4. Resignación

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— ¿Lloraste, Keda? — Pregunto con un tono de burla.

El mencionado se quedó en silencio, se mordió el labio inferior para evitar soltar un suspiro. El nudo en la garganta se hizo presente ante las ganas de llorar.

—te estoy hablando. — se acercó con una extraña autoridad. Le dió un zape, Kedamono se quejo, sobandose con miedo. — ¿Lloraste por la cachetada, delicada? — Sonrió burlon. Aunque por dentro quería parar. No sabía lo que hacía.

"Para. Te lo suplico"

—  N... No — Trago en seco, tratando de calmar el ardor de su garganta, quería vómitar. Si Popee seguía así, lo haría.

El rubio guardo silencio, para empezar a carcajear. — Oh vamos, tus ojos rojos y cansados junto con esos cachetes todos rojos, eres ridículo. — rió. Kedamono jadeo, reteniendo sus lágrimas. — Ohh~ ¿vas a llorar? Ja.
— preguntaba de nuevo mientras se alejaba. Le dio una última mirada y se fue.

Dio un último jadeo, para dejar que salieran sus lágrimas, golpeaba la mesa con fuerza, sin poder creer como lo había tratado. Era increíble que a pesar de todo eso, seguía amandolo. Estaba destrozado. — Si sigue de ese modo, acabará con mi vida más rápido. — Afirmó cuando sintió que el ardor aumentaba y los pétalos recorrer su garganta, para luego ser expulsados por su boca.

Vio el juego de cuchillos colgados en la pared, el cortarse le daba un miedo horrible. Sin embargo no podía aguantar y la idea de morir se le hizo una opción bastante razonable. Agitó su cabeza de un lado a otro, descartando la idea inmediatamente.

¿Que le estaba pasando? El no es así, nunca pensaría en suicidarse. Más lágrimas brotaron de sus ojos cansados.

Se sentía mal. Se sentía triste y con ganas de simplemente encogerse en una esquina.

Quería parar con eso, no podía dejar de pensar que su vida acabaría muy pronto con esa actitud tan ruda y burlona. Le dolía profundamente cada palabra que le dirigía el rubio.

Es una persona despreciable.

De todas las personas del mundo... Se enamoró del que le hacía daño... El vomito de pétalos junto con lágrimas, no era buena combinación. A como pudo, camino a su cuarto como todos los días, a deprimirse. Dejó un hermoso camino de pétalos de color camersí.

¿De verdad sigue valiendo la pena seguir así? ¿Sufriendo para seguir estando con la persona que más ama? —  No creo. — suspiró.

Como siempre lo hacía, se tapó la cara con la almohada, y la aplastó, quería retener los pétalos de ese modo pero siempre su intención fallaba. Le dolía, todo.

Tosió por última vez, una cantidad enorme de pétalos salió de su boca, haciendo que Keda dé arcadas tratando de quitarlas. Lo estaban ahogando. Más lágrimas salieron rápidamente, por el esfuerzo de toser. Se sentía tan débil... Se acostó de nuevo y simplemente cerró los ojos.

[...]

Popee abrió la puerta con violencia, con la intención de que el ruido fuera fuerte y que, si Keda seguía despierto, diera a entender que estaba ahí. Subió las escaleras mientras acomodaba su camiseta para ocultar su cuello y por último limpio el pintalabios de la comisura de sus labios antes de entrar a la habitación de su compañero.

— Sabía que estabas despierto, maldito imbe- — guardó silencio rapidamente en cuanto lo vio dormir, con pétalos por todas partes... — ¿Pétalos...? Ew. — Murmuró.

Volvió su vista a Kedamono, se acercó lentamente y se arrodillo a orilla de la cama. Tomó su mano con delicadeza...

— Perdón. Ni puedo controlarme a mi mismo. — Susurró. Sin más se levanto y salió de la habitación.

Era bipolar por naturaleza. Estaba enfermo.

ʜᴀɴᴀʜᴀᴋɪ 🌷 || ᴘᴏᴘᴋᴇᴅᴀ [editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora