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Abres la ventana: el calor es aberrante y ni tu camisa más ligera de mahón te salva. Miras a la gente, siempre rostros diferentes, cuerpos similares e historias que puedes imaginar. La señora frente a ti perdió a sus hijos en un accidente. El niño a tu izquierda reprobó matemáticas. Analizas. Imaginas. Creas y recreas la historia de vida del conductor. Años. Gustos. Colores. Sabores. Te estresas sobre el bus. Las barras de metal despiden un aroma que, contrario a la costumbre, te gusta. Te relajas y miras al cielo. Las nubes tupidas contrastan con el astro mayor alzándose sobre ellas. El autobús se balancea, se sacude y el motor ruge con estruendo.

Suspiras, el día ha sido cansado. <<Ha sido un gran día, sin embargo>> piensas. Formas una sonrisa en tu rostro mirando a las calles de la gran ciudad. Espectaculares anuncian cremas, refrescos, ropa y otras cosas, al mismo tiempo que compiten por llamar tu atención. Los colores de estos anuncios contrastan con los grises edificios que se alzan sobre ti. La sonrisa hace efecto. Te sinceras. Abres las piernas un poco, adueñándote de los dos asientos. Sacas tus audífonos de la mochila. Izquierdo. Derecho. Cierras los ojos ante Mad Clown. Abres los ojos a mitad de la canción. Y lo ves. En la parada del autobús está un muchacho más bajo que tú. Sube al camión. Lo observas con curiosidad. Su oscuro cabello cae sobre su frente, sus ojos rasgados observan al conductor mientras paga. Te sorprende. Te anonadas.

El chico se da cuenta y diriges la mirada a otro lado. Como un relámpago. Asustado. Sientes la sangre subir. Un sonrojo. Vuelves la vista al frente. Ha desaparecido. Lo buscas. Lo encuentras. Está sentado a tres asientos delante de ti. HBA se lee en su playera. Lees y relees las letras. Es una marca. Su espalda luce masculina pero no es muy ancha. Su azabache cabello no se mueve con las sacudidas de la bestia de metal. Cambias la canción. Y suspiras. Cederás el asiento a una anciana que sube al autobús en un par de minutos. Te sujetas. Lo observarás desde arriba. Su perfil amable está remarcado por un par de mofletes que te producen ternura. Haces gesto de apretar sus mejillas en el aire.

Voltea.

Te clavará sus brillantes pupilas. Y tú a él.

<<Es precioso>> piensas y él se levanta de su asiento. Te relames los labios. Te pasa de largo. Pide la parada. Y se baja. Una especie de corriente rozará tu espina dorsal cuando él una tu cuerpo con el suyo para pasar. Te tomará un par de segundos identificar su aroma. Jengibre. Y cuero.

Tomas su asiento y haces una mueca de alegría al estar sentado donde él estaba. Te preguntas el porqué de tu extraño comportamiento. No te pueden gustar los hombres. Tú eres uno. Aún así, quieres fijar las facciones del muchacho en tu mente. Es demasiado como para dejarlo pasar.

La canción se detiene, te levantas ansioso por llegar a casa a comer. Pides la parada. Y el paseo en el bus se detendrá junto con tus pensamientos del desconocido.

On the road (Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora