a su lado. Logro ver su pijama que consta de una playera de Nirvana y un short corto—. Ven, yo te las pinto.

Extiendo mi mano para que me entregue el frasco de pinta uñas, y ella hace caso omiso.

—Gracias... —sonríe un poco. Nos quedamos unos minutos en silencio, mientras meticulosamente pinto las uñas faltantes, agrego algo de brillo y con ayuda de un hisopo y removedor retiro el exceso de negro que quedó gracias a Penny.

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