Sirius Black no era alguien que piense en otra cosa que no sean bromas pesadas que hagan poner los pelos de punta a McGonagall, hasta el día que encontró a Afrodita White en enfermería a altas horas de la madrugada con una sospechosa charla con Mada...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
. . . . . . . . . .
Capitulo Ocho . . . . . . . . .
Editado
Sirius mira sin poder desviar los ojos de su mejor amigo y la chica de sus sueños.
Ambos estan sonrientes, aunque con unas ojeras gigantes debajo de los ojos.
Merlín, parece que paso un tren encima suyo.
-¿Porque tan sonrientes ustedes?-Pregunta Remus al sentarse enfrente del duo ojeroso.
-Si supieras te volverías loco.-Le dice James con una sonrisa picara.
Wowow ¿Que esta pasando acá?
-¿Que hicieron ustedes dos anoche?-Pregunta Sirius con el rostro serio.
-No les podemos decir, aun.-James y Frida intercambian miradas complices.
La sangre le hierve al Black. Millones de historias diferentes se crean en su mente.
-Váyanse a la mierda, ustedes con su misterio.-Black se levanta del asiento, dejando a los merodeadores y Frida mirándose con un signo de interrogación en su rostro.
-Sin ofender, pero... ¿Les viene a los hombres?-Pregunta con una ceja alzada.
La noche anterior James y Frida estuvieron toda la noche haciendo la poción matalobos. Fue un gran reto para ambos. Ya que si salía mal, podía pasar cualquier cosa. Fue totalmente cansador, lo peor de todo es que toma tiempo, al menos unas semanas al terminarse. Aunque Severus les agrego bastantes datos como para hacer que la poción sea mas fácil y rápida en hacer.
-Quiero hacerte una pregunta - James coloca su brazo alrededor de los hombros de Frida
Ambos iban directo a Hogsmade, hoy siendo sábado todo Hogwarts se toma un descanso de las evaluaciones finales. Al ser el año que viene su último año, todos están mas que estresados con las tareas hasta el cuello.
-¿Mhm?-La pelinegra mira mal a un grupo de chicas chismosas que no dejan de cuchichear a un costado. Acomoda su capa negra y también el vestido que esta debajo de este con incomodidad.
Mucha gente siempre le cuestionan su forma de vestir. Siempre con colores oscuros, faldas y/o vestidos elegantes. Dandole una manera madura y hasta muy elegante de verse.
James siempre creyó que los White eran esa gente que en el desayuno mueven una campanita para llamar a los elfos domésticos, esa gente que su hogar era tranquilo, pacifico y escalofriante.
