𝘊𝘶𝘢𝘵𝘳𝘰

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Los días habían pasado y por fin, pudieron darle el alta al peli rubio.
Estaba feliz porque ya no estaría allí encerrado, pero por otro lado, no sabía que se le esperaba al llegar a su casa.

-Buenos días, Jimin. -lo saludo la mucama. -¿Deseas almorzar? -el menor solo asintió.

Subió a su habitación para dejar sus cosas y verse al espejo. Bien, la imagen que aquel objeto reflejaba, no le gustaba para nada. Habían demasiadas lastimaduras y hematones por su cuerpo. No, sin duda no le agradaba, pero por suerte aquellos hematomas, ya no se encontraban tan violetas como antes.

El clima estaba lindo, una fresca brisa corría pero el sol estaba suavemente cálido, así que decidió ventilar un poco su habitación y abrió la ventana, dejando que el aire fresco entrara. Sentía como si alguien lo estuviera abrazando fuertemente, cuando el sol se posó sobre su cara, envolviendo lo en una confortable atmósfera.

-Jimin, ven a almorzar -se escucho la voz de Jungkook. Inmediatamente hizo caso y bajo hacía el comedor.

La mucama había echo lo mismo que Jimin. Había abierto todas las ventanas y cortinas para poder refrescar y ventilar un poco más la casa.

-¿Cómo estas?, ¿Te duele mucho aún? -preguntó preocupado Jungkook, pero el menor no respondió. Prefería estar callado, pues no sabía qué podría pasar.

-Solo son molestias, no te preocupes -hace una pausa. -De echo, sigue actuando normal, como que nada pasa, ni te preocupas el daño que me haces -comenzó a decir, mientras iba elevando su tono de voz.

-Jimin, cálmate -dijo Jungkook, mientras tomaba una bocanada de aire para no perder tan rápido la paciencia.

-¿Sabes?, estoy harto, me golpeas y pretendes que luche solo y moribundo, cuando yo no tengo la culpa -el menor se levantó de golpe de su silla, acto que Jungkook también copió al ver que el peli rubio caminaba hacia su lugar. Jimin lo observó a los ojos. -Supongo que también la golpeabas a ella, y por eso decidió irse y abandonarme aquí contigo, para que termines matándome a golpes, mientras ella iba a vivir su vida nuevamente, lejos de alguien loco como tú -hubiera seguido hablando sobre lo que realmente sentía en ese momento pero, el seco ruido que se escuchó por aquella habitación detuvo todo.

-Jimin, yo...-trató de excusarse, pero se vio interrumpido por su hijo, el cual lo observó con una mira triste, mientras lágrimas recorrían su cara.

-¿Te das cuenta que mi cuerpo apenas soporta el dolor, y me golpeas aún más? -dicho esto, corrió escaleras arriba, en dirección a su habitación y se encerró allí.

Las horas pasaron, y había comenzado a anochecer. Para cuando dieron las diez de la noche, Jungkook decidió ir a la habitación de su hijo, para anunciarle que ya estaba lista la cena. Pero al llegar a la habitación sus planes se esfumaron. Jimin no estaba. No se encontraba por ninguna parte.

Su teléfono vibró. Era Taemin, su hermanastro.

-¿Sí? -dijo mientras cerraba la habitación de su hijo

-Jungkook, Jimin vino a mi casa -su sangre comenzó a hervir. ¿Por qué mierda tuvo que ir allí? -Dejare que se queda esta noche, como regalo de su día especial -comento el contrario.

¡Mierda!, lo había olvidado. Últimamente estaba demasiado estresado, debido a que se cerraba mucho en sus pensamientos.

-Esta bien...-fue lo único que dijo, para luego cortar la llamada.

Camino hasta la sala y se sentó sobre el sofá que estaba a un lado de una pequeña mesa de luz, donde sobre esta se encontraba una pequeña lámpara, que no alumbraba demasiado pero sí lo suficiente, como para relajarse y leer un libro. Sobre esta mesa, también se encontraba un libro de Psicología. Debía encontrar una solución a su problema, pero le aterraba la simple idea de ir con un especialista.

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¡Papá! Quiere me al menos un día |km|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora