Capítulo II

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Cabalgaba a la mitad de la noche, en medio de un frío y oscuro llano, se podía escuchar todo desde el sonido de un búho hasta el caminar de los demonios que habitaban en este lugar.

- Llegaremos pronto, daré ese anillo y regresaremos con mi familia, todo será como antes, ahora los protegeré- sonreí a mi misma - sabes que Tilbo sabía decir que estaba algo loca al verme hablar con los animales, pero sé que me estas escuchando- genial estaba hablando con un caballo.

Baje a acampar en una cueva, me sente y comí unas manzanas que había traído desde las este.

Extrañaba estar junto a mi familia, muy pocas veces iba al pueblo humano, asistí a una celebración en Gondor, tierra de reyes, extrañaba a su gente inclusive.

Unos sonidos me sacaron de mis pensamientos, tomé la espada y sentí varias miradas sobre mi, tenia uno de los anillos menores que tenia la habilidad de hacerme desaparecer, pero había maldad en él.

Había sido manipulado y creado para el beneficio de Sauron al igual que el de Tilbo.

Genial estaba rodeada de un ejercito de elfos Sindar, estaba lista para atacar hasta que uno diaparo una flecha.

- Creen que pueden conmigo - sonrei y lo golpeé contra el árbol.

Baje a dos de ellos de su caballo, pero sólo faltó un instante para darme cuenta que estaba rodeada.

- Entréganos la espada - hice el truco de dejarla mientras tomaba la daga que tenia en mi pierna.

Pero un golpe seco hizo de quejase de ver lo que ocurría al mi alrededor.
Visiones borrosas de los demás bailaban a mi alrededor.

- ¡Levántate vagabunda! - una voz potente gritaba, sentí como litros de agua eran arrojados a mi rostro.

- Así es como tratan a sus visitas- abrí los ojos, habían amarrado mis manos.

Un mazmorra, me habían encarcelado quitado mi caballo y armas.

- El rey Oropher quiere verte, puedes ser una de los espías de Sauron- sonreí por su petulante actitud.

Me llevaron por un gran pasillo, era enorme un palacio lleno de vida, las hojas verdes entraban por los largos ventanales del salón principal.

- Niña, porque has entrado si permiso en mi bosque- pregunto un gran elfo desde su trono cubierto de hojas.

- Nunca quise encontrarme con usted, su bosque no era mi destino - solté.

- Eres una espía, te enviaron- se levantó de si silla y recorrió por el salón, tratando de encontrar una explicación.

- Tu no sabes quien soy, mucho menos a aue he venido, eres arrogante y tú reino caerá - solté al ver su rostro.

- Llévenla a los calabozos no quiero escucharla, que muera de hambre, su inmortal vida se acabará de alguna forma- sonrío mientras tomaba mi rostro con sus ásperas manos.

Molesta, indignada y decepcionada, quería herir a ese rey engreído, y salir hacia mí destino, no podía renunciar a la última petición de Tilbo.

Unos veinte guardias a mis alrededores escuchaban las palabras del rey, cuando alejo su asquerosa mano de mi cara salté hacia uno de ellos usando su espada para arrancar las cuerdas de mis manos.

Di un golpe seco en su estómago y tome la espada.

Tenia que huir ese era mi único objetivo, tres de ellos se pusieron delante del rey y unos diez me rodearon esperando a que ataquese.

Pensaba en todas las posibilidades de salir victoriosa a pesar de tener mucho encontra, acerque la espada a mi rostro, respire y recordé los entrenamientos de Baldwin.

Un Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora