Capitulo IV

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Aranna Pov

Me encantaban los niños y al ver que se reunían en la casacada fui con ellos, su risa inspiraba paz, sus rostros llenos de vida fortalecen mi espíritu.

- No pensé encontrarte aquí, eres impredecible Erwim - los niños al ver a su príncipe se retiraron, claro que no por respeto o le temían.

- No pensé que estarías buscándome- levante los hombros- Me ha gustado este lugar me recuerda a mi hogar.

El bosque del este era parecido con grandes árboles verdes y bellas cascadas.

- Eres algo solitaria entonces- agarro mi mano y se sentó a mi lado.

- No siempre estuve acompañada por mi hermanos enanos- sonreí, respire y sentí una punzada en mi interior.

- Ellos son unos traidores, recuerdas- puse un dedo en sus labios antes que continuara.

- No son así, son leales y tienen un corazón puro - defendí - Ellos estuvieron conmigo cuando los necesité mientras los elfos me esclavizaron.

-¿ Porque te esclavizaron ?- pregunto sorprendido.

- Porque era huérfana, hasta que los enanos me dieron un hogar- solté su mano.

- Espera no quería ofenderte, eres importante para mí no lo sientes- tomo una vez más mi mano.

También sentía la conexión, supe que era mi persona destinada así lo llamaban los enanos, sonreí y tomé su otra mano.

- Lo sé, pero tú padre nunca estará de acuerdo que estés con una chica para nada importante- mire a sus ojos el azul de ellos me volvían absoleta al mundo.

- No me importa, si es el exilió a tu lado será un hogar- nos acercamos más y acaricio mis labios.

- Las cosas están destinadas a ser - nuestra respiración se choco,  besó mis labios,  gustosa acepte sus suaves caricias.

- Quiero que me acompañes a la misión de mañana eres una guerra- junto nuestros labios una vez más.

Sabia que esto iba a pasar, lo sentí desde el primer momento.

- Iré con gusto - agarro mi mano y salimos del pueblo hacia mi pequeño dormitorio.

Luego se despedirme, vi una rosa roja en mi cama, la tomé y puse en un florero, no sabia quien la había dejado.

Al día siguiente me preparé para ir con Thranduil, vestí para la ocasión; y oculte varias dagas en mis botas, al salir Albidia me esperaba en la puerta.

- Buenos días Albidia; te ayudo en algo - entro a mi habitación casi empujándome y se sentó en mi cama.

- Cierra la puerta, y dime que no es verdad- su cara de preocupación me indignaba.

Espere a que se tranquilice y miro mi rosa roja en el florero.

- Por los dioses es verdad, eres la prometida del principe - reí con bastante confusión al oír.

- No, sólo nos estamos conociendo - dije como si fuera lógico.

- Te dio una rosa eso siguiente que seras su esposa a la quinta rosa, además te llevará a su misión- dijo emocionada.

- Espera como sabes todo eso, sólo trata de conocerme- explique.

- Estoy féliz por ti, algunos ya te adoran por tu amabilidad muy pronto todos lo harán serás la princesa y futura reina del bosque verde.

- No creo que sea así- salí de la habitación y tome mi caballo lista para irme.

- Suerte amiga, ten cuidado con el rey - me despidió.
•••

Un Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora