Capítulo XI

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Un gran banquete se celebraba en una de las habitaciones del castillo del rey Oropher, lástima que el rey no fue invitado.

- Mirá pequeña nos estas diciendo que estuviste más de un año perdida; que te casaste con el príncipe orejas largas, que tienes dos mellizos y ahora eres una princesa de dos reinos, además que quieres pelear en la guerra de la última alianza- ambos enanos se soltaron a reír.

- No, solo del gran bosque verde soy su princesa, en Lothlórien son una dama- explicó mientras bebía sidra de manzana.

- Ese no es el punto dulzura, estas segura que quieres hacer esto - preguntó amablemente la enana.

- No sé como explicarles Tilbo hubiera quiero esto, además deseo participar en la destrucción de ese anillo, ya falle una vez -

De repente una potente voz, llamó la atención de los tres participantes del banquete.

- Mi esposa, me parece que nos has presentado a tus invitados- el príncipe Thranduil, saludo con una mejilla a su amada.

- Chicos, el es mi esposo el principe Thranduil- Lenna hizo un reverencia mientras que Baldwin mostró una mala cara.

- Vaya Aranna, tenias que escoger a un elfo - reprocho.

- Si te recuerdo también soy así- rode sus ojos al ver su expresión.

Las risas no faltaron en el reencuentro, todo parecía ir bien.

- Majestades, el rey ordena su presencia es de suma importancia- una doncella aviso a los príncipes.

Aranna Pov

Corrí a la sala del trono junto a Thranduil, quien se sorprendió al ver a todos los generales reunidos.

- Hemos sido llamados, Gil-Gald solicita que todos los elfos estemos presentes en esta batalla- las palabras del rey me quemaron en la piel, era el momento.

- Todo el ejército estará presente mi rey, tendrás el apoyo de todos los que te seguimos, prometimos serte fieles hasta la muerte - las palabras de Thranduil resonaron en mi cabeza.

- Partiremos al amanecer, prepárense para la guerra- se retiraron de la sala listos para lo que sería una matanza.

- No puedes irte- negué en dirección a Thranduil.

- Estaré bien, quiero que cuides ese nuestros hijos, ellos te necesitan mi esposa, regresaré lo antes posible- besó mi mejilla y avanzo junto al resto.

Corri hacia mi habitación, no me quedaría con las manos cruzadas cuando sé exactamente lo que pasará.

- Aranna, no cometas una locura por favor- la voz dulce de Lenna me sacó de mis pensamientos.

- Tengo que ir, cuidarás a Legolas y Gilwëm por mi, se que estarás con ellos - dije antes de tomar mi espada y empacarla.

- Lo siento, Aranna pero son órdenes reales- la puerta se cerró con llave y no podía salir, me habían encerrado en una habitación.

Golpeé una cien veces, y nadie me ayudaba, lloré y grité hasta quedarme dormida.

Al despertar, no sabia si había amanecido si es así el ejercito debió haber partido, Thranduil y Oropher tenían que estar cabalgando hacia su destino.

Negué con mi cabeza, y me apresuré a pronunciar palabras en élfico.

Luego recordé aquella barandilla que utilizamos para abrir un cofre; la saqué y abrí la puerta, corrí hacia una de las ventanas y vi los rayos del sol caer en mi rostro.

Un Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora